Nueva York brilla como meca global gay que celebra el Orgullo 365 días al año
Nueva York — Con banderas arcoíris ondeando desde hoteles, de edificios de oficinas, casas particulares o incluso las pantallas icónicas de Times Square, Nueva York refuerza su papel como meca global del turismo LGBTI, esperando cuatro millones de visitantes del colectivo solo durante los festejos del WorldPride.
La Gran Manzana ha sido desde el principio un imán para las minorías y los colectivos tradicionalmente marginados, lo que explica no solo su atractivo actual, sino que fuera el caldo de cultivo ideal para que a finales de junio de 1969, la parroquia del bar Stonewall Inn se enfrentara a la Policía después de una redada en el local por servir alcohol a homosexuales.
50 años después, con el Stonewall como epicentro del movimiento, Nueva York se viste de los seis colores de la bandera del Orgullo para dar la bienvenida al WorldPride, un evento que concluirá con 150.000 personas atravesando la ciudad en el ya tradicional desfile, casi 70.000 asistentes más que en la edición del año pasado.
Sin embargo, orgullo aparte, Nueva York lleva más de medio siglo ejerciendo de refugio para todos aquellos que buscan vivir su sexualidad sin la mirada reprobadora de la sociedad.
Desde los primeros “asentamientos” en Fire Island, a un par de horas de la ciudad, donde miembros del colectivo vivían abiertamente fuera del armario antes incluso de las revueltas -y que sigue siendo un destino turístico favorito por sus playas y hostelería-, hasta los clubes más modernos en el barrio de Hell’s Kitchen (Manhattan), nueva “sede” de un ambiente cada vez más extendido.
“Creo que Nueva York es una ciudad que celebra el Orgullo 365 días al año”, explica a Efe la responsable del Centro de Bienvenida para el Orgullo Mundial, Cathy Reena, cuya oficina se encuentra a apenas unos metros del 53 de la calle Christopher, en el barrio de Greenwich, donde se sitúa el Stonewall.
El pequeño centro de acogida para los visitantes cuenta con una exposición con fechas de hitos para la comunidad, así como con una tienda de recuerdos con tazas, vasos, camisetas y mochilas donde el factor común es emblema multicolor de la comunidad.
Pero esta pequeña oficina entre bares y tiendas de fetiches no es solo un lugar donde comprar una camiseta, apunta Reena, sino “una manifestación de cómo la ciudad y el estado han abrazado este evento”.
Nueva York se convierte en la primera ciudad estadounidense en acoger el WorldPride, lo que coincide con la tradición histórica de ciudad de acogida para las minorías y los colectivos discriminados.
Esto lo indica la portavoz de NYC and Company -el organismo que se encarga de la promoción de la ciudad-, Adriana Aristizabal, para quien resulta clave la naturaleza de Nueva York como lugar con “brazos abiertos” para todos, sin importar procedencia, idioma o sexualidad.
“Nueva York ha sido un gran caldo de cultivo para todas las comunidades que han venido a habitar esta ciudad”, insiste Aristizabal, que recuerda también el papel de las autoridades públicas y de las organizaciones privadas a la hora de contribuir a que Nueva York se consolide como capital del turismo gay.
No solo por medidas como el centro de bienvenida o incluso la reciente petición pública de disculpas por parte del Departamento de Policía por la redada en Stonewall, sino por el importante papel que tiene dentro de la ciudad la comunidad.
Por poner un ejemplo, según un informe de la citada oficina de turismo neoyorquina, un año después de la aprobación en 2011 del matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado, el impacto positivo de la medida en Nueva York se cuantificó en 259 millones de dólares gracias a todas las ceremonias celebradas ese año.
Un atractivo -el ceremonial-, que sigue en pie a pesar de la luz verde estatal para todas las bodas homosexuales.
“La comunidad Queer forma parte del tejido de la ciudad”, reitera Reena. “Ahora tenemos no solo este barrio -el de Greenwich-, sino todos donde hay presencia del grupo. No solo el hecho de que formamos parte del tejido desde la Alcaldía, con el portavoz del Consejo Corey Johnson abiertamente gay y VIH positivo (...), sino con grandes instituciones dirigidas por miembros LGTBI”, aduce.
La presencia arcoíris de la ciudad no se reduce ya al reducto donde estalló el movimiento por los derechos LGBTI, sino que se ha extendido por los cinco condados que conforman la Gran Manzana, otro de los atractivos de la urbe.
“Hay muchísimos lugares queer a los que ir: bares, restaurantes. Si bajas la manzana, vas a encontrar una heladería gay. ?Dónde encontrarías eso?”, afirma Reena, que define a Nueva York como “un imán para el mundo, pero en particular para la comunidad LGTBI”.