Terrestres y astronautas charlan a través de frecuencias de radioaficionados
La Estación Espacial Internacional costó más de $100 mil millones, pero se puede conseguir un aparato de radioaficionado por unos cientos de dólares.
Quizá eso explique, en parte, el atractivo de uno de los inventos científicos más importantes de la humanidad para comunicarse con la Tierra a través de una tecnología que tiene más de 100 años. Pero tal vez haya una explicación más sencilla de por qué los astronautas y los radioaficionados han estado hablando y hablando durante años.
El astronauta de la NASA Doug Wheelock tenía solo unas pocas semanas en su misión de seis meses en la estación espacial cuando comenzaron a tener sentimientos de aislamiento.
Wheelock estaría separado de sus seres queridos, salvo para la comunicación a través de un teléfono de Internet, correo electrónico o redes sociales. A veces, el estrés y la tensión de servir como comandante de la estación pueden ser intensos.
Una noche, mientras miraba la Tierra por una ventana, recordó el aparato de radioaficionados de la estación espacial. Se le ocurrió encenderlo para ver si alguien estaba escuchando.
“Cualquier estación, cualquier estación, esta es la Estación Espacial Internacional”, dijo Wheelock.
Una avalancha de voces surgió de las ondas de radio.
Los astronautas a bordo de la estación espacial a menudo hablan con los estudiantes a través de estas frecuencias, que también se pueden usar en emergencias, pero esas son apariciones programadas. Algunos, como Wheelock, dedican su limitado tiempo libre a ponerse en contacto con radioaficionados de todo el mundo.
“Me permitió... simplemente llegar a la humanidad allá abajo”, dijo Wheelock, quien interactuó con muchos operadores, conocidos como “radioaficionados”, durante esa estadía en la estación espacial en 2010. “Se convirtió en una emoción y una conexión realmente visceral con el planeta”.
La primera transmisión de radioaficionados desde el espacio data de 1983, cuando el astronauta Owen Garriott tomó las ondas desde el transbordador espacial Columbia. Garriott era un radioaficionado con licencia que, en la Tierra, había usado su equipo doméstico en Houston para charlar con su padre en Oklahoma.
Garriott y su compañero astronauta Tony England presionaron a la NASA para que permitiera equipos de radioaficionados a bordo de los vuelos del transbordador.
“Pensamos que sería un buen estímulo para que los jóvenes se interesen en la ciencia y la ingeniería si pudieran experimentar esto”, expuso England, quien fue el segundo astronauta en usar la radioafición en el espacio.
Una organización casi en su totalidad voluntaria llamada Radio Amateur en la Estación Espacial Internacional, o ARISS, ahora ayuda a organizar el contacto entre estudiantes y astronautas en la estación espacial. Los estudiantes se preparan para hacer preguntas rápidas, una tras otra, en el micrófono del radioaficionado durante un breve período de 10 minutos antes de que la estación espacial se salga del alcance.
“Tratamos de pensar en nosotros mismos como si estuviéramos plantando semillas y esperando que crezcan algunos robles poderosos”, manifestó Kenneth G. Ransom, coordinador del proyecto ISS Ham en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.
Por lo general, cada año se eligen unas 25 escuelas en todo el mundo, dijo Rosalie White, secretaria tesorera internacional de ARISS.
“No mucha gente puede hablar con un astronauta”, subrayó. “Ellos entienden la importancia de eso”.
Las conversaciones también son un placer para los astronautas.
“Estás hablando con alguien y mirando directamente hacia donde está”, dijo el astronauta de la NASA Ricky Arnold II.
En los últimos 10 años, la radioafición se ha vuelto más popular, dicen los expertos, con alrededor de 750.000 operadores aficionados con licencia en EE.UU, no todos están activos en el aire, ayudando a impulsar ese interés: comunicaciones de emergencia.
“La radioafición es cuando todo lo demás falla”, dijo Diana Feinberg, gerente de la sección de Los Ángeles de la American Radio Relay League, la asociación nacional de radioaficionados. “A diferencia de otras formas de comunicación, no requiere ningún tipo de red conmutada”.
Pero para algunos radioaficionados, el atractivo es la oportunidad de conectarse con personas de todo el mundo, o incluso por encima de él.
Durante su misión en el transbordador de 10 días en 1983, el astronauta Garriott habló con unos 250 radioaficionados de todo el mundo, incluido el Rey Hussein de Jordania y el Senador Barry Goldwater de Arizona. Garriott murió en 2019.
“Desde mi perspectiva, incluso desde una edad temprana, era muy obvio lo inspirador que fue ese momento a nivel mundial”, dijo su hijo Richard Garriott. “La gente de Australia y Estados Unidos, de todas partes, se había sintonizado y claramente los conmovió. No importa cuál sea su estación, no importa dónde se encuentren físicamente, todos se convirtieron en parte de esta experiencia global”.
No es sorprendente que Richard Garriott siguiera el ejemplo de su padre con un vuelo en 2008 a la estación espacial como astronauta privado. Durante su tiempo libre en la misión de 12 días, el joven Garriott se puso en contacto con tantos radioaficionados en tierra, incluido su padre, que los dos papeles que llevó para registrarlos se llenaron durante su primer día en la radio.
“En cualquier masa de tierra moderadamente poblada, sin importar la hora del día o de la noche, se encontrará un grupo abundante de entusiastas que están listos para hacer contacto”, dijo.
