Análisis: Biden luce a veces como favorito, a veces no
Joe Biden es el favorito en la contienda presidencial demócrata. Y en ocasiones durante el debate televisado el jueves por la noche lo pareció.
Parado entre dos senadores liberales que ofrecían cambios radicales, Biden expresó sin reparos su posición moderada sobre la salud pública, presionando a Bernie Sanders y Elizabeth Warren para que detallasen a para los votantes los costos financieros de implementar un sistema completamente administrado por el gobierno. Y se apoyó reiteradamente en el legado del expresidente Barack Obama, que sigue siendo el demócrata más popular en el país.
“Yo estoy con Barack _ pienso que Obamacare resultó”, dijo.
Pero en diversos momentos del debate, Biden no pudo responder a las dudas sobre su coherencia y su aptitud para la presidencia, pese a su ventaja en muchos sondeos nacionales y estatales. Más manifiestamente: en una respuesta vaga cerca del fin del debate acerca de sus declaraciones pasadas sobre la inequidad racial, Biden dijo que los padres pobres deberían poner el “tocadiscos” para sus hijos, antes de desviarse a comentarios sobre Venezuela.
La posición de Biden en la contienda demócrata es causa de mucha discusión en el partido. ¿Es un estadista experimentado que puede serenar a una nación nerviosa y recuperar a algunos de los votantes blancos de clase obrera que ayudaron a llevar a Trump a la Casa Blanca? ¿O es un político de 76 años cuya mejor época ha quedado atrás y está desconectado de un partido cada vez más joven, diverso e inclinado hacia la izquierda?
El debate del jueves alimentó ambas opiniones.
Biden lució confiado durante su larga discusión con Sanders y Warren sobre el sistema de salud pública en Estados Unidos. El expresidente los presionó sobre el costo de las propuestas de “Medicare para Todos”, evidenciando la renuncia de Warren a aclarar si su plan aumentaría los impuestos que paga la clase media. Sobre el suyo, Sanders dice que el aumento de los impuestos sería contrarrestado por la reducción de costos de la atención médica.
Biden fue blanco de duras críticas por sus rivales en los dos debates presidenciales previos. Pero esos ataques no mellaron mucho su posición en las encuestas, como tampoco lo han hecho sus errores verbales en el verano.
La otra realidad: Los candidatos que han lanzado las críticas más agudas a Biden han ganado poco terreno o han abandonado ya la contienda. La senadora Kamala Harris, por ejemplo, superó a Biden en el primer debate con una crítica muy personal sobre su posición de décadas sobre medidas para la desegregación escolar. Pero el impulso que ganó su candidatura fue muy breve.
Quizás conscientes de esa realidad, la mayoría de los candidatos evitaron criticar al exvicepresidente en el debate del jueves.
La notable excepción fue Julián Castro, quien fue secretario de viviendas durante el gobierno de Obama y necesita encontrar la manera de salir del sótano entre los candidatos. En un momento de gran intensidad, Castro cuestionó la memoria de Biden, en una clara alusión a la edad avanzada del vicepresidente.
“¿Se le olvida ya lo que dijo hace dos minutos?”, dijo Castro durante una discusión sobre salud.
En una entrevista tras el debate, el senador Cory Booker criticó también a Biden y que muchas personas dudaban de la capacidad de éste para “avanzar el balón más allá de la raya sin perderlo”.
Castro y Booker se centraban en la interrogante real sobre Biden: “¿Está demasiado viejo para ser presidente? Si es el nominado, ¿va a cometer un error en un momento crítico que le despejaría el camino a Trump?
Los tropezones de Biden en el debate magnificaron esas interrogantes. El veterano político pasó dificultades para responder a una pregunta sobre la guerra en Irak y dio una respuesta confusa a otra sobre cómo reparar el legado de la esclavitud. Biden pareció sugerir que las familias pobres necesitaban ayuda para aprender a educar a sus hijos.
Los partidarios de Biden argumentan que al final, esas respuestas _ y las interrogantes que generan _ les importan menos a los votantes que sus impresiones generales sobre el exvicepresidente. Y es cierto que hay una reserva de buena voluntad para Biden en el Partido Demócrata creada en gran parte por sus años en la Casa Blanca como número 2 de Obama.
Un tiempo que Biden trató de recordarles varias veces a los votantes.
“Yo apoyé a Barack Obama en esos ocho años _ lo bueno, lo malo, lo indistinto”, dijo en el debate.
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