El presidente de China inaugura la “Casa Blanca de primavera”
Miami — La primavera llegó ya al hemisferio norte, pero Mar-a-Lago, la “Casa Blanca de invierno”, sigue abierta para recibir hoy a su dueño, el presidente Donald Trump, acompañado de su homólogo de China, Xi Jinping, y rodeado de unas medidas de seguridad y antiprotestas reforzadas.
Los manifestantes, tanto a favor como en contra, se han convertido en asiduos visitantes de las cercanías de Mar-a-Lago desde que el magnate neoyorquino ganó las elecciones en noviembre, pero esta vez, casi como cualquier persona, van a tener muy difícil acercarse a la zona.
El cerco de seguridad hace ya imposible circular por muchas calles no solo de Palm Beach, una manga de tierra rodeada de agua y unida al continente por varios puentes, sino de su vecina y más grande West Palm Beach, que está en territorio continental.
Trump y Xi llegarán esta tarde y cenarán juntos, pero se prevé que las reuniones de trabajo comiencen hasta mañana, viernes.
El presidente chino se alojará en el lujoso Eau Palm Beach Resort and Spa, pero las reuniones de trabajo tendrán lugar en Mar-a-Lago, la propiedad que Trump y su equipo denominaron en su día “la Casa Blanca de invierno”.
El entorno paradisiaco de Mar-a-Lago parece en principio ideal para suavizar las asperezas entre las dos potencias, cuyos líderes deben resolver asuntos complicados como la balanza comercial bilateral o las pruebas balísticas de Corea del Norte.
El alguacil del condado de Palm Beach, Ric Bradshaw, aclaró que las protestas no están prohibidas, pero que no tolerará la “desobediencia civil”.
Lo que no podrán detener Bradshaw y las fuerzas del orden son las quejas que desata cada visita presidencial a Mar-a-Lago, una antigua propiedad frente al Atlántico que Trump adquirió en 1985 y que convirtió años después en un selecto club privado.
Los vecinos de la zona, los dueños del aeropuerto de Lantana y las empresas que tienen sede allí, la alcaldesa de West Palm Beach, Jeri Muoio, y hasta el alguacil Bradshaw dicen tener motivos para rechazar las constantes visitas del republicano.
Esta es la sexta visita a Mar-a-Lago que Trump hace desde que asumió la Presidencia el 20 de enero pasado. La anterior fue del 17 al 19 de marzo, es decir oficialmente todavía en invierno.
Las restricciones de seguridad impuestas por tierra, mar y aire en cada visita acarrean molestias y perjuicios económicos a empresarios, como el que maneja un aeropuerto cercano, que debe cerrar sus instalaciones cuando Trump está en la ciudad.
La alcaldesa de West Palm Beach se queja de la “carga financiera” de las visitas, especialmente para gastos de seguridad, los cuales ascienden a 60.000 dólares diarios para seguridad, según el alguacil Bradshaw.
Suma que además “fácilmente se duplicará” esta vez por la presencia de Xi.
A aquellos que han pedido reembolso, el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, respondió que el presidente no se siente mal por las críticas que le han hecho al respecto.
Cada escapada a Mar-a-Lago le cuesta a los contribuyentes más de tres millones de dólares, sin contar los costes locales acumulados por pago de horas extras y salarios a policías, ni los perjuicios a particulares, según informes de prensa.
Según la congresista demócrata por Florida, Lois Frankel, por lo menos 1,7 millones de dólares ha sufragado la oficinal del alguacil del condado para garantizar la seguridad de Trump, cifra que podría subir a entre 3 y 6 millones de dólares para fin de año.
Frankel, junto a Ted Deutch y Alcee Hastings, también congresistas demócratas por la Florida, han solicitado a Trump “reembolsar” el dinero de los gastos que sus visitas suponen o abstenerse de viajar al área.
Sin embargo, el congresista Deutch dijo hoy a Efe que la Casa Blanca no ha contestado hasta el momento esa petición.
Frankel esgrime además razones éticas al considerar “inmoral” el provecho que saca el presidente al club, donde la membresía anual, dijo, cuesta ahora 300.000 dólares, el doble que antes de que fuera presidente.
“Los miembros de Mar-a-Lago están pagando para cenar en un ambiente de líderes mundiales”, criticó.
Sin embargo, hay quienes creen que traer a Palm Beach a personalidades como Xi Jinping y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que estuvo en febrero, puede ser bueno para la zona.
Jorge Pesquera, presidente de Discover The Palm Beaches, la oficina de promoción turística del condado, señaló a Efe que esperaba que “desde una perspectiva turística” el “renovado foco de los medios de comunicación en el retiro frente al mar del Presidente realce el perfil”.
“Las playas de Palm Beach han sido durante mucho tiempo un destino de ocio preferido por los jefes de estado, dignatarios y celebridades”, agregó.
El condado ha registrado una ocupación hotelera del 87,5 % en febrero, la mayor de Florida, destacó por su parte a Efe Ashley Svarney, portavoz de esa oficina.