Después de matar a un elefante, este cazador está en la mira de los activistas que buscan poner fin a la caza de trofeos
Es posible que California apruebe pronto una ley para prohibir la importación de partes de animales “trofeo” de África. Los activistas tienen como objetivo a un cazador de L.A. cuya caza fue capturada en video.
A mediados de diciembre, Aaron Raby disparó y mató a un elefante. Horas más tarde, comió un trozo de su carne para la cena, con una guarnición de rodajas de tomate y aguacate.
Este operador de grúa que se considera un “obrero” de Los Ángeles pagó una cifra mayor a $30.000 por la singular experiencia: viajó más de 10.000 millas a Sudáfrica para disparar y matar al paquidermo. Luego pagó cerca de $10.000 para preservar su cabeza, como recuerdo de la aventura.
Sin embargo, Raby nunca recibirá su trofeo, que todavía está en Sudáfrica en manos de un taxidermista, si California promulga una nueva legislación, el Proyecto de Ley 1175 del Senado.
La norma, que aprobó el Senado estatal y se espera que la Asamblea apruebe este martes, prohibiría la importación y posesión de partes de animales de una lista de especies africanas en peligro de extinción y amenazadas, incluidos elefantes, leones y rinocerontes.
“Es hora de despertar y darnos cuenta de que estamos en medio de un evento de extinción masiva”, manifestó el senador Henry Stern (D-Canoga Park), quien escribió y guió el proyecto de ley a través del Senado.
Una legislación similar fue aprobada por la Asamblea y el Senado hace dos años, pero finalmente fue vetada por el entonces gobernador, Jerry Brown, quien calificó la prohibición de los trofeos como una medida que “no puede imponerse”. Stern dijo que las circunstancias cambiaron desde entonces y confía en que el actual gobernador, Gavin Newsom, promulgue el proyecto de ley de este año.
Para Raby, las consecuencias de su último asesinato apenas comienzan a aparecer. Después de la caza, publicó imágenes de su trofeo en Facebook, YouTube y AfricaHunting.com, un sitio web para cazadores.
Las autoridades agrícolas de Maine piden a los residentes que reciben por correo paquetes de semillas no solicitados de China que eviten abrirlos y se pongan en contacto con el Estado.
People for the Ethical Treatment of Animals (PETA), una organización activista por los derechos de los animales, obtuvo de forma independiente un video de la caza de elefantes, que dio a conocer el lunes y planea usar en una campaña urgente para garantizar la aprobación de la legislación de Stern.
Raby señaló que se había enfrentado anteriormente a amenazas y acoso en línea, como cuando publicó una imagen de sí mismo con un león que había matado. Pero la campaña de PETA seguramente le dará una nueva notoriedad y profundizará el debate sobre la caza de trofeos. “No entiendo por qué esto se volvió un asunto para otras personas”, expresó Raby. “Lo que hice es legal. No violé una ley. Van a poner una prohibición por un grupo de […] llorones a los que no les gusta cazar”.
California se ha convertido en un foco de la lucha contra la caza de trofeos, en parte porque el gobierno federal ha vacilado en prohibir tales importaciones. Este año, la administración Trump aprobó la importación de un trofeo de león de Tanzania, el primero desde que tales animales comenzaron a contar con diversas protecciones, en enero de 2016, como especie amenazada.
Temiendo que la administración apruebe más importaciones de trofeos, los defensores de la vida silvestre esperan que California brinde una línea de defensa.
Durante años, la caza de trofeos también dividió silenciosamente a los biólogos conservacionistas. El otoño pasado, esa división se volvió claramente áspera dentro de las páginas de la prestigiosa revista de investigación Science.
Algunos expertos sostienen que la práctica proporciona fondos para las comunidades locales, recauda dinero para el manejo de la vida silvestre y brinda a quienes viven cerca de animales peligrosos o destructivos, como leones y elefantes, un incentivo para conservarlos en lugar de matarlos.
Otros dicen que no hay evidencia de que la caza de trofeos proporcione estos beneficios, e incluso si lo hiciera se preguntan si matar y desmembrar a tales criaturas justifica esos fines.
El alcance de las importaciones es vasto. Solo en 2017, se importaron más de 650.000 trofeos de vida silvestre a Estados Unidos, incluidas especies consideradas a nivel internacional como inusuales o amenazadas, según un informe del Servicio de Investigación del Congreso.
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El invierno pasado, después de años de ahorrar diligentemente, Raby se embarcó en una expedición de caza durante dos semanas en Sudáfrica, dirigida por un par de experimentados guías de safari.
Un video de la cacería, que PETA compartió con The Times, muestra a un elefante sobresaltado frente al cazador y su grupo de guías y rastreadores. Mientras el joven paquidermo macho observa, con las orejas ensanchadas, los guías colocan un trípode sobre el cual Raby coloca su rifle.
