La próxima década será clave en la lucha contra el cambio climático
Para Andrew Wheeler, jefe de la Agencia de Protección Ambiental, el calentamiento global es un problema para el futuro. “La mayoría de las amenazas del cambio climático son dentrode 50 a 75 años”, afirmó en una entrevista reciente, expresando un sentimiento común.
Pero los científicos aseguran que actuar sobre el tema es un gran desafío para el presente. “La próxima década es realmente clave”, aseveró Joeri Rogelj, científico en el Imperial College de Londres.
No sólo porque los impactos del aumento de la temperatura -desde tormentas severas hasta mareas crecientes- ya son obvios. También porque limitar el daño futuro requiere de acciones audaces para reducir el dióxido de carbono y otras emisiones de gases de efecto invernadero en la actualidad.
Es como dirigir una gran nave, explicó Drew Shindell, un científico del clima de la Universidad de Duke: “Hay que probarla con anticipación, porque al momento de necesitar hacerlo nos tomará mucho tiempo”.
En el marco del tratado sobre el clima de París, suscrito en 2015, los países acordaron limitar el calentamiento a “muy por debajo” de los dos grados centígrados (aproximadamente 3.6 grados Fahrenheit) sobre las temperaturas preindustriales, y apuntar a una meta de 1.5 grados centígrados (aproximadamente 2,7 grados F.).
De acuerdo con un informe de 2018 del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), alcanzar el objetivo más bajo reduciría los fenómenos meteorológicos extremos, evitaría la extinción de más especies y facilitaría la adaptación de las personas a lo que aún será un mundo significativamente alterado.
Pero cumplir con cualquiera de las dos metas climáticas es una tarea difícil.
La próxima semana, los científicos se reunirán en Escocia para considerar opciones, mientras comienzan a preparar el próximo informe importante del IPCC. Hay poco debate respecto de que mantener el calentamiento en 1.5 grados requerirá esfuerzos radicales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años.
Es una cuestión de contabilidad: los seres humanos ya han liberado suficientes gases de efecto invernadero para elevar la temperatura promedio del planeta en aproximadamente un grado centígrado. Con los promedios actuales, emitiremos lo suficiente en la próxima década para garantizar otro medio grado de calentamiento.
Si la humanidad debe cambiar de rumbo es una cuestión política, no científica. Pero si decidimos intentarlo, los investigadores afirman que en primer lugar las emisiones deben dejar de aumentar, porque en la próxima década deben bajar aún más.
El informe del IPCC del año pasado, con el cual Rogelj y Shindell colaboraron, examinó los resultados de cientos de estudios científicos y concluyó que, para 2030, las emisiones deben caer a aproximadamente la mitad de los niveles de 2010, en pos de mantener un nivel decente de 1.5 grados. Alrededor de 2050, las emisiones de carbono deben caer a cero, o cerca de ello (las fuentes de gases de efecto invernadero difíciles de detener, como los aviones, deberán ser compensadas para alcanzar lo que los científicos denominan emisiones de “cero neto”).
El objetivo de dos grados le da al mundo 25 años adicionales, aproximadamente, para descarbonizar la economía, señaló Rogelj. Aun así, la tarea será mucho más difícil si la sociedad no comienza a reducir las emisiones antes de que termine la década. “Si ya comenzamos a poner al mundo bajo una línea de emisiones en declive, con una trayectoria clara hacia el cero neto, sería un gran logro”, opinó.
Sensibilidad climática
Mirar hacia el futuro nunca es fácil y todas estas líneas de tiempo son inherentemente inciertas.
Eso se usa a veces como una excusa para demorarse, expuso Jonathan Lamontagne, analista de sistemas en la Universidad de Tufts. El experto cree en realidad que es una razón para movilizarse antes, en caso de que el trabajo resulte ser incluso más difícil de lo que los investigadores esperan.
