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Los hombres están dejando la ginecología, y no todos están contentos con eso

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Algunas pacientes esperan hasta que el Dr. Jerome Chelliah se ponga los guantes para solicitar un cambio. Otras lo hacen apenas entra en el consultorio. “Prefiero ver a una doctora”, dicen.

Chelliah considera que es un obstetra ginecólogo sensible, a pesar de que es hombre. Pero no tiene más remedio que cumplir. “He sido rechazado muchas veces”, aseguró. “Como una persona de color, me enfrento a la discriminación de otras maneras, pero no es tan evidente... La gente no tiene problemas para decir que no te quiere”.

Chelliah se encuentra en un campo de la medicina donde todos los pacientes son mujeres, y en la actualidad es más posible que antes que exijan ser atendidas por doctoras.

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En 1970, el 7% de los ginecólogos eran mujeres. Ahora, el 59% lo son.

Algunos hombres temen que la caída en el número de obstetras y ginecólogos varones eventualmente los lleve a ser excluidos de la especialidad. Creen que esto no solo es injusto, sino que también tiene ramificaciones sutiles que van más allá de la comodidad de las pacientes en la camilla.

Es una perspectiva que genera poca simpatía entre las mujeres que tuvieron que luchar para entrar en el mundo de la medicina, dominado por los hombres. “Nadie estaba preocupado de que no hubiera suficientes mujeres en el servicio de obstetricia en la década de 1970”, expresó la doctora Barbara Levy, una obstetra ginecóloga que estudió en esos años. “Nadie nos prestaba atención”.

El debate sobre los obstetra ginecólogos masculinos que tiene lugar en universidades y consultorios en todo el país ha avivado la preocupación y el resentimiento entre hombres y mujeres, creando la máxima colisión entre la medicina y la política de género.

Chelliah, de 28 años, se dedicó a esa especialidad porque quería conocer a sus pacientes, no solo sus problemas médicos.

Los obstetras ginecólogos a menudo tratan a las mismas mujeres durante décadas; las ayudan a elegir un método anticonceptivo y a hacer frente a la menopausia. Cuidan a las madres durante el embarazo y comparten la alegría de las nuevas familias. “Tenemos un asiento de primera fila en la vida, que nadie más posee”, aseguró el médico, quien está completando su residencia en el departamento de OBGYN en Kaiser Permanente de Santa Clara, California.

Sin embargo, el trabajo puede ser cruel. Chelliah recientemente notó un letrero en la habitación de una paciente, con una foto del pie de un bebé. Arriba de la imagen, decía: “Sólo prestadores de salud femeninos”. Entonces siguió caminando.

Los pacientes pueden discriminar legalmente debido al sexo, la raza o cualquier otro factor al elegir un médico, y algunas mujeres se sienten más cómodas hablando sobre temas de salud íntima con sus pares de género.

Brooke Hamel, de 19 años, recientemente se colocó un dispositivo intrauterino. El procedimiento lo realizó un médico recomendado por su hermana. La joven comenzó a llorar rápidamente. “Me tocó y perdí el control”, confesó Hamel, quien vive en Yorktown, Virginia. “Apenas tuve que separar las piernas me sentí muy vulnerable, y no quería estar en esa situación con un hombre”.

Los estudiantes de medicina varones sostienen que las pacientes de OBGYN en las universidades a menudo les solicitan que no estén en la sala de examen. Mientras que las estudiantes se asombran al ayudar a dar a luz a su primer bebé, los hombres pueden perderse esa oportunidad.

“Envía un mensaje horrible a los hombres que pueden tener un interés incipiente en esa especialidad, y hacer lo descarten rápidamente”, consideró el Dr. Carl Smith, jefe del departamento OBGYN del Centro Médico de la Universidad de Nebraska.

Hoy en día, los hombres son menos propensos que nunca antes a estudiar esa especialidad. Solo alrededor del 17% de los residentes OBGYN actuales son varones. Smith y otros sostienen que, si sus números siguen cayendo, ello podría debilitar el campo en general.

La Dra. Reshma Jagsi, que estudia temas de género en medicina en la Universidad de Michigan, manifestó que un grupo de personas con perspectivas variadas puede resolver mejor preguntas complejas y avanzar en un campo. Hombres y mujeres pueden ofrecer contribuciones importantes al área OBGYN, expuso.

