Las autoridades mexicanas y ‘El Chapo’, el cuento del gato y el ratón
MÉXICO/EFE — “Misión cumplida”, proclamó triunfante el presidente Enrique Peña Nieto al anunciar la recaptura de Joaquín Guzmán Loera, poniendo el colofón al más reciente capítulo de la inverosímil historia del gato y el ratón que el Gobierno mexicano y el capo han protagonizado por décadas.
El mensaje, transmitido a través de la red Twitter, pretendió lavar la “afrenta para el Estado mexicano” que el propio mandatario reconoció tras la última fuga del líder del cártel de Sinaloa de una cárcel de máxima seguridad, ocurrida el pasado 11 de julio.
Pero más que la culminación de una historia de éxito inequívoco del Gobierno, la captura pareciera más el epílogo de una saga salpicada de audaces acciones por parte del capo, triunfos parciales, resonantes fracasos, frustraciones y golpes de suerte.
Nacido el 4 de abril de 1957 en el municipio de Badiraguato del noroccidental estado de Sinaloa en el seno de una familia de agricultores, “El Chapo” Guzmán comenzó su carrera criminal como lugarteniente de Miguel Ángel Félix Gallardo, jefe del cártel de Guadalajara, en la década de 1980.
En 1989 Félix Gallardo fue detenido, lo que causó que el cártel de Guadalajara se dividiera y que Guzmán se trasladara a Culiacán, capital de Sinaloa, y fundara su propia banda criminal, consolidándose como el líder del narcotráfico en México.
Desde comienzos de la década de 1990 el cártel de Sinaloa, o del Pacífico, transportó la droga procedente de Colombia a través de túneles a través de la frontera con Estados Unidos, y la organización extendió sus tentáculos hasta Europa y Asia.
Guzmán también ha usado en numerosas ocasiones sus sofisticados pasadizos subterráneos para escapar de sus perseguidores, lo que le valió el sobrenombre de “El Señor de los Túneles”.
Con todo, en junio de 1991 fue detenido en la capital mexicana por la Policía Judicial, pero logró escapar después de sobornar con 100.000 dólares al entonces jefe de la policía de la capital mexicana, Santiago Tapia Aceves.
En 1993 el cardenal mexicano Juan Jesús Posadas fue asesinado a tiros en el aeropuerto de Guadalajara por unos sicarios de los hermanos Rafael y Benjamín Arellano Félix, del cártel de Tijuana y enemigos de Guzmán, que confundieron al clérigo con su rival.
Ese mismo año “El Chapo” fue capturado en Guatemala y entregado a México, donde se le condenó a 12 años de prisión por un delito de cohecho.
Comenzó a cumplir la condena en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, a 90 kilómetros de la capital del país, pero en 1995 fue trasladado al de Puente Grande, a las afueras de Guadalajara, y en 1997 se le impuso una nueva condena de 21 años de prisión.
El 19 de enero de 2001 se fugó de Puente Grande escondido en un carrito de lavandería de acuerdo con la versión oficial, la cual ha sido cuestionada por analistas.
Tras permanecer como fugitivo de la justicia durante más de 13 años, Guzmán fue recapturado el 22 de febrero de 2014 en un condominio de Mazatán, Sinaloa, en una acción de la Armada que fue ensalzada como el mayor golpe al narcotráfico en México en una década, y recluido de nuevo en el penal de Almoloya de Juárez.
Allí permaneció hasta el pasado 11 de julio del año pasado cuando, fiel a su reputación, se evadió a través de un túnel de kilómetro y medio de longitud que conectaba su celda con una casa a medio construir en las inmediaciones de la cárcel.
La fuga dejó en evidencia no sólo a los servicios de seguridad, que supuestamente no se percataron de la construcción del elaborado túnel ni de la ausencia del reo durante casi media hora, sino al propio Peña Nieto, quien había llegado a asegurar que un segundo escape de Guzmán sería “imperdonable”.
Desde entonces las fuerzas de seguridad se abocaron a recapturarlo, centrándose la búsqueda en la zona conocida como el “triángulo dorado”, formada por los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua y considerada el área de mayor producción de amapola y marihuana en México.
El pasado 16 de octubre el Gobierno de México informó que el narcotraficante había resultado herido unos días antes al realizar “una huida precipitada que de acuerdo con la información recabada le causó lesiones en una pierna y en el rostro”.
Finalmente, Guzmán fue detenido otra vez este viernes en un motel a las afueras de Los Mochis, Sinaloa, donde se había refugiado tras huir por el sistema de alcantarillado de una casa en el marco de una operación de la Armada motivada por una denuncia ciudadana, informaron a Efe fuentes policiales.
En este culebrón queda por ver si el delincuente será recluido de nuevo en una prisión mexicana para acabar de cumplir sus condenas o si es extraditado a Estados Unidos, que lo reclama por narcotráfico, por para evitar que vuelva a escaparse
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