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Una máquina del tiempo para nostálgicos del circo Ringling en Florida

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Los nostálgicos del legendario circo Ringling, que cerrará en mayo después de 146 años de andadura, tienen un lugar en Sarasota (Florida) para recordar el que en su día fue el “mayor espectáculo del mundo”.

El cañón con el que se disparaba al hombre-bala, un vagón original del tren en el que sus integrantes se desplazaban por todo el país, las jaulas donde se encerraba a los elefantes, cartelería original y diferentes piezas de colección. Todo ello se encuentra en el Museo Ringling, una máquina del tiempo para decenas de generaciones de estadounidenses.

El museo vio como sus particulares “buscadores de nostalgia” crecieron desde que en enero se anunció el cierre del circo Ringling, dice a Efe la responsable de relaciones públicas del complejo donde se encuentra el museo, Alice Murphy.

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Para Murphy, el Ringling es “parte de la cultura americana” y su mayor logro fue “cambiar” la percepción que la que gente de Estados Unidos “en los años 1930 o 1940” tenía de lugares remotos del mundo.

Por aquel entonces era normal que el circo transportase todo tipo de animales exóticos impactantes para gente que, de no ser por el Ringling, solo los habría visto fotografiados o dibujados en libros.

El museo cuenta con una maqueta de grandes dimensiones hecha pieza a pieza durante décadas por un apasionado del circo Ringling, Howard Tibbles, un anciano de 80 años que aún construye piezas y que solía trabajar en el mismo museo antes de irse de allí porque los visitantes le molestaban, según relata Alice Murphy.

En su modelo, el visitante comprueba cómo la llegada a la ciudad del circo, de nombre oficial Ringling Bros. y Barnum & Bailey, era todo un “acontecimiento”, explica Murphy.

El vagón de tren original del circo de principios del siglo XX ocupa gran parte de otra de las salas. Los detalles y la decoración de su interior indican la gran capacidad financiera que alcanzó el Ringling en aquella época.

Muy cerca, se encuentran las enormes jaulas en las que vivían los animales que se usaban en las funciones.

“Eran otros tiempos”, afirma Pam, una visitante jubilada de Connecticut que a principios de febrero asistió a una actuación del circo Ringling en Tampa (Florida) y salió decepcionada por lo que vio.

Mientras prueba uno de los juegos interactivos que el museo tiene para recrear el circo, asegura que “cuando era niña tenían de todo”, pero ahora es un “concepto más moderno” en el que apenas hay animales.

Asociaciones de defensa de los animales, como Personas por el Tratamiento Ético de los Animales (PETA), acusaron en los últimos años al Ringling de explotar a los animales y, en 2016, el circo decidió dejar de utilizar elefantes en sus representaciones.

Poco después, en enero de 2017, Feld Entertainment, propietaria del circo en la actualidad, anunció el cierre definitivo debido a un descenso “mayor de lo previsto” en la venta de entradas justo después de eliminar los espectáculos con elefantes.

Los animales fueron una de las claves del éxito del Ringling y Catherine Madingley, otra visitante, insiste en que el museo le recuerda a los “mejores momentos de su infancia”.

Catherine, jubilada también y que creció en Washington, rememora el día en el que sus padres la llevaron al Madison Square Garden de Nueva York y tiene grabado el “enorme desfile de elefantes hasta el edificio” a pesar de que solo tenía cuatro o cinco años.

Su marido, a su lado, asegura que era “muy emocionante para un chico” ver a los caballos corriendo en el circo y señala que es “muy triste” que el histórico Ringling vaya a dejar caer el telón para siempre.

Según Alice Murphy, una de las cualidades del museo es que provoca una “gran conversación intergeneracional”, porque muchos abuelos enseñan a sus nietos cómo era la vida cuando tenían su edad.

En 1924, uno de los hermanos fundadores del circo Ringling, John Ringling, decidió establecer la sede del circo y su residencia en Sarasota, localidad de la costa oeste de Florida, al sur de Tampa.

Allí construyó su mansión de estilo veneciano frente a la bahía, acompañada de un museo de arte en la misma propiedad de 66 acres (277.300 metros cuadrados) en la que se encuentra el museo del circo, inaugurado en 1948 por el entonces director de The Ringling, Everett “Chick” Austin Jr.

Después de la llegada de John Ringling, el lugar se convirtió en ciudad circense y muchos otros espectáculos mudaron su cuartel general a Sarasota o nacieron allí.

En la actualidad perviven varios de ellos, como el Circus Sarasota, donde esta semana cinco equilibristas cayeron mientras ensayaban sobre un cable a 9 metros de altura para una actuación.

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