LO QUE DEBE SABER: Metanfetamina vs. Opioides
San Francisco — Kim acudió a una cata de vinos con un amigo en Sonoma, California. Discutieron en el auto esa noche y Kim pensó que alguien los seguía. Estaba convencida de ello y quería escapar.
“Salté del auto y comencé a correr. Pasé a través de agua y subí a un árbol”, relató. “Literalmente estaba corriendo por mi vida”.
Kim estaba empapada cuando entró a la casa de una mujer, la despertó en su cama y le pidió ayuda. Cuando la mujer llamó a la policía, Kim huyó y encontró una casa de huéspedes vacía de otra mujer donde dormir, al estilo Ricitos de Oro.
“Pero luego desperté y robé su auto”, confesó Kim, de 47 años y quien ahora está en recuperación. (Kim utiliza solo su nombre de pila porque consume drogas ilícitas). Kim estaba drogada con Xanax y metanfetamina. “Me volví loca. La meta hace que las personas actúen con total locura”.
Mientras que los funcionarios de salud pública se centran en la epidemia de opiáceos, otra epidemia se desarrolla silenciosa, pero vigorosamente, detrás de cámaras. El uso de metanfetamina aumenta en EEUU, especialmente en el Oeste, lo que provoca que los proveedores de primeros auxilios y de tratamiento de adicciones pasen apuros para manejar una necesidad creciente.
En todo el país, las muertes por sobredosis con metanfetamina aumentaron más de cuatro veces de 2011 a 2017. Las admisiones en las instalaciones de tratamiento de adicción a la metanfetamina aumentaron 17%. Las hospitalizaciones relacionadas con la droga se elevaron 245% de 2008 a 2015; y en el Oeste y Medio Oeste, 70% de las agencias policiales locales afirma que la metanfetamina es su mayor amenaza por drogas.
Pero los formuladores de políticas en Washington DC no van a la par, y dirigen la mayor parte de los fondos y la atención a los opioides, aseguró Steve Shoptaw, psicólogo especialista en adicciones de la UCLA, donde escucha una tra otra historias sobre las vidas destruidas por la metanfetamina.
“Pero cuando estás en DC, donde quienes toman decisiones sobre cómo distribuir los recursos, esos casos son silenciados por la narración mucho más fuerte en torno a la epidemia de los opioides”, dijo.
Incluso dentro de los círculos de tratamiento de drogas, hay una división. Quienes combaten la adicción a los opiáceos temen que sus esfuerzos por lograr la aceptación de medidas como los programas de intercambio de agujas y los sitios de inyección seguros, se vean amenazados si los activistas contra la metanfetamina exigen demasiado.
“Como estadounidenses tenemos un límite en la tolerancia para lidiar con la adicción”, indicó Shoptaw. “Y si los usuarios de opioides acaparan esa tolerancia, entonces no hay más”.
Por lo tanto, los formuladores de políticas en San Francisco intentan comprender en qué medida la metanfetamina afecta al sistema de salud pública de su ciudad. El alcalde recientemente estableció un grupo de trabajo para combatir la epidemia.
“Es algo que debemos frenar”, señaló Rafael Mandelman, un supervisor de distrito de San Francisco que presidirá el grupo de trabajo. “Con el tiempo, esto causa un daño duradero en el cerebro de las personas. Si no tienen un padecimiento médico subyacente al principio, al final lo tendrán”.
Desde 2011, las visitas a las salas de emergencias relacionadas con la metanfetamina en San Francisco aumentaron 600% a 1,965 en 2016, el último año para el cual hay datos de las salas de emergencia. Las admisiones en hospitales aumentaron 400% a 193, según los datos de salud pública de la ciudad. Y en el Hospital General de San Francisco, de un total anual de 7,000 visitas de emergencia psiquiátrica el año pasado, el 47% correspondió a personas que no padecían necesariamente una enfermedad mental, sino que estaban drogadas con metanfetamina.
“Se comportan como alguien que experimenta esquizofrenia crónica”, detalló Anton Nigusse Bland, director médico de servicios de emergencia psiquiátrica en el Hospital General de San Francisco. “Es casi indistinguible en ese momento”.
Tienen psicosis inducida por metanfetamina.
“A menudo son paranoicos, piensan que alguien intenta hacerles daño”, advirtió. “Sus percepciones son incorrectas”.
Si la persona está extremadamente agitada, los médicos pueden administrar un sedante o incluso un medicamento antipsicótico. De lo contrario, el tratamiento es solo esperar entre 12 y 16 horas para que desaparezca el efecto de la metanfetamina y no haya más psicosis.
“Sus pensamientos están más organizados, pueden mantenerse adecuadamente vestidos. Comen y se comunican”, agregó Nigusse Bland. “La mejoría en la persona es drástica porque ocurre muy rápido”.
La tendencia en el aumento del uso de estimulantes es a nivel nacional: cocaína en la costa Este y metanfetamina en la costa Oeste, dijo Daniel Ciccarone, profesor de medicina e investigador del uso de sustancias en la Universidad de California, San Francisco (UCSF).
“Es una ola epidémica que viene, que ya está aquí”, mencionó. “Pero no ha entrado por completo en nuestra conciencia pública”.
Las preferencias de drogas son generacionales, explicó Ciccarone. Cambian con los peinados y las opciones de vestimenta, como los pantalones acampanados o los calentadores para las piernas. Fue la heroína en los años 70, la cocaína y el crack en los 80. Luego, las pastillas de opiáceos, después la metanfetamina, luego la heroína y ahora, otra vez, la metanfetamina.
“La cultura crea esta noción de elevarse, no descender”, ejemplificó Ciccarone. “La gente que se inicia en el consumo de drogas dice: ‘¡Vaya, realmente no quiero hacer eso! Escuché que es mortal’”.
Kim ha consumido metanfetamina en dos periodos. Cuando se enganchó con fuerza en los 90, salía con motociclistas, yendo a clubes en San Francisco.
“Ahora, lo que veo es que puedes encontrarlas en cualquier vecindario. No es lo mismo que antes cuando era una especie de tabú”, dijo Kim. “Ahora es más aceptado socialmente”.
Un indicio sobre quién usa metanfetamina hoy lo ofrecen los datos sobre las muertes.
La metanfetamina no es tan letal como los opiáceos: en 2017, 47,600 personas murieron por sobredosis relacionadas con opioides en comparación con 10,333 relacionadas con metanfetamina. Pero la tasa de mortalidad por metanfetamina está en aumento. Las muertes relacionadas con ellas en San Francisco se duplicaron desde 2011, otro indicio de que más personas consumen metanfetamina y que el suministro de hoy es muy intenso, informó Ciccarone de la UCSF.
Otra hipótesis para explicar el crecimiento en las sobredosis relacionadas con metanfetamina es que los consumidores envejecen. La mayoría de las muertes por dicha sustancia se deben a una hemorragia cerebral o un ataque cardiaco, lo cual sería inusual para un joven de 20 años.
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