Las amenazas de Trump a la industria automotriz mexicana tienen en vilo a los ejecutivos
Se suponía que sería una fiesta. Los fabricantes de automóviles de todo el mundo habían planeado celebrar su auge en México en la conferencia Automotive Logistics, realizada en Ciudad de México esta semana.
Pero entonces, Donald Trump ganó las elecciones presidenciales.
En el lapso de semanas, el nuevo presidente emitió amenazas e indicios de políticas comerciales que podrían poner en peligro dos décadas de crecimiento para el sector automotriz en México. Todo comenzó con los tuits que atacaron a Ford y General Motors por construir y exportar pequeños automóviles desde México a los EE.UU. Ya en el cargo, Trump emitió una orden ejecutiva, el pasado 25 de enero, demandando la construcción de un muro en la frontera, y el secretario de prensa de la presidencia reflotó la idea de imponer un impuesto del 20% a las importaciones mexicanas para pagar por éste.
Ninguno de esos movimientos es un buen augurio para las empresas que han invertido miles de millones en los últimos cinco años para construir nuevas fábricas que ahora colman las ciudades mexicanas, desde la capital hasta la frontera con los EE.UU. El país vecino produjo 3.5 millones de vehículos livianos en 2016, un 67% más que los 2.1 millones registrados en 2008, según la Asociación de la Industria Automotriz Mexicana. Así, dicha nación se ha convertido en el cuarto exportador de vehículos en el mundo, después de Alemania, Japón y Corea del Sur.
“No esperábamos que esto ocurriera”, afirmó Omar Mendoza Vega, gerente de logística de vehículos de Audi, acerca del súbito congelamiento en el clima de negocios entre los EE.UU. y México. Audi comenzó a producir vehículos SUV en una planta valuada en $1.3 mil millones y ubicada en San José Chiapa, que fue inaugurada en septiembre pasado, después de cuatro años de planificación y construcción. Una vez que la instalación esté completamente operativa, será la única en el mundo que producirá el modelo Q5. “Estoy contento de que hayamos comenzado a trasladar unidades a los EE.UU., pero no estoy seguro de que podamos continuar. ¿Vale la pena todo este esfuerzo?”, se preguntó Mendoza Vega.
La incertidumbre atravesó los pasillos del foro de la cadena de suministro, mientras los ejecutivos de varios continentes se reúnen para obtener información privilegiada acerca de cómo su industria respondería a la agresión de Trump.
Expertos en temas tan variados como rutas ferroviarias y diseño de contenedores de transporte -y, desde luego, la construcción de automóviles y camiones- pusieron su mejor cara e insistieron en que, por ahora, nada ha cambiado. “No estamos reaccionando o pensando que algo podrá suceder hasta que haya una modificación real. Lo llevamos día a día”, expresó Mercedes Figueroa, jefa de logística y aduanas de Fiat Chrysler México, que fabrica pickups Ram, SUV Dodge Journey y coches Fiat en diferentes plantas, ubicadas en Saltillo y Toluca.
Figueroa agregó que la división mexicana del gigante automotriz había comenzado a trabajar con los EE.UU. “en temas de aduana”, para elaborar propuestas sobre cómo proceder si la relación comercial entre ambos países cambia.
Sergio Marchionne, presidente ejecutivo de Fiat Chrysler, aseguró a los analistas que la compañía podría trasladar fácilmente la producción de las pickups Ram a Michigan si la empresa estuviera “debidamente motivada”, informó Forbes la semana pasada.
“Todo el mundo está cauto”, remarcó Enrique de la Peña Aguirre, gerente de puerto de Hyundai, quien afirmó que aún no ha oído hablar de ningún cambio en los planes del fabricante surcoreano, que el año pasado comenzó a producir modelos Kia sedán en una nueva planta ubicada en San Luis Potosí. “Todos vinimos a ver qué dirán los otros acerca de la política, los nuevos lazos posibles, lo que ocurrirá”, reflexionó Aguirre.
En una encuesta realizada entre los asistentes a la conferencia de Automotive Logistics, el 63% afirmó que la política comercial de Trump tendrá impacto negativo en el sector automotriz aquí. Ya Ford canceló una planta planeada en San Luis Potosí, y GM anunció que cambiará el eje de trabajo desde México a sus fábricas en Michigan, trasladando 450 empleos de nuevo a los EE.UU.
