Madres latinoamericanas cultivan amor y cosechan vida en la ilegalidad
México — El amor de un grupo de madres latinoamericanas rompió leyes y fronteras al impulsar el autocultivo y el uso medicinal del cannabis, en un intento de mejorar las condiciones de vida de sus hijos enfermos.
“Queremos dar alivio y quitar el tabú” que existe en torno a la planta en un país, México, con gran presencia del narcotráfico, asegura en entrevista a Efe la chilena Paulina Bobadilla, fundadora de Mamá Cultiva, quien logró mejorar con cannabis las condiciones de su hija Javiera.
La Cámara de Diputados de México aprobó en abril pasado el uso de derivados de la marihuana en tratamientos, permitiendo así la investigación clínica de productos a base de cannabidiol (CBD), uno de los dos componentes más importantes de la planta.
La directora de la Fundación Daya, Ana María Gazmuri, señala que “el CBD fue impuesto por la industria farmacéutica, porque vender y regular el producto es más sencillo, pero no correcto”.
“Se cree que legalizaron la marihuana medicinal, pero no. Legalizaron el CBD, que actúa como un complemento alimenticio, pero no el tetrahidrocannabinol (THC)”, la principal sustancia activa de la planta, dice a Efe.
Los pacientes “necesitan ambos activos porque no funcionan solos”, aclara Gazmuri, quien destaca que México aún “tiene grandes retos para caminar a una legalización medicinal real y completa”.
Y es que para la industria farmacéutica, explica, resulta costoso y complicado aislar los dos componentes, por lo que comercializan productos con cannabidiol y “van contra su competencia, el autocultivo, el cual los obligaría a regular precios”.
La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) trabaja en los marcos regulatorios que amparen este tipo de tratamientos con CBD, a pesar de que lo esencial es combinarlo con THC.
La legislación mexicana no permite su venta ni el autocultivo, pero sí la importación de medicamentos para tratar patologías como epilepsia, neuropatía diabética, parkinson, molestias por quimioterapias y alzheimer, entre otras.
Kenya Hernández se pregunta por qué está prohibido algo que “ayuda a mejorar visiblemente la calidad de vida y la economía de las familias” como la de ella, quien durante 13 años gastó hasta 7.500 pesos (422 dólares) al mes en tratamientos que causaron graves daños a su único hijo.
“Si las enfermedades los debilitan, los medicamentos aún más”, a causa “de los destructivos efectos secundarios”, señala esta mamá mexicana, quien asegura que las fallas eléctricas que sufría su hijo en el cerebro disminuyeron con el cannabis.
Fue una “luz de esperanza”, recuerda Kenya, quien antes de perder a su hijo logró brindarle dos años con “calidad de vida”, después de una agotadora búsqueda de tratamientos en México, Cuba y Filadelfia (EE.UU.).
Con la complicidad de Cecilia Alvarado, otra madre mexicana, Kenya se alió con Fundación Maya y Mamá Cultiva, dos fundaciones chilenas que trabajan de la mano. La primera promueve terapias alternativas y la segunda impulsa la legalización del cannabis para uso medicinal y el autocultivo.
Las madres probaron con sus familiares y, al ver los “increíbles” resultados, decidieron replicar el modelo en México.
En su visita a este país, Bobadilla compartió el conocimiento adquirido al tratar la esclerosis tuberosa de su hija, un trastorno genético que provoca la presencia de tumores en órganos vitales.
“Lo mejor es que una madre cultive y cambie la imagen de la marihuana”, aseguró la chilena, quien estimó “fundamental educar a la ciudadanía, pero también a nuestros políticos”.
En México, agregó, “el Gobierno se olvidó de las familias que perciben el salario mínimo y no pueden acceder a medicamentos de tan alto costo, lo que beneficia a la clase alta”.
En la actualidad, miles de madres latinoamericanas celebran la disminución o desaparición de las crisis convulsivas, los cambios de humor y otros males gracias al uso del cannabis.
Bobadilla llamó a los mexicanas a generar conciencia en torno a los beneficios del uso de la marihuana -ya sea como resina, aceite, macerados, tinturas, pomadas- con fines terapéuticos.
El CBD y el THC juntos “le dan calidad de vida a miles de niños como Javiera, quien ahora con un solo medicamento y el aceite cannábico trata su degenerativa enfermedad”, afirmó la chilena, quien se ha convertido en una férrea defensora del cannabis medicinal, agrupando redes de apoyo en Argentina, Colombia, México, Perú y Paraguay.
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