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Ella tiene coronavirus y vive bajo el mismo techo que su mamá: ‘Apenas le di la noticia’

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La pesadilla de Elisa se hizo realidad. La residente de Los Ángeles fue diagnosticada con COVID19, pero a pesar de que vive con su madre de 71 años esta no le dijo el resultado hasta hace unas horas.

A juicio de Elisa, lo mejor que puede hacer para manejar la situación es mantener a su madre sin preocuparse y alejada.

Por el momento California ha reportado más de 5,700 casos confirmados de COVID-19 y 135 muertes hasta el domingo (29 de marzo), según el Departamento de Salud Pública de California (CDPH).

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Sin embargo, los datos de la Universidad Johns Hopkins muestran 7,477 casos y 150 muertes en el estado hasta el martes 31 de marzo.

La joven de 36 años empezó a sentirse físicamente débil desde el pasado 23 de marzo; con malestar de garganta, tos seca, dolor de cuerpo y dolor de cabeza.

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Al siguiente día, cuando ya casi no tuvo fuerzas para moverse, tomó la decisión de manejar hasta una clínica al aire libre en Crenshaw Christian Center, en el sur de Los Ángeles, y hacerse la prueba.

Elisa, originaria de El Salvador, fue enviada al hogar a descansar y sin resultados. Sin embargo, ella supo que en esta ocasión sus malestares eran mucho mas fuertes en comparación a sus experiencias pasadas con la gripe y la bronquitis.

Fue entonces cuando tomó la decisión de no decirle a su madre lo que tenía, pero a partir de ese momento se aisló de ella.

“Tenemos un apartamento grande, yo en la sala y ella en el cuarto, si ella entra a la cocina yo no entro, hemos tomado medidas de higiene, nos lavamos la mano constantemente. Si siento que me he tocado la cara demasiado también me las lavo”, dice.

En los siguientes días, “he sentido que tengo arena en la garganta, se me dificulta respirar y cada que lo hago el dolor recorre el pecho y los pulmones. A unos pasos de caminar me siento desganada”, dice la joven por teléfono entre pausas.

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Ella también experimentó nauseas, pérdida de apetito, vomito y malestar estomacal con una lengua hinchada y una capa blanca de depósito de saliva sucia que instintivamente la fuerza a lavar su boca continuamente.

Este lunes 30 de marzo, Elisa recibió los resultados formales de parte del Departamento de Bomberos del condado de Los Ángeles, que la confirman enferma del COVID19.

Pero no fue hasta este 31 que le confesó a su madre sobre la enfermedad.

“Todo este tiempo he tomado las precauciones para no contagiarla. No le dije porque no quería preocuparla, porque no quería que se formara pensamientos en la cabeza de que ella podía tener el virus, y para que vea que estoy mejorando, y que, si ella llegara a tenerlo, ella también puede mejorar”, sostiene.

Elisa decidió decirle a su madre después de la entrevista con esta reportera. La respuesta de la señora fue agridulce.

“Se siente preocupada, pero aliviada de que ella no tiene los síntomas, y de que yo estoy saliendo de esto”, dice Elisa.

Una incógnita

Han pasado ocho días desde que iniciaron los síntomas y ella aún no sabe cómo o dónde contrajo el coronavirus.

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Para el 11 de marzo, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró la situación de salud mundial como pandemia. Para ese entonces había más de 118,000 casos en 114 países y 4,291 personas muertes.

Entre el 11 y 14 de marzo la joven estuvo en un evento de desarrollo personal, en un hotel cerca de LAX. Ese mismo evento duraría dos días con más de 200 personas en una sala de exposiciones, y donde ya los organizadores estaban checando la temperatura de todo el que llegaba.

Para el tercer día, el evento fue cancelado porque una persona en el lugar habría resultado con neumonía, según un comunicado de cancelación que recibió en el correo.

En los siguientes días, la joven fue a caminar a las montañas cercanas y fue a diferentes tiendas a abastecerse de algo de comida.

“No puedo decir con certeza doonde o cuando me infecté”, dice, pero tuve suerte de que oficialmente dejé de trabajar el 3 de marzo como consultante de campaña, para una candidata la asamblea en el Valle de san Fernando.

Algunos de los compañeros de la señora han dejado de usar los cubrebocas porque simplemente son difíciles de encontrar y la compañía de empleo no los provee.

Por su parte, la madre de la joven fue descansada de su empleo el 16 de marzo como trabajadora doméstica.

“He sentido de pronto ataques de ansiedad… pero lo que me ha conservado a no entrar en pánico es que la información oficial sostiene que la mayoría de las personas se recupera, y puede hacerlo en el hogar”, señala.

Elisa le aconseja a la gente no entrar en pánico, monitorear los síntomas y observar cómo reacciona el cuerpo.

“Me he sentido en control porque estoy cuidando lo que como y tomo diferentes tipos de te durante el día; como te de romero, ajo con cebolla, y jugo de naranja, entre otras cosas que ayudan al cuerpo a recuperarse”, dice.

Elisa sostiene que por ahora lo importante para ella es estar positiva y contagiar a su madre de positivismo.

“El resultado no dicta el curso de mi vida. Soy un ejemplo de que hay mucha gente que está a sanando. Claro uno se preocupa por el dinero, pero cuando está en mi posición te das cuenta de que la salud es lo mas importante”, dice Elisa.

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