Luchas internas, filtraciones y familia en el centro en Casa Blanca de Trump
Washington — Luchas internas, filtraciones, la familia como centro del poder y una renuncia que sigue dando que hablar han dominado los primeros 100 días de Donald Trump en la Casa Blanca, donde la sensación de caos se ha atenuado pero todavía hay dos bandos opuestos que pugnan por influir en el presidente.
Pese a que Trump declaraba el 17 de febrero, al cumplir un mes en el poder, que su Gobierno funciona “como una máquina perfectamente engrasada”, lo cierto es que “la guerra interna está todavía viva en la Casa Blanca”, dice a Efe Steffen Schmidt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Iowa.
Y esa guerra interna es fundamentalmente entre el jefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon, y el yerno y asesor de Trump, Jared Kushner.
Durante las primeras semanas del mandato de Trump, la teoría que repetían prensa y analistas era que Bannon, quien dirigió Breibart News, un conglomerado digital convertido en altavoz del nacionalismo y la alt-right (nueva ultraderecha), era “el presidente de facto” por su omnipresencia en las decisiones más audaces y polémicas tomadas por su jefe.
Pero más recientemente el omnipresente ha sido Kushner, con un papel muy activo sobre todo en política exterior, ya que Trump le ha pedido trabajar en numerosos asuntos y tan diversos como las relaciones con México, el acercamiento a China o el conflicto palestino-israelí.
El círculo de influencia junto a Kushner lo completan su esposa e hija predilecta de Trump, Ivanka, la asesora Dina Powell y el principal consejero económico de la Casa Blanca, Gary Cohn.
Ese grupo, al que Bannon considera demasiado progresista y alejado de las bases conservadoras que votaron por Trump, ha ido ganando peso y un ejemplo es que Powell se ha afianzado como número dos del relevante Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
A juicio de Schmidt, el matrimonio Kushner y sus aliados llevan las de ganar de cara al futuro, debido a que “la sangre tira más que la política” y, por otro lado, los miembros “serios” del gabinete como los secretarios de Defensa, James Mattis, y Estado, Rex Tillerson, también están de su parte.
Tampoco hay que olvidar, según este experto, que existe una “tercera facción” dentro de la Casa Blanca encabezada por el jefe de gabinete, Reince Priebus, quien intenta “representar” al aparato y valores tradicionales del Partido Republicano.
Trump “es un director terrible y la guerra en la Casa Blanca es el resultado de un pobre liderazgo”, apunta Schmidt.
A esa guerra abierta por influir en las decisiones del impredecible presidente se pueden sumar potenciales conflictos éticos derivados de tener a la familia como centro del poder, con Ivanka Trump trabajando en una oficina a pocos metros del Despacho Oval.
Esa oficina va acompañada de un permiso para acceder a información confidencial y a dispositivos gubernamentales de comunicación, aunque, para no violar las leyes sobre nepotismo, la hija de Trump no recibe un salario por asesorar a su padre sobre todo tipo de temas.
No obstante, todavía hoy colea la polémica por la publicidad gratuita en televisión de la marca de ropa de Ivanka que hizo desde la propia Casa Blanca la consejera presidencial Kellyanne Conway, quien recibió “consejo legal” tras lo ocurrido pero no se le impuso ninguna sanción.
A la sensación de una Casa Blanca caótica han contribuido, por otro lado, multitud de filtraciones, algunas atribuidas por Trump a “gente probablemente” del Gobierno del expresidente Barack Obama y que han revelado detalles muy precisos sobre la vida del magnate y del contenido de conversaciones telefónicas que ha mantenido con otros líderes mundiales.
The New York Times pintó a un presidente que ve la tele en albornoz, algo que aparentemente molestó a Trump porque su portavoz, Sean Spicer, negó “categóricamente” que el mandatario tenga una de esas prendas.
Consecuencias mucho más serias tuvieron las filtraciones que revelaron que Michael Flynn, entonces principal asesor de seguridad nacional de Trump, mintió al vicepresidente estadounidense, Mike Pence, y a otros altos cargos sobre sus contactos con Rusia.
Flynn, investigado actualmente por una comisión especial en el Congreso por sus lazos con Rusia, dimitió en febrero y provocó la primera gran crisis del Gobierno de Trump.
Su renuncia sigue dando mucho que hablar y esta misma semana se supo que el Pentágono investiga si Flynn no cumplió con su obligación de notificar pagos de gobiernos extranjeros tras una visita a Moscú en 2015.