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¿Cómo sería México si EEUU no se hubiera apropiado de más de la mitad de su territorio en el siglo XIX?

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La pérdida de más de la mitad de su territorio a manos de Estados Unidos es un trauma que ha marcado a México más que casi cualquier otro en su historia.

Pero ¿qué tanto puede explicarse la condición económica actual de México por cuenta de esa tragedia nacional de hace más de siglo y medio?

¿Qué tan distinta habría sido la suerte económica de México si su territorio nacional incluyese hoy a California, Texas y los demás territorios que cedió a la expansión estadounidense del siglo XIX? Lo investigamos como parte de nuestra colaboración con el Hay Festival de Querétaro que terminó en esa ciudad mexicana el fin de semana.

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Lo que se perdió

Lo que México perdió en el siglo XIX se ha convertido, por supuesto, en un emporio de riqueza que deslumbra al mundo. No es por nada que en EE.UU., California se conoce como el “estado dorado”.

Es el símbolo por excelencia del optimismo económico estadounidense, el estado más innovador y el más próspero. Texas, por su parte, es también hoy una megapotencia económica, el epicentro mundial de la industria energética y un estado que tiene, por sí solo, un producto interno bruto de US$1.6 billones, mayor que el de todo México, que llega a US$1.046 billones.

De aquí sale la versión más simplista -y probablemente engañosa- del argumento que sostiene que la suerte económica de México sería bien distinta si no hubiera perdido esas tierras.

Si uno imaginase a la federación mexicana contando con esos dos estados en su dimensión económica actual, México multiplicaría por cinco su actual producto interno bruto.

Al sumarle el actual PIB de California y Texas, la economía mexicana llegaría a US$5 billones de PIB anual, y sería la tercera mayor economía del mundo, apenas superada por Estados Unidos y China.

Ahora bien, hay un argumento que contradice este escenario: ¿Serían California y Texas los dínamos de actividad económica que son en la actualidad si hubiesen seguido siendo parte de México en vez de pasar a manos de Estados Unidos?

O dicho de otra manera: ¿tuvieron que volverse estadounidenses esas tierras para convertirse en la enorme fuente de riqueza que son en la actualidad?

Pues si ese es el caso, la historia económica de México no habría sido tan distinta de haber conservado sus territorios del norte.

¿Lo mismo?

“(En el siglo XIX) el país era pobre y escasamente poblado y el Estado materialmente incapaz de integrar ese territorio y hacerlo parte efectiva de la nación”, le dice a BBC Mundo Sandra Kuntz Ficker, experta del Colegio de México y quien fue presidenta de la Asociación Méxicana de Historia Económica.

“De haber conservado ese territorio, México hubiera tardado mucho tiempo en poblarlo, ya no digamos en aprovechar y desarrollar sus recursos. Las leyes que imponían al catolicismo como religión oficial (hasta que fueron sustituidas por la Constitución de 1857) hubieran impedido la colonización de esas tierras por parte de colonos protestantes, aunque el Estado mexicano tampoco hubiera tenido la fuerza para hacer cumplir cabalmente esa prescripción”, agrega.

“La única salvedad a este escenario general más bien pesimista tiene que ver con los descubrimientos de oro en California”, apunta la académica.

“Si éstos (descubrimientos) se hubieran dado aun cuando ese territorio hubiera seguido perteneciendo a México, la riqueza descubierta hubiera representado un respiro para las finanzas del Estado. Aunque incluso en esa situación es de dudar que México (es decir, los empresarios y el Estado mexicano) hubiera podido explotar por sí mismo esos recursos y aprovecharse de sus beneficios”, puntualiza.

Más fortuna

Otros académicos piensan distinto, y se aventuran a imaginar un México más afortunado en lo económico si no hubiese sufrido la desmembración territorial.

Entre ellos está Carlos Marichal, historiador económico del Colegio de México y miembro fundador de la Asociación Mexicana de Historia Económica.

“Si México hubiera conservado su gran Norte, que perdió a raíz de la guerra con los Estados Unidos (1846-1848) es evidente que su desarrollo económico hubiera sido marcadamente diferente”, le dice a BBC Mundo.

“En primer lugar, puede sugerirse que si California hubiera seguido bajo control mexicano, es probable que hubiera podido beneficiarse del mayor descubrimiento de oro de la historia moderna. Como es bien sabido fue el auge del oro desde 1849 lo que permitió el espectacular y temprano desarrollo de California”, agrega.

Despoblado

Uno de los argumentos que se han presentado frecuentemente para argumentar que México no habría desarrollado nunca estos territorios es el que recuerda el abandono y despoblamiento en que se encontraba el norte mexicano al producirse la separación.

Ante esto, Marichal cree que el auge del oro, que benefició a Estados Unidos ya como dueño de California, también habría tenido un impacto poblacional positivo si la región hubiese permanecido en manos mexicanas.

“Estas eran tierras todavía algo escasamente pobladas por mexicanos, pero en ese caso se hubiera producido sin duda una enorme migración de sur a norte”, insiste Marichal, quien cree que el fenómeno no se habría limitado a California.

“Por su parte más al este, Texas ya era independiente de México desde 1836, pero puede postularse que en caso de no haberse producido la guerra, México eventualmente hubiera podido vender una enorme cantidad de tierras en Nueva México, Arizona, Colorado, y Nevada, por ejemplo, a los plantadores y colonos que estaban deseosos de ocupar esos territorios”, agrega el catedrático.

Sin embargo, aquí nos movemos inevitablemente en el terreno de la especulación.

“El problema con estas especulaciones es que se trata de lo que se llama la historia contrafactual: y no contemplan la probabilidad de los Estados Unidos hubieran lanzado otra guerra para apropiarse del territorio del Gran Norte mexicano más adelante en el siglo”, puntualiza Marichal.

La compleja realidad

México enfrentó una situación muy difícil en el siglo XIX. Era una nación pobre que tuvo como vecina a la que estaba en camino de convertirse en la economía más dinámica de la Tierra. Ante eso no pudo proteger el vasto espacio del norte que Estados Unidos usó, inicialmente como una fuente de recursos naturales que iban desde el oro hasta la tierra agrícola para los colonos.

Pero en el siglo XX, esa región creció más por cuenta de las particularidades de la sociedad estadounidense que por las riquezas naturales enterradas en su suelo.

Las huertas frutícolas de una gran zona del norte de California se transformaron en Silicon Valley, la capital tecnológica mundial. La economía del sur de California, a su vez, floreció por el impulso de Hollywood, una industria inigualablemente estadounidense.

Y Texas, sin tener los yacimientos petroleros más grandes del planeta, se convirtió de todos modos en la capital mundial de los empresarios petroleros.

Se puede especular para siempre acerca de qué clase de caminos distintos habrían tomado esas regiones si hubiesen seguido en manos de México.

Pero lo cierto es que esa nación vive con la compleja realidad de tener como vecinas a tierras que fueron suyas, pero que solo alcanzaron su enorme potencial económico después de haberse perdido ante Estados Unidos.

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