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‘Nos sentimos abandonados, no nos pongan más trabas’: Varados peruanos en EE.UU.

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Están a punto de quedarse sin un centavo y se encuentran en el extranjero, esa es la realidad de varios cientos de peruanos que no han podido retornar después de viajar por diversos motivos a Estados Unidos. Sin embargo, estar lejos de su casa, en cuarentena y sin una fecha de retorno, es devastador.

“Tienes que seguir esperando”, es una frase que repiquetea en la cabeza de Kalare Garaycochea, de 20 años. Varias personas le han dicho lo mismo, empleados del consulado peruano en Los Ángeles, ante la insistencia de la jovencita por tener información de un vuelo que la lleve de regreso a Lima.

El mismo día que se cerraban las fronteras peruanas, el 16 de marzo, Garaycochea tenía su vuelo para la capital peruana, pero ese vuelo nunca salió.

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“Ya no llegaba”, afirmó la estudiante de tercer año de la Licenciatura en Negocios, al detallar que su vuelo tenía escala en Panamá y su llegada al país de origen estaba programado para el 17 de marzo a la 1:30 pm.

Ante esa circunstancia, optó por empadronarse en la lista del consulado. En esa base de datos, el gobierno peruano llegó a contabilizar a unas 18 mil personas en todo el mundo. En este momento, las autoridades aseveran que han retornado unas 11 mil personas.

Las personas que todavía siguen varadas, en su mayoría, están en Estados Unidos. Según el consulado en Los Ángeles, en su jurisdicción hay unas 400 personas.

Este grupo tenía su vuelo de regreso a Lima el 17 de marzo, ahora teme que cierren el aeropuerto de Oahu

Entre esa población afectada se encuentra Garaycochea, hospedada en una vivienda en Arleta, un vecindario a 19 millas al norte del centro de Los Ángeles. Según esta joven, que padece de psoriasis, desde que se empadronó comenzó a llamar al consulado cada vez que podía. Y lo que le decían era parecido.

Un día la respuesta cambió. “Voy a meter tu nombre para que salgas en el vuelo del 7 de abril”, le dijeron, algo que alegró su estado de ánimo.

A pocos días para la fecha de retorno, casi le da un ataque al corazón, cuando llamó para verificar la salida.

“Voy a buscar tu nombre”, le dijo una empleada.

“Tu nombre no aparece en ningún lado. No vas a viajar”, le manifestaron poco después.

Por más que insistió, la dejaron en el limbo.

Unas 600 personas todavía permanecen en diferentes ciudades estadounidenses que buscan ser repatriados

En la ciudad de Denver, en el estado de Colorado, se encuentra Wilmer Rivera. Este joven, de 25 años, salió de Arequipa con el fin de ganarse unos dólares, como parte del programa Work and Travel.

Desde el 17 de diciembre hasta el 31 de marzo, cuenta Rivera que estuvo trabajando en la ciudad de Vail. Al concluir el programa y no tener opción para regresar, se comunicó con el consulado local.

En esa oficina gubernamental, le entregaron $200 y le consiguieron vivienda con una familia estadounidense, que se ofreció de forma voluntaria en la ciudad de Denver. Desde el 11 de abril se encuentra en ese lugar.

“El consulado no les paga nada, ellos lo hacen por solidaridad”, manifestó.

“Yo les agradezco mucho, pero no sé hasta cuándo me puedan aceptar; por eso quiero regresar a Perú”, agregó.

Rivera, estudiante de Licenciatura en Derecho, ha vuelto a llamar al consulado. Todavía no le han dado respuesta y tampoco le han dado otro bono para sus gastos.

“Dicen que debería pedirle a mis familiares”, aseguró, lamentando que ya no tiene en quien apoyarse, ya que debido a la pandemia el gobierno ha cerrado todo y nadie en su casa puede trabajar.

En este momento, Rivera está cuidando su presupuesto para pagar el vuelo de regreso. Esos son los recursos que mantiene en su cuenta.

“Es una situación que genera estrés emocional, incertidumbre. Tambié está el temor de que uno pueda enfermarse; ¿quién asume la hospitalización?”, reflexionó.

El pasado 9 de diciembre, Walter Montalvo, de 23 años, llegó a Frisco (Colorado) también como parte del programa Work and Travel.

Sandra Castillo narra parte de su labor atendiendo pacientes de covid-19 en los turnos nocturnos de un hospital

Este estudiante, que cursa tercer año de Licenciatura en Sicología, invirtió al igual que los otros jóvenes un poco más de $3.000 para ser parte de este programa. Eso incluía los boletos de avión, un trabajo seguro y su primera primera experiencia viajando solo al extranjero.

“Estuve trabajando en la cocina en un restaurante Wendy’s”, reveló.

Su idea inicial era viajar a Nueva York al terminar su estancia en Colorado, pero a raíz de la pandemia se fue a Miami, al saber que el consulado en esa ciudad estaba dando hotel y alimentación a los varados.

Ese servicio le duró poco. Por culpa de un compañero de cuarto, al hacer una broma del mal gusto en el pasillo del hotel, fue expulsado el responsable de la mofa y dos jóvenes más, entre ellos Montalvo.

“Nos desalojaron”, dice indignado por la situación que no fue investigada por nadie.

Por propia cuenta, estuvo en varios hoteles hasta encontrar una vivienda en Homestead (Florida), en donde le rentaron una habitación por $250 para permanecer ahí un mes.

“He estado utilizando todos los ahorros del Work and Travel”, aseguró.

En medio de esos sinsabores, indicó que el consulado en Denver, jurisdicción en la que estuvo trabajando, le ha provisto dos bonos de $200 cada uno.

Montalvo sostiene que después de 40 días encerrado, a cualquiera le afecta. En este momento, se siente a la deriva al no tener ninguna noticia de un vuelo que lo lleve de regreso.

“Aquí no tienes a nadie, tratar de hacerte el fuerte funciona, pero no todo el tiempo; ya no puedo”, confesó a manera de desahogo.

Carlos Jesús Fano, de 58 años, había regresado de su país de origen una semana antes de que manifestara los primeros síntomas

Ha pasado casi mes y medio desde que Garaycochea se encuentra varada.

Después de su vuelo fallido, ella no ha dejado de llamar al consulado en Los Ángeles. En una ocasión, le dieron un bono de $300. Sin embargo, eso no ha sido suficiente.

“Ya no hay plata”, aseguró.

A raíz del estrés, cuenta que se le ha activado la psoriasis, una afección que le provoca eccemas en el rostro y otras partes del cuerpo. Las cremas y pomadas que necesita para combatirlas se le están agotando.

“Ya me bajó un poco”, dijo sobre la irritación que le ha provocado esta situación.

“Sinceramente la he pasado fatal, ahora me siento tranquila porque he podido hablar”, dijo después de narrar sus viscisitudes a este periódico.

Garaycochea cuenta que las autoridades consulares les han ofrecido llevar un vuelo chárter, para eso necesitan 170 personas y hasta el momento solo 60 han aceptado esa propuesta.

A su juicio, no todos pueden pagar los $750 que cuestan esos boletos.

“El gobierno debería hacer un esfuerzo por nosotros”, dijo en referencia a cubrir parte de esos pasajes aéreos y a dar los permisos para que pueda aterrizar ese avión en territorio peruano.

“Nos sentimos abandonados, ya no nos pongan más trabas”, concluyó.

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