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El coronavirus obligó a este niño a vender plantas en Boyle Heights para ayudarle a su madre desempleada

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En cuestión de meses, la pandemia del coronavirus y sus consecuencias ha forzado al pequeño Aaron a madurar, por lo menos sobre la importancia del dinero para sostener un hogar.

Las prioridades del niño de 8 años ya no son los videojuegos, la televisión o los carritos, sino salir a las calles de Boyle Heights a vender plantas para ayudarle a su madre con los gastos de la casa. Ahora, Aaron apela al público para que lo visiten y le compren su mercancía.

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El menor es uno de cientos de niños sino miles en Estados Unidos quienes en la sombra de la economía han tenido, de una u otra forma, que trabajar durante la pandemia a lado de sus padres, ya sea porque no tienen quien los cuide o porque son una mano de obra extra.

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En las palabras de Aaron, él es el “hombre del hogar” y debe ayudarle a su madre con el dinero para la renta, las facturas y la comida de sus dos hermanitas de 10 y 2 años.

Berenice Pacheco, madre de Aaron, perdió dos empleos en marzo cuando el gobierno estatal anuncio los cierres de negocios no esenciales para prevenir la propagación del coronavirus.

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Tiempo antes, la señora ya sufría económicamente al separarse de su pareja y quedarse sin hogar con un total de tres niños.

Pacheco había logrado trabajar en una oficina durante el día y como mesera en un bar por las noches. La meta de ella era ahorrar suficiente dinero para dejar de vivir en los hogares de las amistades o shelters, pero la pandemia agudizó su problema monetario dejándola básicamente en la calle.

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“Por ahora rento un cuartito pequeño, pero los gastos se acumulan y es difícil encontrar empleo en estos momentos”, dice Pacheco.

Un informe, elaborado por la UCLA Latino Policy and Politics Initiative y el UCLA Center for Neighborhood Knowledge, dio a conocer un análisis del desempleo en California en el punto álgido de la crisis de COVID-19, que muestra que hasta el 22% de los negros y el 26% de los latinos estaban desempleados simplemente en junio, en comparación con el 17% de los trabajadores blancos y asiáticos.

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Sin embargo, los inmigrantes indocumentados como la mamá de Aaron no son elegibles para pedir desempleo ni tampoco fueron parte del primer cheque de estímulos federal.

Al ver las necesidades de su madre, Aaron salió a la ayuda. Él tuvo la idea de vender las pocas plantas que tenía. Asimismo, invirtió 12 dólares para comprar más mercancía.

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Al principio el niño solo quería comprarse sus propias bolsas de hot cheetos, pero cuando vio que podría ganar mas dinero, se hizo la meta de ayudar a la familia entera con su negocio bautizado como aaronsgarden en Instagram.

El niño sale a las calles del este de Los Ángeles, Boyle Heights y hasta Commerce para vender junto con su madre. Ella no tiene auto, así que las ventas involucran caminatas grandes y mucha carga.

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La meta de Aaron es ganar los suficiente para que la familia pueda mudarse a un apartamento, aunque ya no puede vender a diario porque el ciclo escolar virtual ha empezado.

Cuando Aaron recibe dinero de los clientes, sus ojos cafés claro brillan y su cara dibuja una sonrisa grande, pero sabe que también debe atender sus estudios.

“Empecé a vender plantas en junio. La gente supo que estaba en Instagram y mi negocio empezó a crecer”, dice Aaron con la inocencia de un niño.

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Desde el inicio escolar, Aaron ha tenido que vender sus plantas afuera de su hogar, pero ahí solo llega una o máximo dos personas al día.

Recientemente, los cofundadores de Local Hearts Foundation, una organización que hace obras caritativas para la comunidad conoció a Aaron, y le donaron una Ipad y una bicicleta. Asimismo, buscan ayudarle a la familia para conseguirles un apartamento a través de GoFundMe.

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“Desafortunadamente, muchas familias han sido golpeadas por el COVID-19 a través de la pérdida de empleos, en su mayoría latinos y personas de bajos recursos”, dice HJ Chong, cofundador.

“Es común en los latinos que los hijos trabajen con las familias. En la cultura latina es aceptado y nos enseña a trabajar desde niños, pero estamos en una etapa donde no es necesario que los niños trabajen, lo que necesitan es estudiar y adentrarse a la tecnología para obtener esos empleos en el futuro”, dijo Chong.

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Mientras Aaron vende plantas, la pequeña Miranda vende cubrebocas a lado de su madre afuera de una tienda de Food for Less en Santa Fe Springs.

La niña solamente tiene cinco años. Ofelia, su madre, también es una inmigrante indocumentada que perdió el empleo de limpieza de hogares tras la pandemia.

A su corta edad, Miranda solamente sabe que tiene que ayudarle a su madre a vender para comprar comida.

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“Si vendo mascarillas, me gano un dulce, pero no quiero dulces quiero comida para que mis hermanitos no tengan hambre”, dice Miranda.

Para Ofelia, trabajar a lado de su hija más pequeña es la única opción porque no tiene a nadie mas que la cuide.

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“Mis otros hijos tienen 10 y 11 años. Ellos ya saben mas cuidarse. Ofelia debe estar a mi lado, además aprende a sumar y restar mientras vendemos”, dice la señora.

En Azusa, una madre de familia que no quiso dar su nombre vende elotes a lado de su hija de 7 años.

“Yo que mas quisiera que mi hija no trabajara conmigo, pero estamos en tiempos bien difíciles, donde no hay mucha opción de empleo y donde no puedes encargar a tus hijos ni a la vecina”, sostiene.

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