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El Sol jugó y luego maravilló a miles que atestiguaron el eclipse en México

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El Sol parecía jugar con quienes esperaban atestiguar en Ciudad de México el eclipse de este lunes, brillando intensamente por momentos para en seguida ocultarse entre las nubes mientras llegaba el momento de apreciar lo que pareció un mordisco sobre el disco solar.

Las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) fueron el principal punto de encuentro para quienes buscaban aprender o simplemente maravillarse con el evento astronómico.

Una inmensa fila serpenteaba afuera del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM mientras se acercaban el mediodía y el esperado eclipse. Los entusiastas esperaban su turno para ver el fenómeno por alguno de los nueve telescopios con filtros especiales.

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Más de 1.500 personas formadas en el exterior y 350 sentadas en las instalaciones del IA, incluyendo el pasillo principal del edificio acondicionado con sillas, apreciaron el evento con la precisión científica que ameritaba.

Hubo una transmisión directa desde el Observatorio Astronómico Nacional, en la Sierra de San Pedro Mártir, Baja California.

Para quienes permanecieron en el exterior hubo asesoría de expertos para disfrutar el eclipse de forma indirecta con un espejo pequeño o con cartones perforados.

Mientras, en la explanada del Museo de las Ciencias Universum, los visitantes, que se contaron por miles, disfrutaron un “festín” astronómico: observación con telescopios, talleres, charlas, planetario móvil y la transmisión del fenómeno a través de los ojos de la agencia espacial estadounidense.

Las imágenes transmitidas por la NASA fueron impresionantes, como la registrada en el Océano Pacífico por el avión G-III, donde en pleno día se hizo de noche por unos minutos.

La emoción fue mayor cuando se mostró el llamado “anillo de diamante”, un círculo de luz solar con un resplandor concentrado en el borde, que causó aplausos al terminar la totalidad del fenómeno.

En otros puntos de la capital también se reunieron personas para apreciar el fenómeno.

Uno de ellos fue la plaza de la delegación (demarcación política) Benito Juárez, donde Angélica Miranda contó a Efe cómo antiguamente, cuando ocurría un eclipse, las personas del campo “se guardaban, y para nada ver el cielo, y pensaban que iban a pasar cosas malas, que los animales se iban a enfermar, que los mismos seres humanos se podían enfermar”.

“Pero esto ha ido poco a poco, afortunadamente, ya desapareciendo. Quizá en algunas comunidades todavía lo haya, pero en la parte más urbana pues ya se va terminando”, dijo Miranda, y celebró que la comunidad científica dé a conocer estos fenómenos para que la gente los aprecie, “sobre todo la niñez, y que tengamos más oportunidad de que se desarrollen las ciencias astronómicas”.

A su vez, Jorge García celebró la convocatoria de la delegación para acudir a ver el fenómeno y recordó vívidamente el eclipse total de Sol del 11 de julio de 1991. “Sí, estuvo genial. Esa vez fue inigualable porque fue completo aquí en la ciudad”, refirió.

Narró que fue con su hermano al Espacio Escultórico de la UNAM, donde hubo un concierto. “Imagínate, música prehispánica, el Espacio Escultórico y el eclipse en el cenit; es algo que jamás se te va a olvidar, la verdad”, dijo a Efe.

Por su parte, Laura Freyermuth recordó que en el eclipse de 1991 ella tenía apenas cinco años. “Pero me acuerdo que fue muy especial porque era un momento en familia. Todo el mundo se paró, todo el mundo dejó todo” para verlo, expuso.

Contó que acababa de invitar a un señor a ver el nuevo eclipse. “Me dijo que no porque le habían dicho que eso hacía daño. Entonces lo que más me preocupa es eso, que es 2017 y que seguimos teniendo un montón de mitos, poca información”, confió a Efe.

“Por eso es importante venir a estos espacios donde hay un buen de científicos que te explican un poco más, y que te hacen disfrutar no solo de que visualmente es impresionante, sino de dimensionar que estás viendo una estrella, con la Luna ahí atravesada. Está increíble”, acotó.

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