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Algunos afectados por el huracán Irma en el Caribe también ven oportunidades

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Carlos Gonsalves, de Guyana, y Avril Farrell y Branson Gould, ambos de Vicente y las Granadinas, y residentes en Virgen Gorda donde hace años fueron en busca de una vida mejor que el huracán Irma les arrebató la semana pasada, creen que en la reconstrucción está su futuro, otros, sin embargo, se quejan de que no les han evacuado por el color de su piel.

Todos ellos, junto a otros ocho ciudadanos de San Vicente y tres de Guyana, viven en un centro comunitario católico en The Valley Town cuyo techo se llevó de cuajo el ciclón, pero que representa la única vivienda que les queda.

Gonsalves, obrero de profesión, indicó a los medios locales, que una de las cosas que más teme, tras haber perdido su casa, es que caigan en el olvido por parte del gobierno local, pero también cree que no hay que huir y que “nos van a necesitar, así que me quedaré”.

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“La reconstrucción es una oportunidad de trabajo en si misma”, indica Gonsalves, cuya hermana está embarazada de siete meses.

Por su parte, Avril Farrell instó, en declaraciones a los medios, al gobierno de Kingstown, a que envíe ayuda.

“En este momento, necesitamos la ayuda del gobierno de San Vicente y las Granadinas. Necesitamos agua, necesitamos comida, necesitamos refugio “, dijo Avril Farrell, quien también se mostró segura de que una vez cuenten con ese alivio “sabremos ponernos en pie de nuevo”.

“Todo el lugar está goteando. No hay nada todo se nos ha ido con el huracán “, dijo Branson Gould, otro ciudadano de San Vicente y las Granadinas

En la toda la isla se dañaron dos plantas de desalinización de agua y dañó o destruyó entre el 70 y el 80 por ciento de las casas.

San Vicente junto a otros estados caribeños han enviado ya suministros a las Islas Vírgenes Británicas, Turcos y Caicos, Barbuda y Anguila, donde la situación no es mucho mejor.

Vincent Wheatley, el coordinador del programa para las Islas Hermanas en la oficina del vicegobernador de las Islas Vírgenes Británicas y residente en Tortola, aseguró hoy a la prensa local que unas cien personas permanecen en refugios, como el caso de Gonsalves y Farrell.

De acuerdo con Wheatley hay evacuaciones diarias a Estados Unidos y Europa, vía Puerto Rico, pero no se han podido trasladar a aquellos que vienen de islas del este del Caribe ya que la aerolínea regional LIAT no puede aún volar, “pero esperamos que lo haga ya a finales de esta semana”.

Para Wheatley también hay oportunidades aquí.

Eso si “los que creen que no puedan sobrevivir y no encuentren un trabajo es mejor que se vayan a sus países y regresen luego”.

“Pero aquellos que si quieren quedarse con nosotros, les animamos a que se queden a ayudarnos a reconstruir”, agregó, a la vez que reconoció que la situación es “catastrófica” en Virgen Gorda, aunque no hubo muertos por el paso del ciclón.

Pese a todo el hospital de la isla “está funcionando”.

“Mucha gente no tiene casas, han perdido todas sus posesiones, incluyendo yo mismo”, dijo, señalando, sin embargo, que empieza a haber comida y agua, gracias a las donaciones de otros países.

Unos de los principales problemas, mientras llega más ayuda, es el pillaje en algunas de las islas vírgenes, reconoció.

De hecho el gobernador de las islas, August Jaspert, ha prolongado el estado de emergencia.

En otras islas, como en San Martin, Johana Soudiagom, se queja a la televisión de Guadalupe de otro problema.

“Las evacuaciones son selectivas”, dijo.

“Yo vi en las primeras evacuaciones como solo salían personas tez blanca”, agregó, a la vez que indicó que en otras salidas los residentes de San Martin eran minoría.

Por su parte, Yogesh Bodha, un empleado en una joyería de San Martin se quejó de la falta de seguridad que aun continúa en la isla.

Mientras que Lisette Echevarría, camarera en la bahía Mullet de Sint Marteen, el problema es la falta de comida.

Echevarría admite que fueron a una tienda a comprar pocos días después pero al ver que no había nadie y que la misma esta desatendida se llevaron varios productos sin pagar.

A su vez reconoce las buenas intenciones que generalmente suscitan estas situaciones: su vecino comparte con ellos la energía de su generador.

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