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Columna: Aumentan las denuncias de fraudes y la pandemia se vuelve una era dorada para las estafas

Más de un tercio de los consumidores que presentaron denuncias de fraude el año pasado
Más de un tercio de los consumidores que presentaron denuncias de fraude el año pasado informaron haber perdido dinero, en comparación con solo el 23% en 2019.
(AFP via Getty Images)

Los consumidores perdieron más de 3.300 millones de dólares en fraudes el año pasado, lo que supone un aumento del 83% respecto al año anterior, según la FTC.

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Desde hace meses ha quedado claro que la pandemia de COVID-19 ha sido una oportunidad única en la vida de los estafadores, aprovechados y nefastos tipos que buscan sacar provecho de este momento tan miserable en nuestra existencia.

Ahora, la Comisión Federal de Comercio (FTC) publicó una planilla de resultados que muestra la gravedad de los ataques sufridos por los consumidores el año pasado.

La situación no es nada agradable. Estos son algunos de los datos:

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-Los consumidores informaron haber perdido más de $3.300 millones por fraude en 2020, un 83% más que los $1.800 millones del año anterior.

-Más de un tercio de los consumidores que presentaron denuncias de fraude informaron haber perdido dinero, en comparación con solo el 23% en 2019.

-Las estafas de impostores que se hacen pasar por funcionarios del gobierno, parientes en peligro u otros, fueron las más comunes; representaron casi $1.200 millones en pérdidas.

-Las estafas de ventas en línea fueron el segundo fraude reportado con mayor frecuencia, con $246 millones en pérdidas, seguidos por los clásicos de siempre, como loterías y sorteos falsos.

La mayor cantidad de reportes de fraude el año pasado fueron presentados por californianos (318.698), seguidos por los floridenses (241.262), tejanos (238.251) y neoyorquinos (169.585).

Los residentes de California denunciaron un total de $401 millones en pérdidas por fraudes, con un perjuicio promedio de $407.

Mónica Vaca, directora asociada de la Oficina de Protección al Consumidor de la FTC, asegura que las elevadas estadísticas de timos “reflejan que los estafadores no tienen vergüenza cuando se trata de aprovechar las consecuencias económicas de una pandemia para su beneficio”.

Y eso es decirlo con suavidad. Yo diría que hay pequeños cuartos oscuros y horribles en el infierno para cualquiera que se aproveche de otros en un momento como éste.

Pero la triste realidad es que la desgracia generalizada es un buen negocio para los habitantes de lo peor, y aparentemente no tendremos un respiro pronto.

Ello significa que todos debemos permanecer en guardia.

Una de las cifras más sorprendentes del informe de la FTC involucró las edades de quienes informaron haber sido estafados. Es una creencia común que los adultos mayores son los más susceptibles a los fraudes y, sin duda, son con frecuencia víctimas de la gente malvada.

El nuevo coronavirus ha creado una oportunidad para las empresas que pretenden ofrecer productos de alta gama con protecciones mejoradas contra infecciones, desde mascarillas faciales de 250 dólares hasta vuelos en jet privado de 20.000 dólares y sistemas de ventilación para el hogar de 200.000 dólares.

Pero la FTC descubrió que la gente de 70 a 79 años representaban solo el 20% de los reportes de fraude y que eran eclipsados por adultos de 20 a 29 años, que representaron el 44% de las denuncias (dicho esto, cuando alguien mayor es víctima de un estafador, es probable que pierda mucho más dinero que una persona más joven).

La FTC reveló que la gente de 80 años o más reportó pérdidas promedio de $1.300 por engaños, mientras que aquellos entre 20 y 29 informaron un promedio de $324.

Eso no quiere decir que los mayores sean más crédulos. Pero una vez que ‘caen’, tienden a bajar sus defensas más completamente que los jóvenes, más cautelosos.

Otra razón es la estafa de los abuelos, cuya prevalencia aumentó durante la pandemia. Las cosas se pusieron tan mal el año pasado que la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas (AARP, por sus siglas en inglés) emitió una advertencia para que todos los adultos mayores respiren hondo y piensen dos veces durante la pandemia antes de sucumbir a las súplicas de dinero de un supuesto ser querido.