Raby dispara, y la bala golpea al elefante en la cabeza. El animal se desmorona de rodillas. Durante los siguientes dos minutos y medio, Raby dispara al elefante cuatro veces más, en tres ocasiones apuntando a la cabeza del animal. Las imágenes muestran que el elefante respira pesadamente, gime, sangra y lucha por levantarse.
Los guías de Raby continúan alentándolo a dar un disparo más limpio. Nunca ofrecen ni intentan interceder para terminar rápidamente con el sufrimiento del animal.
El video se corta antes de que el elefante muera, aunque las imágenes posteriores, que Raby publicó en YouTube y su página de Facebook, muestran a los equipos desollando y deshuesando al elefante.
Raby ha matado a cientos de animales en América del Norte, así como en Europa, África y Rusia. Las fotos de sus incursiones se pueden ver en su página pública de Instagram, incluida una que muestra un guepardo muerto y otra en la que abraza a un leopardo también caído.
El elefante fue la culminación de la búsqueda africana de los “cinco grandes” de Raby. Ya había matado a un león, a un rinoceronte, a un búfalo del Cabo y a un leopardo.
Raby expresó que no caza para matar, sino por la experiencia y la aventura de la caza: vivir al aire libre, cocinar alrededor de una fogata, rastrear a un animal y sumergirse en la naturaleza.
También señaló que los leones matan a menudo a animales agrícolas y de pastoreo, y ocasionalmente a personas, mientras que los elefantes pueden destruir hogares y cultivos. “Pagamos mucho dinero para cazar estos animales”, comentó. “Si no cazáramos, esa tierra se convertiría en ranchos ganaderos y habría caza furtiva. No quieren que los leones maten a su ganado o que los elefantes destruyan sus cultivos”.
Mike Axelrad, un cazador de trofeos de Texas, agregó que la caza legal ofrece incentivos financieros que evitan la caza furtiva. Dijo que los animales a menudo son envenenados si se consideran una molestia; una muerte dolorosa y lenta.
Craig Packer, profesor de biología y director del centro de investigación de leones de la Universidad de Minnesota, indicó que hay ejemplos de reservas exitosas para la caza de trofeos en países como Namibia y Zimbabwe, en los que las ganancias de las expediciones internacionales de caza han proporcionado fondos para conservar la vida silvestre, el hábitat y generan empleo para personas de las comunidades locales.
Desafortunadamente, añadió, en la mayoría de los lugares, estas reservas no se traducen en los resultados deseados porque el dinero gastado por los cazadores (una caza de leones puede variar de $20.000 a $70.000) no se acerca a lo necesario para conservar la biodiversidad, gestionar el hábitat, ni emplear a suficientes personas para tener un efecto significativo en una comunidad.
Además, la corrupción en muchos países y regiones suele hacer imposible saber a dónde va el dinero, a quién y cómo se regulan las cacerías. “Muchas de estas reservas de caza son fraudulentas. Los dueños de negocios se precipitan, sacan buenas tajadas y se van. No están en eso a largo plazo”, expuso.
Otros disputan los ejemplos de Packer sobre los beneficios de la caza. “El emperador va desnudo”, comentó Adrián Treves, biólogo conservacionista de la Universidad de Wisconsin y director del Laboratorio de Convivencia Carnivore, haciendo alusión a la fábula de Hans Christian Andersen. Treves dice que no hay datos concretos que respalden la idea de que la caza promueve la biodiversidad, la conservación del hábitat o el empleo y la participación local. Los defensores tienden a citar repetidamente los pocos estudios que refuerzan el argumento a favor de la caza, creando un cuerpo de investigación que se reduce a “autocita”, indicó.
Un problema aún mayor, agregó Chelsea Batavia, bióloga de la conservación en Oregon State University, es la ética. “Sabemos que estos animales son inteligentes, tienen capacidad emocional y vidas sociales complejas”, detalló. Incluso si los proponentes pudieran demostrar que la caza de trofeos beneficia la conservación, agregó, “¿los fines justifican los medios?”.
El debate, añadió, debe verse en el contexto del colonialismo, en el que las tradiciones europeas se imponían -y aún se imponen- a los africanos. Lo que se necesita, reflexionó, son medidas de conservación alternativas que no se emitan desde arriba o desde afuera, sino que sean apoyadas y aceptadas por las comunidades locales.
PETA pidió que los funcionarios de Sudáfrica investiguen la caza de Raby y, en particular, la muerte lenta del elefante.
En una carta a los funcionarios de la reserva Balule, Jared Goodman, vicepresidente y consejero general adjunto de PETA, expresó que el asesinato violó el requisito de la reserva, de que los animales reciban un trato “ético y humano” y que sus guías cumplan “con la más alta moral y estándares éticos en reconocimiento de una reverencia por la vida y el buen espíritu deportivo”.
En tanto, Raby dijo que se mudará de California si se promulga la legislación de Stern. “No todos somos esos psicópatas sedientos de sangre que la gente nos hace parecer”, dijo. “Lo aseguro, puedo entender a un animal mejor que alguien que está en contra de la caza. Dicen que les gustan los animales, pero no saben nada de ellos”.
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