OPINIÓN: Derrotado Trump intenta desconocer la elección con algo similar a un golpe de Estado
A unos días del voto del Colegio Electoral, el 14 de diciembre, Trump apresuró sus esfuerzos personales abusando de nuevo del poder presidencial, para tratar de revertir el resultado de la elección democrática que perdió, en lo que expertos consideran, sería el equivalente a un golpe de Estado técnico, aún bajo el riesgo de no completar los 270 votos que requiere, generando una crisis Constitucional, tensión, protestas, confrontación y violencia.
La medida es una aparente respuesta a los 42 fallos judiciales adversos contra sus denuncias de “fraude electoral y robo de la elección” que ni el presidente, sus abogados y seguidores, han podido probar ante los magistrados federales.
Trump exigió al gobernador republicano Brian Kemp de Georgia -quien ya certificó el resultado de la elección a favor de Joe Biden- convocar a “sesión especial” de la Legislatura Estatal, para que “designe delegados al Colegio Electoral que respalden la reelección”, ignorando el resultado de la elección, o revocar el resultado negativo para él en la votación, todo esto ante el silencio de la mayoría de los legisladores republicanos.
Eso mismo tratará de hacer en 25 estados más gobernados por republicanos o en los que ese partido controle legislaturas estatales.
Aunque parezca increíble, legisladores republicanos aún no felicitan a Biden para “no disgustar al presidente”.
Una encuesta del diario Washington Post, revela que, de 249 congresistas y senadores republicanos, solo 25 reconocen la victoria de Joe Biden.
En Georgia, que fue escenario de una feroz confrontación, en la más cara contienda por escaños del Senado, previó a la elección especial el 5 de enero de 2021, en la que está en juego la mayoría en el Senado, el presidente continuó atacando duramente al gobernador Kemp y al gobernador Ducey de Arizona, quien también certificó la elección en favor de Biden, en un evento al aire libre, al que acudieron unas 5 mil personas, sin mascarillas ni distanciamiento social, donde calificaron la elección en que Trump perdió, como “un fraude masivo”.
Aunque se especuló sobre la posibilidad de que anunciara su intención de volver a competir para presidente en 2024, si su intento de golpe de Estado técnico fracasa, algunas fuentes aseguraron que podría esperar al 20 de enero, “para desviar la atención de la Inauguración del presidente electo Joe Biden.
Trump es el primer presidente saliente que no solo rompió la tradición democrática de transición pacífica del poder, que ha sido uno de los pilares de la democracia americana, sino que abusó de su autoridad, capitalizando políticamente el envío de cheques de asistencia por COVID19 del Departamento del Tesoro con su nombre y aprobados por el Congreso.
De acuerdo a reportes difundidos en Washington, el presidente Trump intenta emitir una gran cantidad de perdones presidenciales a sus hijos, yerno y colaboradores e inclusive para él mismo, como “protección contra acciones de gobiernos federal, estatal y local”, lo que según expertos, equivaldría al reconocimiento de que incurrieron en crímenes.
Con sueños de grandeza, que lo han llevado a compararse con Abraham Lincoln, Franklin Delano Roosevelt o Sir Winston Churchill, Trump, quien a principios de año se dijo “presidente en guerra” ante la amenaza de la pandemia mundial, ahora se muestra completamente indiferente al hecho de que esta superpotencia es consumida gradualmente por el coronavirus que él minimizó en 4 meses sin adoptar otras medidas más que cancelar vuelos procedentes de China, lo que propició la rápida propagación, que se acerca a 15 millones de infectados y más de 200.000 nuevos casos por día. Solo los primeros 5 días de diciembre, se registraron un millón de casos, provocando una grave saturación de los hospitales de todo el país.
En la inédita llamada telefónica, antes de viajar a esa entidad con el supuesto propósito de apoyar a Kelly Loeffler y David Perdue, que enfrentan una difícil reelección especial el 5 de enero de 2021, que dará la mayoría del senado a demócratas o a los republicanos, Trump exigió también al gobernador Kemp, “una auditoría de firmas en las boletas electorales”, lo que el gobernador aclaró al presidente “no tiene la facultad de hacer”.
Tras 40 fallidos intentos de presentar la elección como “una conspiración y fraude masivo” que ni él ni sus abogados han podido probar con evidencia sólida en cortes federales y la que descartó también su incondicional procurador general de Justicia William Barr, Trump se quejó en Georgia, de la “ingratitud” de los gobernadores y funcionarios que “endosó” y no pudieron devolverle el favor.
