¿Cómo alguien rico y famoso como Prince puede morir sin testamento? No es insólito, dice abogado
¿Cómo pudo Prince morir sin un testamento?
Él no amasó una fortuna de $250 millones solamente por su excepcional talento musical. Él era también un inteligente hombre de negocios. Hace dos años, Prince tomó control de su catálogo musical y derechos de autor, y negoció un nuevo contrato con Warner Bros. Su patrimonio se incrementará al menos $100 millones solo por regalías durante los próximos años.
Prince estaba sumamente involucrado en la parte de negocios de la música. Evitó pagarle a abogados, prefiriendo lidiar directamente con estudios de grabación y promotores de conciertos, y se encargó de controlar su legado. Era parte de su persona. Prince luchó para quitar sus canciones de YouTube y negoció directamente con proveedores de música digitales.
Sin embargo, fue desidioso para decidir qué pasaría con su fortuna después de morir, dejando atrás preguntas sin contestar en vez de un plan. ¿Quién controlará su “bóveda” de música sin registrar? ¿A dónde irá su fortuna? Prince murió soltero y sus padres ya habían muerto, y su único hijo falleció poco después de nacer. Los familiares que le sobreviven incluyen a una hermana y cinco medios hermanos.
Se espera un pleito por sus bienes, y es muy probable que no falte quien busque parte de la herencia. Una cosa es segura: los abogados se beneficiarán generosamente, así como el gobierno federal y el estado de Minnesota. Sus herederos —quienes sean— pagarán una gran suma de impuestos que podría haberse reducido significativamente si hubiera habido un planes de sucesión patrimonial que incluyera obras de caridad.
Lo increíble es que no es inusual que ricos y famosos mueran sin dejar una última voluntad. Jimi Hendrix, Pablo Picasso, Bob Marley, Howard Hughes, Sonny Bono y Abraham Lincoln murieron sin un testamento. Lincoln fue el primer presidente en morir sin una última voluntad, aun cuando era abogado.
Algunas fuentes estiman que más del 55% de adultos estadounidenses no tienen un testamento. Sólo el 41% de los llamados ‘baby boomers’ (personas nacidas en los siguientes años tras la 2ª Guerra Mundial, de edades entre 55 y 64 años) cuentan con uno, seguidos por apenas el 32% de afroamericanos y 26% entre latinos.
La desidia es una de las principales explicaciones del por qué tantos de nosotros fallamos en invertir el tiempo para crear un plan de sucesión —mañana siempre es un mejor día para confrontar nuestra mortalidad—. En un nivel más terrenal, es incómodo decidir quién será responsable o quién se beneficiará de la muerte de alguien. Como abogado fiscal, a menudo escucho el miedo expreso de ofender a alguien. “¿Si escojo a mi hijo Juan para ser responsable de mi negocio, no se enojará Beatriz?”.
Algunos también citan el precio como un obstáculo. Pero los planes de sucesión patrimonial no son caros, en especial si se les compara con los problemas que evitan.
En California, un testamento absolutamente aceptable es aquel que alguien puede escribir con su propia mano y firmarlo hasta abajo. No se necesita un notario. O puede contratar a un abogado, que probablemente costará menos de lo que imagina y puede ayudarle a resolver cualquier asunto difícil entre familiares, como la planificación para un niño o padre minusválido. Un abogado también puede reducir al mínimo las cargas fiscales y maximizar el dinero que sus herederos recibirán.
Por otro lado, si usted muere sin un testamento, sus seres queridos bien podrían terminar en el tribunal de legalización. Se estima que los costos de dichos procedimientos les cuestan a los estadounidenses hasta $2,000 millones por año, de los cuales casi $1,500 millones son para pagar los honorarios de los abogados.
Los planes de sucesión patrimonial no solo están diseñados para una eventual muerte; cuando se hacen correctamente, también aseguran la delegación de autoridad para que alguien tome decisiones médicas o financieras si nosotros estamos incapacitados.
En este asunto en particular, no sea como Prince —o Pablo Picasso o Abraham Lincoln—. Si no tiene un testamento o plan de sucesión patrimonial, hágalo. Haga planes para los impuestos. Decida quién será el responsable. Decida quién se queda con qué. No deje que el gobierno o los abogados se queden con su herencia.
Jack B. Osborn es un abogado fiscal y socio del despacho de abogados Brown White & Osborn LLP en Redlands.
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