Las mujeres mapuches buscan liberarse del machismo con el deporte tradicional
Santiago de Chile — Jugar al palín, un deporte similar al hockey tradicional de la cultura mapuche, se convierte en Chile en una práctica habitual de esta comunidad cada fin de semana, pero que sean las mujeres las jugadoras acaba por convertirse en una liberación del machismo existente también en este pueblo originario.
La tradición cuenta que mujeres y hombres siempre jugaron por igual a este deporte ancestral, similar a la chueca española, pero con la llegada de los conquistadores el machismo caló en la cultura de este pueblo del sur del país y la práctica de palín quedó relegada únicamente a los varones.
Cientos de años después, las mujeres de la comunidad han decidido “liberarse” de este machismo y jugar un torneo de palín este domingo en un campo de fútbol al sur de Santiago reconvertido para la ocasión.
Con el “weño”, palo con el que se juega con forma de stick, entre las manos y el pali, una pequeña pelota de madera forrada con cuero, corriendo por el césped, parte de la comunidad mapuche de la región Metropolitana busca equiparar los roles.
Luisa Quiñenao fue una de las jugadoras que participó este domingo en esta práctica y reconoció a Efe que para ella significa “una recuperación” cultural después de que se les prohibiera a su práctica.
“Había un poco de resistencia a esto de que las mujeres jueguen, pero el mapuche que se resiste es el mapuche que no sabe. El verdadero mapuche no se va a resistir a que las mujeres jueguen, porque si sabe de su historia y cultura, las mujeres siempre han jugado”, afirmó.
Quiñenao compartió equipo con Jessica Rupayán, quien destacó que en los juegos indígenas “nunca había existido un problema de género”, un hecho que atribuyó a la llegada de la “sociedad occidental”.
“Como mujeres mapuches, reivindicamos nuestros derechos, nuestra cultura y todo lo que tiene que ver con nosotras. Y ahí es donde ellos (sus parejas) también están”, explicó Rupayán, haciendo parte también al resto de la comunidad en el evento.
Un punto que ambas compartieron, ya que la idiosincrasia del pueblo mapuche se concibe como un todo en el que participan niños, adultos y mayores, independientemente del género.
“Una comunidad no existe si nos están los abuelos, que son los sabios y tienen un camino recorrido y tienen el conocimiento. La comunidad no existe si no están los niños, que son el futuro. La comunidad no existe si no hay hombres y mujeres. No segmentación, somos un solo pueblo”, matizó Quiñenao.
Un conjunto que este domingo solo cambió de roles durante los partidos, ya que tanto las ceremonias previas como el aliento mientras el pali rodaba no entendió de géneros.
Antes de arrancar el torneo, la machi (chamán en la cultura mapuche) comenzó el día con un llellipun, una tradición que une a todos los presentes para pedir permiso a la naturaleza por la actividad que van a desarrollar y que fortalece los lazos de la comunidad.
El mantra de los cultrunes (tambor tradicional), el rechinar de las cascahuillas (cascabeles) y el silbido de las pifilkas (flautas) y trutrukas (una especie de trombón) fue acompañado por una suerte de danza de todos los participantes que dio sentido a la ceremonia.
Con la comunidad unida, todas las mujeres de los equipos decidieron las reglas y condiciones bajo las que se iba a jugar en el campo rectangular, estrecho y alargado, en el que el objetivo es llevar el pali al extremo contrario para anotar.
Para Juana Hueramán Maripán, participante de uno de los equipos, resulta “maravilloso romper el esquema de que las mujeres estén ligadas solamente a ser dueñas de casa y nada más”.
“Lo bueno de todo esto es que nuestros maridos nos apoyan. Allá los tenemos a todos trabajando en la cocina y preparándonos el almuerzo”, señaló a Efe entre risas su compañera de equipo Elba Porma Llancapán.
“La tradición que teníamos nosotros antiguamente, hace miles de año, antes de llegara la conquista, como nación mapuche éramos una nación libre, no teníamos reglas, y una vez llegaron empezó todo el machismo y las mujeres no podían jugar porque se prohibió”, destacó Hueramán Maripán.
Ahora, lo que quieren estas mujeres, como dijo a Efe la jugadora Gloria Moreno Huenchumilla, es que exista “igualdad de género”.
“Nacimos iguales, iguales que un hombre. Tenemos ese newen (energía, en idioma mapudungún) y esas ganas y es hora de que nosotras salgamos de la zona de confort, de estar cocinando y atendiendo al hombre. Dejemos ese lado machista antiguo”, enfatizó.
Unos valores que quieren inculcar a sus hijos, que correteaban por los alrededores haciendo sus primeros pinitos en el palín.
“Lo mejor de todo es que nosotros estamos jugando para inculcarle a nuestros pichikeche (niños pequeños, en mapudungún). Que sigan la cultura y que no se pierda”, afirmó Patricia Catripay Rain, compañera de equipo de Moreno Huenchumilla.
Alberto Peña