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El vino mexicano, un campo fértil que detonará con cultura e inversión

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Más de cien bodegas repartidas en once estados hacen del vino un sector al alza en México, donde su consumo ha aumentado en los últimos años, pero no acaba de despegar por falta de apoyo al campo y aceptación popular de la bebida.

“En el año 2000 teníamos un consumo per cápita de 300 mililitros, hoy es de 750 mililitros. Todavía muy bajo comparado con países donde la cultura del vino ya está más establecida”, dijo a Efe el presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola, Daniel Milmo, entidad que representa 42 asociados y el 95 % de la producción.

Actualmente, hay alrededor de mil etiquetas en México, con una producción anual de 19,4 millones de litros, cuatro veces más que a inicios de siglo y el equivalente a 220 millones de dólares.

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De acuerdo con Milmo, el consumo ha crecido entre un 8 % y un 12 % anual en los últimos años, por lo que el tamaño de mercado podría duplicarse en los próximos siete años.

No obstante, tanto la producción como el consumo enfrentan una serie de barreras que hacen de esta bebida, tan tradicional en muchas partes del mundo, una ‘rara avis’ en la mesa mexicana, donde además alrededor del 70 % del vino consumido es de importación, la mayoría de España, Chile o Argentina.

“Falta todavía una gran capacidad instalada y personas interesadas en invertir más en el campo”, explicó Milmo, también subdirector general de Casa Madero, una de las grandes bodegas de México.

Con 32.000 hectáreas de viñedos -España tiene cerca de 950.000- la nación latinoamericana importa 68,1 millones de litros y exporta apenas 1,2 millones de litros, la mayoría a Estados Unidos.

Uno de los motivos, alegan, es la falta de apoyo gubernamental. “Se tiene que buscar una ley que apoye al sector vitivinícola y la promoción, como tienen los productores en España o en Chile”, indicó Milmo.

En ello coincide el presidente de la Academia Mexicana del Vino, Luis Fernando Otero, quien colabora con el Legislativo en la elaboración de una Ley General de Fomento a la Industria Vitivinícola, muy deseada en el sector.

La falta de un mercado potente tiene que ver más con el contexto que con la uva, pues el vino mexicano no tiene nada que envidar al de otros países.

“Tenemos cerca de 90 variedades diferentes de uva para lograr vino. Aunque somos muy jóvenes en el tema y se siguen haciendo muchas pruebas”, agregó Otero, cuya entidad busca fortalecer el conocimiento del vino en el país y orientar al consumidor.

En los últimos años, uvas como la nebbiolo o la malbec se empezaron a cultivar en México con gran éxito.

Aunque cerca del 65 % de los viñedos se hallan en Baja California (noroeste), la variedad climática, de altura y composición del terreno dan notas muy distintas a cada vino, jugando a su favor.

Pasito a pasito, estos van ganando prestigio y recientemente se hicieron con 18 distinciones en el Concurso Mundial de Bruselas, que se celebró en Valladolid, España, a inicios de mayo.

No obstante, Milmo alegó cierto “malinchismo” (preferencia por lo extranjero) a la hora de poner un vino en la mesa en México.

Es este contexto que el sector, desde productores a expertos, lucha por crear una verdadera cultura del vino en el país.

“No estamos acostumbrados, (...) pero tenemos una gran posibilidad de amalgamar los estímulos del vino con la comida mexicana”, señaló el representante de la Academia Mexicana, que hace investigaciones sensoriales en vinos y, además, ofrece un sello para garantizar su calidad.

Gracias a sus estudios, por ejemplo, hallaron que el vino rosado encaja muy bien con cierta comida mexicana, como los tlacoyos en salsa, por extraño que pueda parecer.

Falta una buena educación. “No tenemos escuela de enología”, lamentó, y los profesionales son tan pocos que no tienen tiempo para la academia.

Para el experto, se necesitan “más gente” especializada porque este es un “campo muy fértil” que hacer crecer y mejorar, aunque México sea la tierra de tequila, mezcal y cerveza.

“Muchas veces se piensa que el vino es como si fuera una botella de tequila, de brandy o de aguardiente, que no requiere de tantos cuidados. Pero estamos empezando y cada vez hay más cuidado, se divulga más su modo de conservación y más gente joven preocupada por el vino”, concluyó.

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