Tomemos por ejemplo el problema de la sensibilidad climática, una medida de cómo el planeta responde a las emisiones de gases de efecto invernadero. Generalmente se define como el aumento de la temperatura que resulta de duplicar la concentración de CO2 en la atmósfera de 280 partes por millón (el nivel preindustrial) a 560 ppm. (ahora ha alcanzado las 412 ppm).
Pero la cifra exacta resulta difícil de precisar. Los científicos creen que la sensibilidad climática se encuentra entre 0.8 y 2.5 grados, mientras que los niveles de CO2 siguen cambiando, como lo están haciendo ahora, y entre 1.5 y 4.5 grados una vez que el planeta se haya establecido en un nuevo equilibrio.
Los investigadores han tratado de reducir estas estimaciones mediante el análisis de la relación entre las emisiones pasadas y las tendencias históricas de calentamiento. Sin embargo, algunas de las actividades que producen gases de efecto invernadero, como quemar carbón, también producen partículas de aerosol que enfrían temporalmente el planeta. “Eso lo hace muy difícil”, argumentó Gabriele Hegerl, especialista en ciencias del clima de la Universidad de Edimburgo.
El verdadero valor de la sensibilidad climática determinará en gran medida la cantidad de calentamiento que tendremos debido a los gases de efecto invernadero que ya hemos emitido, y la cantidad de carbono que podremos emitir en el futuro cumpliendo a la vez con los objetivos climáticos.
De acuerdo con un estudio realizado este mes en Nature Climate Change, si la sensibilidad cae en el extremo superior del rango, probablemente hayamos perdido nuestra oportunidad de limitar el calentamiento a incluso dos grados. “En realidad podría ser demasiado tarde”, consideró Lamontagne, quien dirigió el estudio.
Si vivimos en un mundo moderadamente sensible, todavía tenemos una oportunidad, pero sólo si las emisiones de CO2 caen a cero para el 2030, remarcó Lamontagne.
Las estimaciones recientes de sensibilidad climática transitoria apuntan a números algo más bajos; si es así, tenemos hasta mediados de siglo para reducir las emisiones. Pero los científicos aseguran que eso no es motivo para postergarlo. Tal como aseveró Hegerl: “Todavía hay mucho por hacer y hay que hacerlo pronto”.
Difícil, pero no imposible
Finalmente, el factor más importante para controlar la temperatura de la Tierra es, qué tanto logramos reducir las emisiones en la próxima década, explicó Lamontagne.
“Nuestras acciones de hoy van a darle a las generaciones futuras un clima sobre el cual tendrán muy poco control”, dijo.
Los científicos han explorado cómo el mundo podría cumplir sus objetivos en diversas circunstancias, utilizando modelos que consideran las leyes tanto de la física como de la economía, con la esperanza de delimitar el rango de posibilidades.
No hay una forma única de abordar el cambio climático, pero las medidas que triunfaron comparten algunas características comunes: mayor eficiencia energética, una drástica caída en el uso del carbón, un fuerte aumento de la energía renovable para los vehículos eléctricos y un cambio hacia dietas más vegetarianas y amigables con el clima.
En estas circunstancias, los cambios se producen en todo el mundo y son rápidos. Muchos están en marcha ya hacia 2030.
Implementarlos sería costoso, pero teóricamente factible. El IPCC estimó que lograr un mundo de 1.5 grados requerirá $2.4 billones en inversiones de energía limpia cada año, hasta 2035. Eso equivale a un 2.5% del producto interno bruto (PIB) mundial combinado.
El equipo de Lamontagne calculó que el costo para alcanzar un máximo de 2 grados de calentamiento para 2100 podría ser tan alto como del 3% o 4% del PIB global.
El no actuar también conlleva un alto costo. Un estudio estimó que 4 grados de calentamiento le robarían a la economía mundial $23 billones por año; otro descubrió que para 2100, el cambio climático no mitigado reducirá los ingresos globales en un 23%. De acuerdo con un informe de 2018 encargado por el Congreso, la cifra podría alcanzar miles de millones de dólares por año sólo en EE.UU.
