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GM cumple 10 años de la quiebra y reestructuración que sanearon la empresa

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EFE

Hace 10 años, General Motors (GM) se declaró en quiebra en medio de la gran crisis financiera de 2009, poniendo en peligro el sector del automóvil, donde esta empresa se había identificado con el bienestar del país.

Pero una década después de una crisis que muchos temían que sumiría al país en la mayor depresión económica de su historia, la quiebra y reestructuración de GM son consideradas como un éxito.

Si en 2008 la compañía acumuló casi 31.000 millones de pérdidas; en 2010 el beneficio fue de 4.700 millones de dólares, las primeras cifras positivas de GM desde 2004.

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Desde 2010, los beneficios netos de GM suman 47.130 millones de dólares y solo ha perdido dinero en 2017, 3.900 millones por la venta de Opel a Renault.

Pocos podían prever este éxito cuando el 1 de junio de 2009, GM acudió a un tribunal de Nueva York para declarar la que fue entonces la mayor quiebra industrial de la historia del país ante la imposibilidad de reestructurar su masiva deuda.

En ese momento, GM tenía unos activos de 82.300 millones de dólares y una deudas por valor de 172.800 millones.

GM arrastraba problemas económicos desde hacía tiempo pero la acumulación de pérdidas se había acelerado en los últimos años: En 2005 las pérdidas registradas fueron 10.600 millones de dólares, mientras que dos años después la cifra se disparó a 38.700 millones de dólares, el equivalente a 50.600 millones de dólares de hoy.

Si estos números por sí solos amenazaban el futuro de la compañía, la crisis financiera de 2008-2009 remató su precariedad, ya que la debacle del sector financiero, que luego se extendería por todo el mundo, secó de golpe las fuentes de financiación tradicionales de la empresa.

Sin liquidez y sin posibilidad de que las principales instituciones financieras nacionales y del resto del mundo facilitasen recursos, en noviembre de 2008 GM anunció que se quedaría sin dinero para mantener sus operaciones en poco más de seis meses.

La situación de los otros dos fabricantes de automóviles, el Grupo Ford y el entonces Grupo Chrysler, no era mucho mejor: la masiva crisis financiera en el país provocó el desplome de las ventas de automóviles nuevos.

Mientras que el Grupo Chrysler, como GM, también estaba quedándose sin liquidez para mantenerse a flote, Ford predijo la catástrofe y en los años anteriores a la crisis había acumulado dinero con la venta de filiales como Volvo, Jaguar, Land Rover y Aston Martin.

El mismo noviembre de 2008, las tres compañías solicitaron al Congreso fondos para reestructurarse y garantizar su supervivencia.

Después de que GM presentase a principios de diciembre un plan de reestructuración, la Administración del entonces presidente George W. Bush (2001-2009) ofreció a la firma un “préstamo puente”.

Tras perder otros 30.900 millones de dólares en 2008, GM comunicó oficialmente en febrero de 2009 al nuevo Gobierno del presidente Barack Obama (2009-2017) que se declararía en quiebra sin posibilidad de reestructuración si no recibía de forma inmediata una masiva inyección de capital.

A pesar de ello, Obama se negó a inyectar el dinero solicitado al considerar que los planes de reestructuración no garantizaban la viabilidad de la empresa.

El entonces consejero delegado de la compañía, Rick Wagoner, fue obligado a dimitir ante el fracaso.

Cuando finalmente parecía que GM desaparecería arrastrando consigo centenares de miles de empleos directos e indirectos, el 31 de mayo se supo que el Gobierno estadounidense proporcionaría 50.000 millones de dólares a cambio del 60 % del accionariado.

Además, el Ejecutivo canadiense asumiría el 12,5 % del accionariado a cambio de inyectar 9.500 millones de dólares en la empresa.

Con ese acuerdo y un plan de reestructuración que mantenía los activos deficitarios en la llamada “Vieja GM” y los rentables en la “Nueva GM”, el fabricante acudió a los tribunales de Nueva York para acogerse al Capítulo 11 de la ley de bancarrota, que protege a la empresa de sus acreedores de forma temporal.

“El Consejo de Administración de General Motors (GM) lamenta que este camino haya sido necesario pese a los esfuerzos de muchos. Hoy supone un nuevo inicio para General Motors”, afirmó entonces el presidente del Consejo de Administración, Kent Kresea.

La reestructuración dejó en la “Vieja GM” cuatro marcas: Saab, Saturn, Pontiac y Hummer.

El resto, las más rentables, formaron la “Nueva GM”: Buick, Cadillac, Chevrolet, GMC, Opel/Vauxhall y GM Daewoo.

Una vez conseguida la aprobación del tribunal para acogerse al Capítulo 11, el entonces consejero delegado de la compañía, Fritz Henderson, declaró: “Hoy la vieja GM es historia. Hoy empieza la nueva General Motors”

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