La Historical Society reivindica la lucha lesbiana en Estados Unidos
Nueva York — Antes del movimiento LGTBI, la vida para las lesbianas “era muy oscura”, “un castigo” y “extremadamente difícil”, dice Rebecca Klassen, comisaria de la exposición que el Museo Historical Society de Nueva York lanza por el 50 aniversario de las protestas del bar Stonewall, que espolearon el activismo gay.
Klassen, una veterana activista de los derechos civiles de este colectivo es también la coordinadora del archivo “Lesbian Herstory”, que conserva documentos y materiales de la lucha de las lesbianas en Estados Unidos, algunos de los cuales se exhibirán en el emblemático centro a partir de este viernes.
Entre el material expuesto para la exposición, Klassen destacó varias fotografías de Mabel Hampton (1902-1989), una mujer negra que vivió su lesbianismo de manera pública y que tras desplazarse a Harlem desde su originaria Carolina del Norte se convirtió en “una figura inspiradora” para las fundadoras del archivo, creado en 1974.
También se exhibe una camiseta del primer grupo de mujeres de lesbianas negras “Salsa Soul Sisters”, la chaqueta de la también activista “Linda McKinney”, plagada de símbolos de lucha y protesta del movimiento lésbico, o carteles, pasquines y chapas que muestran la lucha de este colectivo por reivindicar sus derechos.
“Stonewall 50”, como la Historical Society de Nueva York ha bautizado a la muestra, cuenta también con una cronología de los hechos más relevantes de la lucha LGTBI en el país, que arranca en 1965 con la primera protesta anual en la ciudad de Filadelfia a favor de la homofilia.
Esta línea del tiempo concluye el 15 de enero de 2019, fecha en la que el estado de Nueva York prohibió las conocidas como “terapias de conversión”, que incluían descargas eléctricas, impuestas a homosexuales y lesbianas.
Y no se olvida, por supuesto, de los disturbios del Stonewall del 28 de junio de 1969 que estallaron entre los clientes homosexuales de ese bar neoyorquino y la Policía y que supuso un punto de inflexión en la lucha de la liberación LGTBI.
La comisaria Jeanne Gardner Gutiérrez, por su parte, quiso destacar que la lucha LGTBI “no nació de la nada” tras las protestas del Stonewall, sino que el movimiento, aunque tímido, ya estaba ahí.
Gardner, que lamentó que “esta parte de la historia no se ve en los colegios”, destacó una serie de objetos, como uno de los primeros lazos rojos que nacieron en EE.UU. en solidaridad con los artistas afectados por el Sida y que en los años 90 se convirtieron en símbolo de la lucha contra esta enfermedad, que castigó con especial virulencia a la comunidad LGTBI.
La Historical Society también quiere rendir homenaje a cuatro personalidades que jugaron un importante papel en el movimiento de liberación, mostrando varios objetos personales, prendas de vestir y fotografías
Se trata del artista Keith Haring (1958-1990) y de las drag queens Rollenera Fairy Godmother, Mother Flawless Sabrina (1939-2017) y Stormé DeLarverie (1920-2004), considerada esta última por muchos como la responsable del comienzo de la revuelta del Stonewall.
Otra de las comisarias, Rebecca Lassen, se mostró orgullosa de la presencia en la muestra de los patines de Rollenera Fairy Godmother, que fue conocida, precisamente, por vestir siempre este calzado tanto en manifestaciones de protesta como en discotecas, como en la legendaria Estudio 54 o Xenon.
Lassen ha sido la encargada de comisariar el tercer pilar de esta exposición que abrirá sus puertas entre el 24 de mayo y el 22 de septiembre y que aborda la vida nocturna de la comunidad LGTB antes y después del Stonewall.
Esta parte del proyecto muestra “lo que ofrecía la noche de los LGTB a la gente y la manera en la que había espacios para resistir contra las fuerzas del interior y del exterior”, cuenta a Efe.
“Después del Stonewall hubo una explosión de bares homosexuales porque durante la liberación gay se puso el énfasis en salir del armario y encontrar tu propia identidad”, dice Lassen, que resaltó el papel activo de estos lugares en los años 80 en la lucha contra el Sida.
Para la curadora, “en cierta manera, eran lugares para dejarse llevar, encontrarse a uno mismo y en los que sentirse libre”, pero también, sitios donde protegerse y desde los que pelear por la defensa de los derechos.