Los Panamericanos de Lima 2019: un maratón resuelto en el esprint final
Lima — Lima acogerá a partir del 24 de julio los XVIII Juegos Panamericanos, el mayor evento deportivo de América y la primera ocasión en que la capital peruana organiza un evento de tal magnitud, cuyo proceso ha sido un largo y accidentado maratón que se ha resuelto en tiempo y forma con un espléndido esprint final.
El éxito o fracaso de los Juegos, cuya inauguración formal será el día 26 pero que tendrá competencias anticipadas, se tendrá que valorar a partir del 11 de agosto, cuando culminen las actividades de los 39 deportes que participan en esta edición, pero de lo que ya no cabe duda es de la capacidad del comité organizador para disipar el fantasma de la suspensión o del cambio de sede que acechó seriamente la competencia.
La aventura de la organización comenzó en enero de 2013, cuando la ciudad fue elegida como sede de los Juegos por la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA, hoy Panam Sports).
Nuevos estadios, infraestructuras desmesuradas, obras públicas ambiciosas y otros alardes constructivos formaban parte de un proyecto inicial que estuvo a punto de llevar al traste la celebración de los Juegos.
Un comité organizador inoperante hizo que en septiembre de 2016, a falta de poco más de dos años del inicio de los Juegos, no solo no se hubieran iniciado las obras necesarias, sino que ni siquiera se hubiera anunciado su licitación.
Con la alerta roja prendida, y mientras los mensajes y advertencias de Panam Sports sobre la preparación del evento crecían en urgencia y amenaza, el recién asumido gobierno de Pedro Pablo Kuczynski recompuso el comité organizador y nombró al empresario y surfista peruano Carlos Neuhaus como nuevo líder del proyecto.
Dos años y pocos meses después, Lima cuenta ya con las infraestructuras necesarias e instalaciones más que adecuadas para las necesidades deportivas, sin que exista el riesgo de dejar onerosos “elefantes blancos” una vez que concluyan los festejos y se apaguen las luces de los estadios.
La obra más ambiciosa, la Villa Panamericana que acogerá a los casi 7.000 atletas que participarán en las competencias, se construyeron en un tiempo récord después de que se replanteara la idea original de construir 39 edificios de 10 plantas.
Ahora los deportistas se alojarán en un complejo de 7 edificios de 20 plantas, una rebaja en la ambición inicial que también se corresponde con otras instalaciones.
Así, se dejaron de construir estadios para reformar y adecuar otros ya existentes, se concentraron las zonas de competencia y se buscó aprovechar solares como los que disponía la Villa Deportiva Nacional (VIDENA), un complejo público que ahora alberga el estadio de atletismo, el centro acuático, un velódromo y un polideportivo.
Lugares cómodos, asequibles, reutilizables y prácticos que se han edificado con una partida cercana a los 1.200 millones de dólares.
“Seis años, ojalá hubiera tenido seis años. He tenido dos años y medio. Empecé en 2016 y desde ese momento no hemos dejado de trabajar 24/7. Esto es producto de todo este esfuerzo y de un equipo que se ha comprometido y trabajado de la forma más intensa para cumplir con un compromiso de Estado”, afirmó Neuhaus a Efe mientras presentaba la piscina del centro acuático.
Así, desde hace semanas ya que la organización no pelea por “entregar las obras”, sino por “levantar el nivel y darle calor a quienes vengan a competir, que quienes estén en Lima se sientan atendidos y disfruten”, subrayó.
En el debe quedan las infraestructuras viales y las obras en el transporte público que se plantearon para resolver los enormes problemas de tránsito que los Juegos causarán a Lima.
Estas obras, que dependían de las autoridades nacionales y municipales, y que incluían la finalización de la línea 2 del Metro de Lima, ya se sabe no estarán listas, así como la reforma y adecuación de pistas y calles cercanas a los centros de competencia.
Ante la amenaza de que el tráfico perturbe el desarrollo de los Juegos, el Gobierno y los organizadores buscan medidas paliativas, como fijar carriles en las principales vías limeñas reservados para el tránsito de deportistas y autoridades o decretar días festivos y vacaciones escolares para reducir la intensidad del tránsito.