Este agresivo y desesperado movimiento presidencial, genera mayor preocupación, porque se da en el contexto de sorpresivos cambios en el alto mando del departamento de Defensa, donde solo 24 horas después de la remoción del secretario Mark Esper y Kash Patel, su Jefe de asesores, el ex-boina verde Christopher Miller, nuevo secretario de Defensa en funciones, despidió a experimentados altos Jefes militares, de reconocida experiencia, que respetan las leyes y siguen al pie de la letra la Constitución, para sustituirlos por funcionarios civiles inexpertos pero “leales” que no dudarían en ejecutar órdenes del presidente, sin cuestionarlas.
Entre los “leales”, el general retirado Anthony Tata, ahora subsecretario de Planeación de Defensa, en sustitución de James Anderson, quien promovió teorías de conspiración -como Trump- asegurando que el ex presidente Barack Obama “no nació en Estados Unidos, era Musulmán y “líder terrorista” o que no tenía carrera Universitaria.
Adicionalmente, sustituyó a los integrantes del Consejo de Supervisión de Asuntos del Pentágono, del que formaban parte experimentados personajes como los ex secretarios de Estado Madeleine Albright y Henry Kissinger, entre otros, a los que se remplazó por inexpertos “leales” a Trump como el fallido candidato a Senador Corey Lewandosky, David Bossie y otros ex integrantes del Comité de Campaña de Trump, sumando incertidumbre al caótico contexto de transición, que algunos expertos consideran, puede afectar negativamente la seguridad nacional.
El secretario de Defensa en funciones remplazó al jefe del Comando de Operaciones Especiales y Conflictos de Baja Intensidad, para colocar a Ezra Cohen, a quien elevó a un nivel similar al de secretario del Ejército, la Naval y la Fuerza Aérea. Cohen, de 34 años, fue director del Centro Anti-Terrorismo del Consejo Nacional de Seguridad, subsecretario de Defensa para Operaciones Antinarcóticos y Amenazas Globales- y uno de los promotores de la mentira de que “la administración Obama espió al Comité de Campaña de Trump”.
Cohen servía en el Consejo Nacional de Seguridad a donde ingresó por el general Michael Flynn, quien recomendó al presidente Trump implementar “ley marcial” durante la elección del 5 de enero en Georgia.
Por si fuera poco, el nuevo secretario de Defensa en funciones se negó a permitir que integrantes del equipo de Seguridad Nacional del presidente electo Joe Biden, se reunieran con los jefes de la la Agencia Nacional de Seguridad y la Agencia de Inteligencia de Defensa, así como los servicios de monitoreo satelital y servicios de espionaje militares, a fin de conocer presupuestos y plataformas de esos servicios clasificados e información sensitiva de esas agencias y sus evaluaciones sobre el posible impacto del retiro de tropas en Afganistán, Irak y Somalia y otros aspectos vitales.
El Pentágono les solicitó una lista de quienes irían, que temas les interesan y el tiempo que necesitan, posiblemente para consultar con la Casa Blanca.
Trump enciende la mecha de la revolución republicana
En su esfuerzo por reelegirse el presidente Trump ha generado un problema mayor para él y su partido.
En su primer viaje post electoral a Georgia, Trump encendió la mecha de la “guerra civil republicana”.
En defensa del presunto “robo de la elección,” el ex abogado de Trump, Lin Wood, líder del grupo QAnon, reclamó al liderazgo del Partido Republicano, al gobernador de Georgia y al secretario de Estado, “no hacer lo suficiente” y exhortó a sus seguidores a “no votar en las elecciones manipuladas del 5 de enero del año próximo” lo que entregaría el control del senado a los demócratas.
Ante esa posibilidad, el vicepresidente Mike Pence, dijo el viernes a los conservadores de Georgia que “El senado podría ser la última línea de defensa del Partido Republicano” asumiendo la pérdida de la elección presidencial.
Animado por malos asesores que lejos de aterrizarlo y hacerle ver su derrota, Trump dedica los últimos días de su agonizante gestión, a hacer cuanto puede por sembrar dudas acerca de la legitimidad del presidente electo Joe Biden.
Trump teme un tsunami de demandas en su contra
La semana pasada la cadena MSNBC difundió documentos que revelan como negocios del presidente Trump recibieron al menos 2.000 millones de dólares, del paquete de 4 trillones de dólares autorizado por el Congreso para ayudar a empresas medianas y pequeñas. Además el Departamento de Justicia investiga la posible concesión de Perdones Presidenciales a cambio de sobornos encubiertos como “contribuciones de campaña” y que Ivanka Trump debió testificar 5 horas sobre pagos excesivos al Hotel Trump en Washington, durante la toma de posesión del presidente.
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