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Donald Trump es el político menos popular en tres décadas

El candidato presidencial republicano Donald Trump, durante un mitin el 11 de marzo en San Luis.

El candidato presidencial republicano Donald Trump, durante un mitin el 11 de marzo en San Luis.

(Seth Perlman / Associated Press)
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Durante meses, mientras Donald Trump dio bandazos entre una controversia y otra, los analistas no entendían cómo sus simpatizantes se mantenían leales: Trump es resistente a cualquier ataque político, dijeron algunos.

No tanto. Trump no es inmune; los analistas simplemente estaban fallando en ver el panorama completo.

Mientras la polarizante campaña de Trump no dañó su postura con sus fervientes partidarios en las elecciones primarias republicanas, sí afectó la forma en que el resto del electorado lo ve. La imagen de Trump, que ya era pobre aún antes de que se lanzara por la presidencia, se ha desplomado hasta un punto sin precedentes. Entre las principales figuras políticas evaluadas en los últimos 30 años, los números de Trump son los peores.

Si Trump ganara la nominación presidencial republicana con su actual imagen pública, él sería el candidato más impopular en la historia de EE.UU., opinó el veterano encuestador demócrata Peter Hart en un correo electrónico.

“Por mucho”, dijo Hart.

La porción de estadounidenses con una visión desfavorable de Trump es extraordinaria: 68% en la encuesta más reciente de Bloomberg, 67% en el estudio de CNN/ORC, 67% en la encuesta de ABC/Washington Post, 65% en la de Gallup. El 57% de opiniones desfavorables que recibió en el estudio más recientes de CBS/New York Times, no parece tan malo si se le compara.

De hecho, es difícil encontrar números comparables, en particular durante un período sostenido. Incluso durante la peor etapa de la guerra de Vietnam, por ejemplo, sólo el 38 % de la gente en EE.UU. manifestaron una posición desfavorable del presidente Lyndon B. Johnson en sondeos de opinión pública, aunque todas las figuras e instituciones recibieran calificaciones más favorables en aquella época.

Más recientemente, el ex vicepresidente Dick Cheney alcanzó un 60% de desaprobación durante los últimos años de la administración de George W. Bush. El presidente Clinton llegó al 50% durante la crisis de su infidelidad con una becaria de la Casa Blanca. La impopularidad de Newt Gingrich excedió el 60% por un corto tiempo durante su fallido intento por la nominación presidencial republicana en 2012. La desaprobación del presidente George H.W. Bush también llegó al 60% cuando quiso reelegirse en 1992.

Ninguno de ellos fue tan ampliamente impopular como lo es Trump.

¿Uno que si lo fue? Richard Nixon. En 1975, un año después de su dimisión durante el escándalo del Watergate, Gallup encontró que 71% de los estadounidenses le dieron una calificación desfavorable a Nixon. La firma no preguntó sobre la aprobación de Nixon durante el año que él renunció.

Trump, a quien le encanta presumir sobre su delantera en las encuestas, se enfoca en las que lo califican a él en la contienda del partido republicano. Pero sólo 4 de cada 10 americanos actualmente se identifican como republicanos. Como Trump lo ha demostrado, un político puede tener una sólida posición dentro de un nicho en su partido, y aún así ser terriblemente impopular entre el resto.

Esa profunda aversión a Trump implica un enorme problema potencial para los republicanos, advierten sus opositores dentro del partido.

El sector de votantes que se identifican como demócratas ya ha comenzado a crecer, reveló Gallup en un informe el viernes, llegando al 46%, el nivel alcanzado después de la reelección del presidente Obama. La parte que se identifica como republicanos ha caído al 40%. Apenas en octubre, los dos partidos estaban empatados con el 42% cada uno. La aprobación del trabajo de Obama también ha mejorado en numerosos estudios.

Para ganar la elección de noviembre, el candidato republicano tendría que conquistar al menos el 30% de los votantes de minorías, casi el doble del nivel que Mitt Romney recibió en 2012, o conseguir aún más votantes blancos que los dos tercios que el presidente Reagan obtuvo en su avasalladora reelección en 1984, advirtió el encuestador republicano Whit Ayres, quien fue consejero de la decepcionante campaña presidencial del senador de Florida Marco Rubio.

“Donald Trump casi no tiene ninguna posibilidad de ganar cualquiera de ellas”, dijo. Con la profunda impopularidad de Trump entre los votantes negros y latinos, “va para atrás” entre las minorías, agregó Ayres. Y entre los votantes blancos, Trump tendría gran dificultad de acercarse al nivel de Reagan debido a su impopularidad con las mujeres, dijo.

De hecho, son los sentimientos negativos hacia Trump entre las mujeres los que representan una gran parte de su impopularidad, muestran numerosos sondeos.

Las mujeres representan el sector más amplio que considera que Trump no está hecho para ser el Presidente. Un estudio del Centro de Investigación Pew encontró que el 44% de los votantes dijeron que Trump sería un presidente “terrible”, una respuesta citada por más mujeres desde que la organización hizo un estudio por última vez en enero. Otro 15% de los votantes dijo que él sería un presidente “pobre”. De los cinco candidatos actuales en los campos republicano y demócrata, él fue el único evaluado como “terrible” por la mayoría.

Gallup encontró que los hombres republicanos tienden a ver a Trump favorablemente, 61% positivo contra 36% negativo. Pero entre las mujeres republicanas, el veredicto es casi igual —49% positivo, 46% negativo—. Los demócratas de ambos géneros lo ven negativamente, igual que los independientes.

En general, esto lleva a una enorme brecha de género. Entre todas las mujeres, el 70% tiene una visión negativa de Trump, mientras que entre hombres, es del 58%. Del otro lado, el 23% de mujeres y 36% hombres ven a Trump positivamente, encontró Gallup.

Si Trump gana la nominación republicana, una pregunta clave será si él puede hacer algo para cambiar esas impresiones. Los partidarios de Trump argumentan que como vendedor y cerrador de negocios, él puede cambiar su postura lo suficientemente rápido como para persuadir a muchos de los que le tienen aversión.

Ciertamente existen muchos ejemplos de figuras públicas que han tenido éxito en mejorar su reputación dañada. Hillary Clinton, la demócrata que más probablemente enfrentaría a Trump si gana el nombramiento de su partido, ha visto su ciclo de imagen arriba y abajo, aunque en su punto bajo nunca se ha acercado al nivel de impopularidad de Trump.

Sin embargo, por lo general las imágenes de los candidatos políticos durante las campañas tienden a empeorar, no a mejorar.

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