Los negocios latinos esperan una irrupción de clientes con la reapertura económica en California
Los Ángeles — La reapertura económica fue celebrada con bombo y platillo por las autoridades en California; sin embargo, entre los comerciantes latinos se vive cierto escepticismo y lo que más anhelan es que ahora puedan levantarse de las pérdidas que sufrieron en los primeros meses de la pandemia.
“Cuando mero empezó, no había clientes, ni nada”, comentó Maribel Celidón, empleada de Mayan Restaurant, en los alrededores del MacArthur Park. Los consumidores llegaban, pero al no tener servicio en el interior del local, no compraban, algo que repercutió en una reducción del 80% en sus ventas.
“Sería la ventaja de recibir más clientes, esperemos que así sea, en eso nos beneficia que hayan abierto”, agregó Celidón, mostrando una variada oferta de platillos guatemaltecos como caldo de gallina, guisados de res, pepián de pollo, mole, tortillas hechas a mano y licuados, entre otros.
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En la calle 6 se encuentra Selecto Plaza Mall. En este centro comercial cerraron los primeros tres meses de la pandemia, entre marzo y mayo de 2020. Desde entonces, a pesar de que los contagios de COVID se dispararon, los vendedores no dejaron de abrir sus locales.
“Hay negocio o no, tienes que abrir, no debe estar cerrado”, dijo la co-propietaria de Tienda Mateo.
“Hasta aquí no se sabe, no sabes si va a llegar [clientes] o no”, dijo la comerciante que ofrece camisas, pantalones y cinturones para hombres.
En ese mismo “swap meet”, Samuel Gómez estaba limpiando su local, llamado “Sammy’s Phone Cards”, antes de recibir a los primeros clientes del día. Con escoba en mano, el negociante compartía cierta emoción por la reapertura económica, aunque la reducción de restricciones no era algo que le afectara.
“La gente quiere trabajar, la gente necesita comer”, dijo Gómez, quien vende medicinas para el dolor y mochilas escolares, entre otros productos.
A pesar del golpe económico, Alberto Murillo no despidió a ningún empleado. Sin embargo, afirma que la pandemia fue como un aguacero que le redujo las ventas en un 30% o 40% en la panadería La Nueva Estrella. La reapertura, en ese caso, es un alivio porque le permite ver la luz al final del túnel.
“Si sobrevivimos con ese porcentaje bajo [de ventas], pienso que ahorita va a estar mucho mejor”, dijo el propietario de la panadería especializada en producto salvadoreño.
“Es un beneficio para la economía, sobre todo es lo que mueve este país, la economía”, apuntó Murillo.
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Desde que se establecieron las primeras restricciones, el 15 de marzo de 2020, parecía que no se recuperaría la normalidad.
Han pasado 15 meses para que los negocios no tengan que preocuparse por el distanciamiento social, ni de los límites de capacidad de sus establecimientos.
Gavin Newsom, gobernador de California, celebró que incluso las personas que están vacunadas no deben preocuparse de utilizar un cubrebocas, una medida que ahora estará sujeta a las disposiciones de cada local comercial.
“Nosotros hemos administrado más de 40 millones de vacunas”, dijo el gobernador en sus redes sociales, en un texto publicado en ocasión de la reapertura. “Es un buen día”, apuntó Newsom.
Las restricciones, dice el comerciante Rudy Galicia, a estas alturas eran insostenibles. Este vendedor de perfumes considera que si el gobierno estatal no hubiese tomado acción, difícilmente podrían obligar a la población a que cumplieran medidas que muchos han pasado por alto.
¿Cómo le cambia la reapertura? Se le preguntó.
“Sigue igual”, respondió el negociante que coloca sus productos a la salida de la estación del Metro, frente al MacArthur Park. “Lo que veo que aquí la gente pasa, compra su producto, lo toma y se va”.
En los primeros tres meses de la pandemia, Galicia solo vendía $5 al día y con la ayuda de “buenos samaritanos” pudo cubrir los $800 de renta de su vivienda. Desde mayo de 2020, paulatinamente se fue levantando la venta. En la actualidad, llega a ofrecer sus perfumes todos los días, entre 9 am y 5 pm.
“Poco a poco la gente fue viniendo, porque tenían que salir, no aguantaban estar en casa, eso de ‘quedarse en casa’ [promovido por el gobierno local] nunca funcionó”, aseguró el comerciante.
En el primer día de la reapertura, Pablo Gómez estaba bastante ocupado. En su tienda, llamada “Punto Chapín”, los clientes preguntaban por gallinas, condimentos y bocadillos que trae de Centro América.
La pandemia, dijo el comerciante, no fue ninguna broma. En diciembre, afirma que estuvo una semana recibiendo oxígeno en su casa, después de contagiarse de COVID.
“A los que les ha tocado la enfermedad sabe cómo es”, valoró Gómez.
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A pesar de la reducción de restricciones, este negociante asegura que va a mantener ciertas medidas de prevención, porque a su juicio es la mejor manera de cuidarse y velar por la salud de sus clientes.
“Creo que no debemos quitarnos la mascarilla cuando hay multitud de personas”, dijo.
“Nosotros les decimos [a los clientes] que guarden la distancia, no dejamos entrar a muchas personas por el bien para todos”, concluyó Gómez.
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