¿Los perros son capaces de sentir amor?
Un perro recibe a su dueño entre saltos, ladridos y movimiento de cola. Se recuesta junto a él para descansar, camina a su lado, le obedece y le llena de lamidos la cara. ¿Pero lo hace porque siente amor hacia esa persona? ¿es capaz este animal de expresar tan compleja emoción social?
Antes que nada, hay que entender que el perro tiene las mismas estructuras cerebrales y cambios químicos que están detrás de las emociones en el ser humano.
Por ejemplo, ambos producen oxitocina, hormona involucrada en generar el sentimiento de apego y de confianza.
Estudios previos han demostrado que cuando este animal escucha la voz de su dueño o percibe su olor, empieza a liberar dicha hormona.
De alta complejidad
De acuerdo a Stanley Coren, profesor emérito en el Departamento de Psicología de la Universidad de British Columbia y autor de varios libros sobre el comportamiento de los perros, estos animales tienen una mente equivalente a un niño de unos dos años; por lo tanto, pueden expresar emociones básicas, como el miedo, la ira, alegría, sorpresa.
No obstante, no poseen la capacidad de comprender emociones complejas, como la vergüenza, la culpa o el orgullo, que se desarrollan en el humano a los 5 años. Respecto a determinar si sienten amor o no, el especialista señala que es complicado decirlo, pues no existe un sólo tipo de amor.
“El amor que uno siente por la patria es completamente distinto al que se siente por la madre o por un amigo, es por eso que en psicología se habla de afecto y no de amor como tal”, explica Coren.
“Las conductas afectivas en estos animales no se pueden negar. Por ejemplo, si un perro crece con otro can y ese muere, el animal pasa a través de un proceso de pérdida comparado al perder a un amigo o un padre. Los perros desarrollan un fuerte lazo”, agrega.
Para Alexandra Horowitz, científica que estudia la cognición del perro y autora de varios libros sobre el tema, como “Inside of a Dog”, el amor puede dividirse en dos aspectos: la experiencia y el pensamiento.
En los perros –sostiene-, la parte de la experiencia ciertamente está allí, ya que muestran comportamientos que evidencian afecto, o lo que nosotros podríamos considerar como amor.
No obstante, la parte del pensamiento es diferente, ya que ellos no tienen el lenguaje que las personas emplean para darle sentido o pensar sobre el amor. Horowitz recalca que todavía no es posible saber si lo que sienten estos animales es igual a lo que nosotros sentimos.
No es una pequeña persona
“Los perros no son pequeñas personas con abrigos de pieles”, subraya Coren. Es por eso que no es recomendable comparar sus conductas con la de los humanos o tratarlos como tales. Uno de los ejemplos más representativos es el lamido, que muchos suelen considerar como un beso.
Este hábito se remonta a la antigüedad, a la época cuando los lobos cazaban. Estos regurgitaban el alimento para los cachorros, los cuales lamían los rostros de los cazadores en busca de alimento.
“Cuando el perro lame la cara de alguien es que quiere algo, puede ser un aperitivo o cariño. Pero puede ser también un acto de sumisión. Ha llegado a ser un comportamiento de comunicación”, detalla Coren.
El experto acota también que no se puede dar por sentado que el perro entenderá todo lo que uno le dice. Sin embargo, indica que al tener una mente similar a la de un niño de dos años, pueden comprender los tonos y sonidos que uno hace para tratar de comunicarse con los menores de dicha edad.
“Hay que entender que los perros no son robot, sienten, piensan y tienen cierto nivel de conciencia, pero no creo que se pueda tener discusiones filosóficas con ellos”, finaliza.
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