Muchos de estos costos serían por desastres naturales que dañarían edificios y otras infraestructuras y la contaminación del aire por la quema de combustibles fósiles que agravarían las enfermedades respiratorias y de otros tipos. “Las cuentas serían parte de nuestro seguro médico y seguro de hogar por inundación”, dijo Shindell.
De acuerdo con un estudio publicado esta semana, sólo la mejora de la calidad del aire por pasar a combustibles limpios salvaría millones de vidas por año.
De hecho, la rápida acción climática es a menudo un requisito previo no sólo para mejorar la salud sino también para reducir la pobreza y la desigualdad en todo el mundo, descubrió el IPCC.
Si la sociedad podrá cambiar lo suficientemente rápido como para cumplir los objetivos climáticos de París, nadie lo sabe. Los científicos pueden hacer estimaciones, pero es hora de comenzar a experimentar en el mundo real, consideró Rogelj. “Lo único que sabemos ahora es que podemos intentarlo”, aseveró.
Aspiraciones contra la realidad
Hasta el momento, las promesas oficiales de los países para reducir las emisiones en virtud del acuerdo de París están muy lejos de lo que se necesita para cumplir el objetivo de 1.5 grados.
Un informe de progreso de 2018 detectó que, con los compromisos actuales, el mundo se calentará tres grados para 2100 y seguirá en aumento después de ese año. En realidad, las emisiones de Estados Unidos y de muchos otros países han aumentado. “Se está poniendo un poco peligroso y es triste de ver”, dijo Hegerl.
La representante, Alexandria Ocasio-Cortez (D-N.Y.), y el senador, Ed Markey (D-Mass.), derecha, revelan una legislación que copatrocinan. Ambos proponen un Green New Deal (nuevo acuerdo verde) que cambiaría drásticamente en EE.UU los combustibles fósiles por energía renovable (Saul Loeb / AFP / Getty Images).
Propuestas como el Green New Deal (nuevo acuerdo verde), patrocinado por la representante Alexandria Ocasio-Cortez (D-N.Y.), buscan acelerar drásticamente los recortes de emisiones en EE.UU durante los próximos 10 años, aunque no está claro si existe voluntad política para adoptar tal plan. En los países en vías de desarrollo, los grandes obstáculos económicos y técnicos pueden dificultar aún más la tarea.
Es probable que otra década de inactividad signifique ignorar los objetivos climáticos actuales, a menos que se encuentren formas de corregir el desastre más adelante.
Una posibilidad es eliminar el CO2 de la atmósfera apelando a árboles y cultivos de biocombustibles para aspirar el gas. Los científicos también han desarrollado tecnologías para extraerlo directamente del aire. Tales enfoques serán necesarios para alcanzar las emisiones netas cero, pero siguen sin probarse a gran escala.
Alternativamente, los humanos podrían modificar la cantidad de luz solar que llega a la superficie inyectando partículas reflectantes en la estratosfera. Pero es una idea polémica y no abordaría los impactos en la salud por la contaminación de combustibles fósiles o problemas como la acidificación de los océanos.
Cuanto más esperemos para reducir las emisiones, más atractivas nos resultarán estas opciones, afirmó Ken Caldeira, un científico del clima en la Institución Carnegie para la Ciencia.
Caldeira señala que los científicos llevan décadas pidiendo acciones climáticas más activas. Sin embargo, se opone a la sugerencia de que esta sería nuestra última oportunidad de hacer algo y no porque haya mucho tiempo por delante, consideró, sino porque no está de acuerdo en que se trata de una situación decisiva. “Cuanto más nos demoremos, más difícil será lograrlo y peores serán los resultados”, agregó. Pero si no cumplimos con los objetivos de París, “no es como que nuestros cerebros vayan a explotar”.
Caldeira piensa que reducir las emisiones es más parecido a tratar de dejar un mal hábito. “Detenerse antes siempre es mejor”, expresó. “Pero nunca es demasiado tarde para parar”.
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