¿Qué impulsa este deseo de contacto? A los operadores de radioaficionados les encantan los desafíos, especialmente cuando se trata de llegar a lugares remotos o inusuales.
“Siempre estamos hablando con gente que no conocemos”, dijo England. “Si no hubiéramos disfrutado la aventura de conocer a otras personas de esa manera, probablemente es por que no seríamos unos radioaficionados”.
El operador aficionado Larry Shaunce ha hecho algunos contactos con astronautas a lo largo de los años, la primera vez en la década de 1980, cuando era adolescente, contactó a Owen Garriott.
Más recientemente, Shaunce, de 56 años, se puso en contacto con la astronauta de la NASA Serena Auñón-Chancellor en 2018.
“Hola, soy Larry en Minnesota”, dijo después de que Auñón-Chancellor reconociera su distintivo de llamada.
“¡Oh, Minnesota!”, respondió ella, agregando que podía escucharlo “muy claro” en el espacio y que debía tener un buen equipo.
“Siempre es emocionante cuando hablas con alguien en el espacio”, dijo Shaunce, un técnico electrónico en Albert Lea, Minnesota. “Nunca se sabe. Superviso la frecuencia todo el tiempo”.
James Lea sabe que llegar a la estación espacial puede ser impredecible. Él y un amigo una vez se detuvieron cerca de una granja en Bunnell, Florida, mientras la estación espacial volaba por encima.
La pareja se sentó en un camión con una antena en el techo y el equipo de radio en la cabina. Después de algunos intentos, escucharon a Auñón-Chancellor responder: “Hola, buenos días, Florida. ¿Cómo estás?”.
Lea, de 53 años, cineasta e ingeniero, recordó que él y su amigo estaban “sentados en medio de un campo de coles. El hecho de que ella se comunicara con él fue algo increíble”.
Hope, la hija de Lea, ha intentado durante años contactar a la estación espacial, pero nunca ha obtenido respuesta. Obtuvo su licencia de radioaficionado a los 8 años. Ahora con 14, Hope está pensando en convertirse en astronauta e ir a Marte, dijo su padre.
David Pruett, un médico de emergencias de Hillsboro, Oregón, trató de comunicarse con la estación espacial usando una radio amateur multibanda con una antena de montaje magnética, colocada en una bandeja para pizza para mejorar el rendimiento. Trabajando desde la mesa del comedor, hizo muchos intentos infructuosos. Pero un día, la estación espacial se acercó a la Costa Oeste y Pruett volvió a hacer la llamada.
“Noviembre Alpha One Sierra Sierra”, dijo, utilizando el indicativo de llamada de radioaficionado de la estación espacial.
Segundos de silencio se prolongaron después de la identificación de Pruett: “Kilo Foxtrot Seven Echo Tango X-ray, Portland, Ore”.
Luego vino un crujido, luego la voz del astronauta Wheelock. Al final, ambos firmaron con “73” - jerga para “saludos cordiales”. Recordar esa primera conversación en 2010 todavía hace que a Pruett se le erice el vello de los brazos.
“Fue absolutamente increíble”, manifestó Pruett. “Presionar el botón del micrófono y llamar a la Estación Espacial Internacional, luego soltar el botón y esperar, para después escuchar este pequeño crujido, y escuchar a Doug Wheelock contestar: ‘Bienvenido a bordo de la Estación Espacial Internacional’, es simplemente alucinante”.
Pruett y Wheelock llegaron a tener 31 contactos en total, uno cuando Pruett se quedó atorado en el tráfico en Tacoma, Washington.
“Siento que entablé una amistad con él”, dijo Pruett, de 64 años, quien relató muchos de sus contactos en YouTube. “Solo puedo imaginar que su carga de trabajo es muy reducida y que tienen muy poco tiempo libre, pero creo que fue muy generoso de su parte donar tanto de su tiempo libre a radioaficionados como lo hizo”.
Wheelock recuerda bien a Pruett.
“David fue uno de los primeros contactos que hice”, dijo. “Fue una de las primeras voces que escuché cuando me acercaba a la Costa Oeste”.
Los otros contactos de radioaficionado de Wheelock le dejaron una impresión igualmente profunda, incluido un hombre de Portugal con el que habló tantas veces que Wheeler y sus compañeros astronautas una vez le dieron una serenata cantándole “Feliz cumpleaños para ti”.
Wheelock también se puso en contacto con algunos de los socorristas que trabajaron para rescatar a los 33 mineros chilenos atrapados bajo tierra durante 69 días en 2010.
“Solo quería darles una palabra de aliento... para hacerles saber que hay alguien arriba que se preocupa por lo que están haciendo y lo que encuentran en su camino”, dijo.
Durante una misión de seis meses de 2005 a 2006, el astronauta de la NASA William McArthur habló por la frecuencia de radioaficionados con 37 escuelas e hizo más de 1.800 contactos individuales en más de 90 países.
“Eso es solo un porcentaje infinitesimalmente pequeño de la población mundial, pero es mucho más de lo que creo que podría haber llegado directamente de otra manera”, señaló. “Quería compartir con personas que tal vez fueran al azar, que quizá no tuvieran una conexión especial o conocimiento sobre la exploración espacial”.
También permitió cierta variedad en sus compañeros de conversación. Durante su misión, su principal compañero de tripulación era el cosmonauta ruso Valeri Tokarev.
“Lo amo como a un hermano. Somos muy, muy cercanos”, dijo. “Pero aún con todo eso, es estar juntos durante seis meses”.
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