Varios ejecutivos y expertos en cadenas de suministros presentes en el evento, que prefirieron no ser nombrados por temor a arriesgar relaciones de negocios, sugirieron que los movimientos ya estaban en marcha y que fueron maquillados como anuncios ‘nuevos’ para ganarle adeptos al presidente Trump.
Ford, quien tenía previsto enviar a un ejecutivo para disertar en la conferencia, canceló su participación, señaló Christopher Ludwig, de Automotive Logistics. “Después de todo lo que ha ocurrido, la sensación de subir al escenario no era la adecuada”, afirmó Ludwig, quien también remarcó que la decisión de Ford de anular su nueva fábrica en México “fue más motivada por el mercado” que por las políticas de Trump.
Los bajos precios de la gasolina han aumentado las ventas de los modelos SUV y camionetas, y perjudicaron las de los vehículos pequeños y medianos, como el Ford Fusion y el Fiesta, que se construyen al sur de la frontera. Ford seguirá adelante aún con el traslado de la producción del compacto Focus a México, pero lo fabricará en una planta ya existente, en Hermosillo.
Para 2023, los economistas esperan que México produzca más de cinco millones de autos, un incremento del 45% desde 2016. Los EE.UU. fabrican tres veces más vehículos que México hoy en día, pero se espera que su producción crezca sólo un 11% en el mismo período, reportó el Center for Automotive Research.
El crecimiento explosivo de los fabricantes mexicanos puede haber capturado la atención de Trump porque alimenta un desequilibrio comercial entre dicho país y los EE.UU. En 2015, los EE.UU. tenían un déficit comercial de $67,000 millones con el país vecino en autos y autopartes, según la Asociación Nacional de Fabricantes.
Limitar las importaciones de automóviles de México a los EE.UU. -al cancelar o renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) o mediante la imposición de altos impuestos- podría generar 22,000 nuevos empleos en fábricas del país, estimó el Center for Automotive Research.
Sin embargo, estancar el flujo de automóviles mexicanos a través de la frontera estadounidense también le costaría al país otros miles de empleos, porque las importaciones no son enteramente mexicanas. Los estadounidenses fabricaron el 40% de los materiales que incluyen los vehículos fabricados en México y que fueron enviados al extranjero en 2015.
Las plantas de autopartes en el país podrían recortar hasta 20,000 puestos si Trump azota las importaciones con un alto impuesto, estimó adicionalmente el Center for Automotive Research. También hay un incalculable número de camioneros y operadores de trenes cuyo sustento está vinculado al flujo de autos a través de la frontera.
Carlos Durón, presidente de Mexpress, una firma de Los Ángeles que traslada carga hacia y desde México en camiones, señaló que un impuesto alto se comería su fuerza de trabajo. “Afectaría a los conductores que no tendrán cargas para transportar”, explicó Durón, quien emplea cerca de 100 camioneros independientes.
La evaluación más optimista de las intenciones de Trump en el foro automovilístico provino de Albert Zapanta, presidente de la Cámara de Comercio de los EE.UU. y México, quien algunos sostienen es candidato a ser el próximo embajador del país en México.
Zapanta, un veterano de la Guerra de Vietnam y nativo de Los Ángeles, fue uno de los iniciales partidarios de Trump y se mostró en un acto de campaña con él, en septiembre pasado. Sin embargo, en el evento realizado en Mexico la multitud lo aplaudió vivamente cuando anunció desde el podio que ‘no representa al gobierno de Trump’; también tuvo una respuesta agradecida cuando remarcó que tampoco no hablaba por el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, quien ha sido criticado en su país por postrarse ante Trump en el pasado.
“No veremos un impuesto fronterizo del 20%”, predijo Zapanta, refiriéndose al ajuste que Sean Spicer, el secretario de prensa del nuevo gobierno estadounidense, sugirió recientemente, para artículos que se produzcan en el extranjero y se vendan en los EE.UU.
“En mi experiencia con el presidente Trump, él ama negociar”. Él lanza el comienzo de una discusión, y uno comienza a proponer opciones”, dijo Zapanta a los asistentes. Además, resaltó que el primer mandatario estadounidense estaba dispuesto a escuchar sus opiniones positivas acerca del NAFTA. “Él escucha, pero cuando llega a una opinión, actúa de inmediato”.
Traducción: Valeria Agis
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