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Boxeador mexicano Abner Mares retiene su campeonato mundial de una manera extraña

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El combate de este sábado que se celebró en el StubHub Center de Carson entre el campeón de peso pluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el mexicano Abner Mares, y su compatriota Andrés ‘Jaguar’ Gutiérrez, tuvo un desenlace algo extraño.

En el décimo asalto, el réferi del encuentro, Jack Reiss, optó por parar las acciones debido a una severa cortadura que el retador tenía sobre su ojo izquierdo gracias al incesante castigo que le propinó Mares.

Pero en vez de dictar el nocaut técnico como se esperaba, Reiss dijo que se tendrían que ir las tarjetas pues la razón que estaba deteniendo acciones era porque a lo largo de todo el combate ambos peleadores se habían pegado con golpes ilegales, codazos y cabezazos y esto contribuyó a la lesión.

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Las puntuaciones por su parte, no ofrecieron ninguna sorpresa.

Un juez vio a Mares ganar con una tarjeta perfecta de 100-90 y dos entregaron puntuaciones 99-91.

Aunque se antojaba como una contienda accesible para el monarca (31-2-1 , 15 KOs), la bravura del ‘Jaguar’ (35-2-1, 25 KOs) hizo que las cosas estuvieran al rojo vivo.

Desde que salió de su esquina para comenzar las acciones, Mares no titubeó para imponer condiciones. No parecía como un peleador que no había peleado en 10 meses. Deslizó fugaces combinaciones descomunales que probaron el aguante de un frio Gutiérrez.

Para el segundo asalto, el de Guadalajara pudo encontrar al campeón, sin embargo este le regresaba el fuego con más intensidad. Su uppercut y gancho de derecha en combinación fueron las mejores armas de Mares, para el tercer asalto ya le había abierto la cortadura que probó ser clave.

Pese a la disparidad en talento y facultades, el ‘Jaguar’, de 24, no dio un paso atrás y se mantuvo enfrente de los embates de Mares que lo sacudía constantemente con su volado de derecha.

En el cuatro asalto , Gutiérrez ya también estaba sangrando de su oreja izquierda. Y aunque recibía más de lo que tiraba, las veces que pudo estrellar su gancho de izquierda sobre el rostro de Mares lo detenía monetariamente. Tenían tanto efecto sus golpes, que su esquina le gritaba que se fuera sobre de él pues ya estaba “viejo”.

Sin embargo de los rounds intermedios para arriba, Mares, de 31, todavía lucia fresco y estaba abrumando a Gutiérrez con su superior rapidez y arsenal de impactos que conectaba a placer.

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