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Presión en la ONU sobre Siria y Rusia para que detengan bombardeos en Idlib

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EFE

La ONU y varias potencias internacionales presionaron este viernes a Siria y Rusia para que detengan sus bombardeos sobre la provincia de Idlib, bajo control rebelde, y donde en las tres últimas semanas han muerto al menos 160 personas y numerosos hospitales y escuelas han sido destruidos.

Desde finales de abril, Damasco y Moscú han lanzado miles de ataques contra posiciones de los grupos insurgentes en esa zona, el último gran bastión opositor y en teoría protegido por un acuerdo de alto el fuego.

“Si esta escalada continúa y la ofensiva avanza, corremos el riesgo de consecuencias humanitarias catastróficas y amenazas para la paz y seguridad internacional”, avisó la responsable de Asuntos Políticos de la ONU, Rosemary DiCarlo, en una reunión del Consejo de Seguridad.

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Según Naciones Unidas, en las últimas tres semanas han sido asesinadas al menos 160 personas y más de 180.000 han resultado desplazadas por las hostilidades.

De ellas, unas 80.000 no tienen a donde ir y simplemente se han instalado en campos abiertos o buscado cobijo bajo árboles.

Además, la ONU denunció supuestos ataques contra campamentos de desplazados en los que han muerto varios civiles y 17 escuelas se han visto afectadas.

Sin embargo, la mayor preocupación para Naciones Unidas son ahora mismo los repetidos ataques contra centros sanitarios, algo prohibido por las normas humanitarias internacionales.

Desde el 28 de abril, la ONU ha confirmado que al menos 18 hospitales o clínicas han sido dañadas o destruidas.

Aunque la organización no señaló directamente a Siria o Rusia, sí subrayó que al menos parte de los ataques han sido llevados a cabo con “armas sofisticadas, incluida una fuerza aérea moderna y llamadas armas de precisión”.

El jefe humanitario de la ONU, Mark Lowcock, recordó que las coordenadas de las instalaciones sanitarias se comparten con todas las partes del conflicto para que eviten golpearlas en sus ataques y sugirió que esa información podría estar siendo usada para atacar deliberadamente esos lugares.

“Los únicos que pueden responder a esa cuestión son quienes están lanzando las bombas”, señaló Lowcock, que subrayó que otros objetivos no médicos sobre los que se ha compartido información no han sido atacados.

Las potencias occidentales arremetieron contra el Gobierno sirio y contra sus aliados, principalmente Moscú, a los que acusaron de violar los acuerdos sellados el pasado septiembre entre Rusia y Turquía para establecer en la zona de Idlib un área desmilitarizada.

Ese pacto detuvo entonces una inminente ofensiva del régimen de Bachar al Asad contra el último bastión rebelde.

La zona está ahora controlada principalmente por el Organismo de Liberación de Levante, alianza en la que participa la exfilial siria de Al Qaeda, pero en ella viven también unos 3 millones de civiles, que según la ONU corren un grave peligro en caso de un conflicto a gran escala.

“El pueblo sirio está en grave peligro de una crisis humanitaria catastrófica si Rusia y el régimen de Al Asad no detienen inmediatamente su escalada y se vuelven a comprometer inmediatamente con el alto el fuego”, señaló el representante estadounidense, Jonathan Cohen.

El embajador francés, Francois Delattre, consideró que las acciones sirias y rusas son “violaciones flagrantes” de los acuerdos de cese de las hostilidades.

Rusia, mientras tanto, defendió que los ataques son respuestas a otros lanzados por terroristas y recordó que combatir a esos grupos es algo permitido por esos acuerdos.

“Nos negamos a aceptar que los terroristas son intocables y continuaremos combatiéndolos”, insistió el representante de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, que acusó a parte de la comunidad internacional de querer proteger a esos grupos.

El argumento ruso fue rechazado frontalmente por países como el Reino Unido y Francia, que dijo que los objetivos atacados “ilustran por sí mismos que la ofensiva en curso no se trata exclusivamente de lucha contra el terrorismo”.

“Está inscrita en el marco de la reconquista brutal de zonas que escapan todavía al control del régimen y sus aliados”, apuntó Delattre.

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