“Realmente creo que la diversidad mejora la calidad de la atención”, indicó Jagsi, para quien el género no es un factor a la hora de escoger su propio médico ginecólogo.

El Dr. Saketh Guntupalli, oncólogo ginecológico de la Universidad de Colorado, fue aún más allá. “Si excluyes al 50% de las personas de cualquier cosa, piensa en cuánto has perdido”, consideró. “Puedes descartar a la siguiente persona que encuentre una cura para el cáncer”.

Estas preocupaciones parecen haber dado a los hombres que estudian la especialidad una ventaja. Los asesores de las escuelas de medicina les han dicho a algunos que no necesitarían postularse a tantos programas de residencia como las mujeres con puntajes de prueba equivalentes, relataron los estudiantes varones.

Al decidir entre un candidato masculino y femenino igualmente calificados para una clase de residencia que de otro modo solo tendría mujeres, los directores del programa podrían favorecer al hombre, indicó el Dr. Todd Jenkins, ginecólogo obstetra de la Universidad de Alabama, en Birmingham. “Nuestra facultad, nuestros residentes, todos trabajan mejor cuando contamos con un grupo heterogéneo”, destacó.

Muchas mujeres, pacientes y doctores se irritaron ante la idea de que el campo necesita hombres. En la década de 1970, las mujeres luchaban por ingresar a la facultad de medicina y encontrar médicos que no juzgaran su vida sexual, remarcó Wendy Kline, profesora de historia de la medicina en la Universidad de Purdue. Los activistas consideraban el sistema de salud dirigido por hombres como un engranaje del patriarcado, sostuvo.

Ahora, el 82% de los residentes que estudian para ser obstetras ginecólogos son mujeres. Se espera que la proporción de mujeres ginecólogas en la práctica en todo el país llegue a dos tercios para el año 2025.

Antiguamente, los ginecólogos en televisión y películas también eran exclusivamente hombres blancos, pero ahora la más conocida en TV sea posiblemente el personaje indio estadounidense de la Dra. Mindy Lahiri, de “The Mindy Project”.

Carol Weisman, profesora de salud pública y OBGYN de Penn State, alabó el éxito de las mujeres en el campo y se resiste a los esfuerzos por reclutar hombres. La docente señaló que la especialidad sigue siendo una de las más difíciles a las que acceder cada año.

“Me parece que hay un sexismo residual en ese punto de vista, que necesitamos hombres para estar seguros de que estamos entrenando a las mejores personas posibles para nuestra especialidad. Me parece muy extraño”, destacó.

En otros campos de la medicina, menos de un tercio de los doctores son mujeres. Las mujeres podrían dominar la obstetricia y la ginecología, pero los varones imperan en 37 de las otras 42 especialidades.

Cuando Pari Ghodsi, ginecóloga obstetra en Los Ángeles, usa su ropa médica fuera del hospital, la gente le pregunta: “¿Eres enfermera?”. “Eso no ocurre al revés: si ves a un hombre con sus prendas de trabajo, supones que es un doctor”, señaló Ghodsi, de 36 años.

A nivel nacional, no hay ninguna iniciativa para atraer más varones a la especialidad por parte del Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, la organización profesional del campo, según Levy, su vicepresidente de política de salud. “No hay números correctos o incorrectos para nuestra especialidad”, consideró.

Levy y otros creen que el cambio se debe principalmente a que los pacientes en general buscan médicos que parezcan más sus semejantes que una mera bata blanca. Los pacientes más jóvenes, en particular, sostienen que pueden confiar en alguien que ha sido vulnerable de la misma manera. “Incluso una ginecóloga ha ido a ver a un ginecólogo”, consideró Taylor Ortega, comediante de 28 años, residente en la ciudad de Nueva York. “Hay muchas cosas que sabemos la una de la otra sin conocernos”.

Conchita Beronilla, de 34 años, cree que el obstetra ginecólogo que la atendió mientras estaba en trabajo de parto no podía comprender su dolor. Ella sintió deseos de “golpearlo en la cara”, aseguró. “Todas pasamos por calambres, todas pasamos por los ciclos menstruales”, expuso Beronilla, quien vive en San Francisco. “Incluso aunque no tengan hijos, creo que todas las mujeres pasamos por el mismo sufrimiento particular”.

