Peligro en Carlsbad por la aparición de una enorme cueva marina bajo un acantilado
Una enorme cueva marina abierta bajo un peñasco en Carlsbad creó alarma en la costa del condado de San Diego, golpeada este invierno por las elevadas mareas y el oleaje gigante.
La cueva -ubicada al sur de Cannon Road, en la zona de Terramar- mide unos 25 pies de ancho, otros 25 pies de alto y 15 de profundidad, y urgió a las autoridades a colocar señales de advertencia y a acordonar la parte más alta del acantilado a unos 50 pies de su borde.
También se colocaron otras señales adicionales debajo, en la boca de la cueva, pero éstas podrían ser insuficientes; la zona es popular entre corredores y visitantes que se aventuran al acantilado para ver el atardecer. Los curiosos que se acercan a la cueva ignoran o son ajenos al peligro que conlleva.
Otros problemas similares surgieron entre Torrey Pines y San Onofre, donde las olas provocaron una significativa erosión. Allí han colapsado porciones de acantilados y riscos, y al menos dos tramos de la Autopista 101 en la costa necesitan reparaciones. “Vamos corriendo de emergencia en emergencia”, afirmó Robin Greene, superintendente de la oficina de San Diego del Departamento de Parques y Recreación de California.
Los funcionarios de dicho departamento están considerando distintas ideas para hacer frente al peligro en Carlsbad, agregó Greene, entre ellas el uso de explosivos, cables, bolsas inflables o mangueras de alta presión para derribar la cueva antes de que ésta se derrumbe.
Los trabajadores del parque utilizaron cables anteriormente para desplegar un gran trozo de piedra arenisca del peñasco en la reserva estatal Torrey Pines, que amenazaba con caer sobre una parte muy concurrida del camino.
Greene añadió que la agencia estatal de parques preferiría que la naturaleza siguiera su curso, pero después de consultar con geólogos y otros expertos, decidieron que debían intervenir en el sitio para mantener la seguridad pública. “La mejor forma de manejar [un acantilado débil] es mantener a las personas lejos de él, para que cuando la naturaleza trabaje nadie se vea afectado”, agregó la funcionaria. “El problema es que la gente... toma malas decisiones”.
Eso es exactamente lo que está ocurriendo en ese sitio de Carlsbad. Además de pasar por encima de la cinta de precaución que limita la parte superior del acantilado, algunos visitantes han ingresado en la enorme cueva para tallar mensajes en la arenisca.
Un colapso allí haría llover toneladas de arena sobre cualquier individuo ubicado encima, o por debajo de la cueva, y ciertamente también en su interior. En décadas recientes, varias personas murieron a causa de accidentes similares en el condado de San Diego. El 16 de enero de 2000, una mujer que estaba sentada debajo de un risco fue aplastada mientras su marido practicaba surf en Encinitas.
Las fuertes olas de esta temporada han incrementado el peligro. Una gran parte de Sunset Cliffs –entre Adair Street y Sunset Cliffs Natural Park, en Point Loma- colapsó sobre la playa en febrero pasado, pocas semanas después de que aparecieran grietas en el estacionamiento cercano. Toda la zona fue restringida por razones de seguridad y nadie resultó herido.
En Solana Beach –que posee 1,7 millas costeras, revestidas casi en su totalidad por riscos- las olas causadas por El Niño redujeron la playa y obligaron a la gente a caminar más cerca de la base de los acantilados. Eso es exactamente lo que nadie debería hacer, aseguran las autoridades. “Lo peor para nosotros [este invierno] fue la pérdida de arena, como para todo el mundo”, afirmó Craig Miller, capitán de los salvavidas de la ciudad. “Nuestros niveles de arena están realmente bajos”.
Miller aseguró que sus socorristas deben advertir frecuentemente a la gente que permanezca detrás de los acantilados, debido al peligro que conllevan. Varias toneladas de piedra arenisca cayeron sobre Swami’s Beach, en Encinitas, a finales de enero. Nadie resultó herido, pero los salvavidas del lugar pasaron varios días alejando a la gente de los acantilados.
Larry Giles, capitán de salvavidas de Encinitas, estimó en ese momento que sus empleados contactan cerca de 4,000 personas por año para solicitarles que se alejen de los acantilados.
Con tantos riscos a lo largo de la costa, sería imposible colocar señales de advertencias en todas partes donde podría generarse un colapso. De todas maneras, el cumplimiento de las señales es otro problema. “Necesitaríamos toda una fuerza policial” para evitar que la gente ingrese en áreas peligrosas, señaló Greene.
Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí