Desinformación sobre COVID-19 resulta altamente contagiosa
PROVIDENCE, Rhode Island, EE.UU. — Mientras el mundo intenta encontrar una vacuna y un tratamiento para el COVID-19, parece que no hay algún antídoto a la vista para el creciente brote de teorías de conspiración sobre el coronavirus, engaños, mitos contra mascarillas y falsos remedios.
El fenómeno, que se ha desarrollado en gran medida en las redes sociales, se intensificó esta semana cuando el presidente estadounidense Donald Trump retuiteó un video falso acerca de que un medicamento contra la malaria era una cura para el virus y se dio a conocer que la inteligencia rusa está propagando información falsa sobre la crisis de salud a través de sitios web en inglés.
Los expertos temen que el torrente de información errónea esté socavando de manera peligrosa las labores para frenar el virus, que ha provocado unas 150.000 muertes en Estados Unidos, por mucho la mayor cantidad en un país en el mundo, de acuerdo con el conteo de la Universidad Johns Hopkins divulgado el miércoles. Más de medio millón de personas han fallecido a causa del COVID-19 en el resto del orbe.
Florida reportó 216 decesos, rompiendo el récord de un día que impuso la víspera. Y la cifra de muertes en Carolina del Sur superó las 1.500 esta semana, con lo que aumentó en más del doble en el último mes.
“Es un problema real en términos de tratar de que llegue el mensaje al público sobre lo que pueden hacer para protegerse y cuáles son los hechos detrás del problema”, dijo Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas en la Universidad de Minnesota.
Señaló que el temor es que la “gente se está poniendo en peligro porque no cree que el virus sea algo con lo que tiene que lidiar”.
En lugar de desaparecer ante nueva evidencia, la información falsa ha crecido, alimentada por mensajes mixtos de las autoridades, transmitida por las redes sociales, amplificada por mandatarios como Trump y con la capacidad de mutar cuando es confrontada por hechos contradictorios.
“No es necesario el uso de mascarillas. Existe una cura”, prometió la doctora Stella Immanuel en un video que promocionaba la hidroxicloroquina. “No necesitamos que las personas estén confinadas”.
La verdad es que: El mes pasado, los reguladores federales revocaron la autorización para utilizar el medicamento como un tratamiento de emergencia en medio de crecientes pruebas de que no funciona y puede tener efectos secundarios letales.
Incluso si fuera efectivo, no anularía la necesidad del uso de mascarillas y otras medidas que se han implementado para contener el brote.
Nada de eso impidió a Trump —quien ha elogiado la hidroxicloroquina en repetidas ocasiones— retuitear el video.
Twitter y Facebook comenzaron a eliminarlo por quebrantar las políticas de información falsa relacionada con el COVID-19, pero ya tenía más de 20 millones de vistas.
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