Estas tendencias también han influido en los hombres. Algunos se sienten socialmente excluidos de los departamentos de OBGYN en las escuelas de medicina, que tienden a ser refugios para mujeres. Otros señalan que no quieren perpetuar una historia de varones diciéndoles a las mujeres qué hacer con sus cuerpos.

El joven Tanmaya Sambare, de 24 años, se inscribió en una clase llamada “Mamás y bebés” en su primer año en la facultad de medicina de la Universidad de Stanford. Pero comenzó a pensar que no sería capaz de empatizar lo suficiente con las pacientes embarazadas. “No importa cuánto lo intente, creo que está velado para mí porque no tengo útero. No es mi culpa, no es culpa de nadie “, expuso.

Algunas pacientes prefieren ginecólogos varones: un 8% de ellas, según una revisión reciente de 23 estudios. Esas pacientes señalan que son más amables, tienen mejor escucha y que toman sus preocupaciones más en serio, tal vez para superar los estereotipos.

Aún más mujeres -41% en el mismo estudio- no tienen preferencia de género, un hecho que es popular entre los médicos que dicen que el deseo de contar con doctoras mujeres ha sido exagerado. “Tenemos que hacer un mejor trabajo al reclutar y disipar algunos de los rumores y mitos”, expresó Guntupalli, de 39 años, de la Universidad de Colorado. “Antes que nada, las mujeres quieren un buen doctor”.

De hecho, algunas obstetras y ginecólogas advirtieron que enfocarse en el género reduce las habilidades de las mujeres a la biología y no da cuenta de los pacientes transgénero o no conformes con el género, que podrían no relacionarse con doctoras simplemente por su sexo.

“Nunca he tenido hijos, entonces, ¿qué sé sobre el dolor del parto?”, dijo la Dra. Alison Jacoby, que forma parte del Centro de Excelencia para la Salud Transgénero de UC San Francisco. “Tiene mucho que ver con la comunicación y la empatía, y menos con el género del prestador”.

A Daniel Spinosa, un estudiante de medicina de la Universidad de California en San Diego, le dijeron repetidas veces que su género no se interpondría para ser un hábil ginecólogo.

Spinosa, de 30 años, dejó un trabajo en Wall Street porque quería una carrera en la que pudiera ayudar más tangiblemente a las personas. Así, pensó en ser oncólogo. “Me habría reído si alguien por entonces me decía que terminaría en OBGYN”, aseguró.

Sin embargo, al tratar a pacientes de ginecología en la escuela de medicina, aprendió que podía desarrollar relaciones significativas con ellas. Casi nunca se le pedía que abandonara las habitaciones de las pacientes, porque los profesores lo presentaban como “un miembro de nuestro equipo de atención” en lugar de un “estudiante de medicina”.

Los ginecólogos mayores le decían que estaría feliz con la carrera. Estos médicos a menudo reconocen que les gusta que el campo esté dedicado a la vida, no a la muerte, y disfrutan de la combinación única de trabajo clínico y cirugía.

Spinosa, quien comenzará un programa de entrenamiento OBGYN este año, eventualmente quiere especializarse en cáncer ginecológico. Los ginecólogos varones tienen más probabilidades de subespecializarse, en gran parte porque las pacientes no tienden a ser tan exigentes con el género frente a un problema que necesitan resolver.

Spinosa, sin embargo, cree que podría atraer pacientes más allá de eso. Es como sus mentores le dijeron: “Si brindas una buena atención, tus pacientes te amarán, y eso funciona así en cualquier campo”.

Aunque las doctoras mayormente se encogen de hombros al pensarlo, algunas temen que el campo pierda prestigio o decline si no quedan hombre en él. Muchas creen que los pediatras, por ejemplo, se encuentran entre los médicos peor pagados porque en su mayoría son mujeres, por lo cual la sociedad toma su trabajo con menos seriedad.

“Si no es algo que los hombres hagan, entonces es inherentemente menos valioso”, expuso Kline, de la Universidad de Purdue.

Chelliah, a quien le quedan dos años de entrenamiento OBGYN, quiere trabajar en la administración sanitaria, por lo tanto es probable que no trate pacientes a diario. Por ahora, sin embargo, aprecia a aquellas pacientes a quienes no les importa que él sea hombre, dijo. “Te vas de casa sabiendo que aquello para lo cual tienes talento y para lo que sirves se ha alineado; es un momento hermoso”, expresó.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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