Gobierno presiona a jefe militar de Sudán para que impulse una transición
Washington — El Gobierno está presionando al jefe de la junta militar que gobierna Sudán, Abdelfatah al Burhan, para que impulse una transición en el país y lleve a la justicia a quienes han cometido serias violaciones de derechos humanos, dijo hoy a Efe un portavoz de la diplomacia.
Según esa fuente, Al Burhan se reunió este miércoles en Sudán con el subsecretario de Estado adjunto para Asuntos Políticos, David Hale, quien también mantuvo conversaciones con miembros de la plataforma civil opositora Fuerzas de la Libertad y el Cambio.
En su encuentro con Al Burhan, Hale insistió en que “EE.UU. está totalmente comprometido a ayudar a Sudán a hacer una transición a un Gobierno dirigido por civiles que refleje la voluntad del pueblo”.
Hale urgió a Al Burhan a cumplir con el acuerdo al que llegó a principios de agosto con las Fuerzas de la Libertad y el Cambio y que servirá de pilar para la transición en Sudán durante los próximos tres años.
En concreto, Hale “animó al general Al Burhan y a los líderes de las Fuerzas de la Libertad y el Cambio a continuar trabajando de manera constructiva para implementar el decreto constitucional” y “establecer las bases que se necesitan para una nueva estructura del Gobierno”, detalló el citado portavoz.
“Hale también les animó a tener negociaciones productivas para el establecimiento de una asamblea legislativa”, señaló el portavoz.
El reciente acuerdo entre la oposición y la junta militar complementa el alcanzado hace casi un mes para la formación de un Consejo Soberano que gobierne Sudán durante los próximos tres años y tres meses, periodo durante el que se buscará levantar las bases institucionales para unas elecciones democráticas con garantías.
Por otro lado, Hale pidió a Al Burhan que haga que rindan cuentas ante la justicia aquellos responsables de “serias violaciones de derechos humanos”, especialmente quienes perpetraron el sangriento desalojo de la acampada de protesta frente a la sede del Ejército en Jartum el pasado 3 de junio.
Sudán, con 40 millones de habitantes, comenzó un proceso de transición el 11 de abril con el derrocamiento por el Ejército del presidente Omar al Bashir tras meses de protestas en las calles por la mala situación económica, la inflación y la escasez de productos básicos.
La euforia de los sudaneses tras deshacerse del hombre que dirigió con mano de hierro el país durante tres décadas, un dictador reclamado por la Justicia internacional por crímenes de lesa humanidad, se fue apagando a medida que la junta militar reprodujo algunas de sus prácticas más odiadas y entró en conflicto con la oposición civil.
Sin embargo, cuatro meses después de la salida de Al Bashir, la junta militar y la opositora Fuerzas de la Libertad y el Cambio han llegado a un acuerdo que busca estabilizar el país.