Recientemente escribí sobre Sharon Sloan, de 79 años de edad, quien estuvo muy cerca de transferir $30.000 a alguien que supuestamente era su nieto. “Juro por Dios que sonaba como él”, aseguró la residente de Long Beach.

La persona que llamó le dijo de manera muy convincente que había sido encarcelado en Nueva York después de ser arrestado por conducir con una botella de licor abierta en su automóvil. La abuela necesitaba enviar dinero en efectivo pronto si no quería que él se quedara tras las rejas.

Afortunadamente, mientras su esposo se apresuraba a realizar la transferencia bancaria, Sloan hizo lo que todos los padres y abuelos deberían hacer en una situación tal.

Las fábricas reunían a presos que estaban alojados en diferentes unidades, lo cual aumentaba el riesgo de propagar el patógeno a otras áreas dentro de las cárceles

A pesar de que alguien que decía ser policía le había ordenado que no contactara a nadie, Sloan localizó rápidamente a su nieto por teléfono y se aseguró de que, no, no estaba encarcelado, sino a salvo en su casa.

Este es un punto realmente importante. El truco, no solo para la estafa de los abuelos, sino para muchas tretas de impostores similares, es mantener a la posible víctima en la línea y así evitar que verifiquen la veracidad de sus afirmaciones.

No les siga el juego. Ningún funcionario gubernamental o agente del orden legítimo lo disuadirá de realizar lo debido cuando se solicita dinero. Si alguien lo hace, apártese de la situación.

Un aspecto particularmente desagradable de la pandemia ha sido la dificultad que muchos hemos enfrentado al tratar de interactuar con entidades gubernamentales honestas.

Si ha intentado comunicarse con el Departamento de Desarrollo del Empleo de California para buscar ayuda relacionada con el trabajo, sabe exactamente de qué estoy hablando. Y ese también ha sido un punto ideal para los estafadores. Según la FTC, las denuncias de personas que intentaron apropiarse de los beneficios de otros mediante el robo de identidad aumentaron casi un 3.000% el año pasado.

Yo estoy entre ellos. Mi esposa y yo todavía estamos tratando de desenredar el lío dejado por un timador que presentó un reclamo falso para cobrar nuestro reembolso de impuestos.

Raphael Tulino, portavoz del Servicio de Impuestos Internos (IRS), no pudo precisar cuántos contribuyentes pudieron haber experimentado fraude de reembolso el año pasado, pero habló de un informe reciente del IRS que dice que la agencia “identificó $2.300 millones en estafas de fraude impositivo” en el año fiscal que terminó el 30 de septiembre.

“Bajo ninguna circunstancia el IRS inicia contacto vía mensajes de texto, correos electrónicos o llamadas telefónicas aleatorias sobre su pago o reembolso de impacto económico”, aseguró Tulino. “El IRS tampoco exige el pago inmediato de impuestos por teléfono ni le pide información personal intrusiva, como su cuenta bancaria, contraseña o información de una tarjeta de crédito”, señaló. “Generalmente lo hacemos a la antigua, mediante el correo postal”.

Más de 406.000 personas le dijeron a la FTC el año pasado que sus identidades habían sido robadas por estafadores que solicitaron beneficios o documentos del gobierno. Eso es un aumento masivo de aproximadamente 23.000 denuncias de este tipo en 2019.

En un aspecto particularmente sórdido de la cuestión, la agencia informó haber recibido alrededor de 23.000 informes de fraude relacionado con beneficios que involucraban a miembros del ejército y sus familias. Eso es casi un 1.500% más que el año anterior.

La conclusión de esta tormenta de estadísticas es que, gracias al maligno Sr. Coronavirus, estamos en una época dorada para las estafas. Las posibilidades de ser timado nunca han sido tan altas.

Suena trillado, pero la solución es estar atento, ser inteligente y escéptico. El viejo dicho de esas cosas ‘que suenan demasiado bien para ser ciertas’ todavía sirve.

Sobre todo, no le dé a nadie el beneficio de la duda. Es triste que no podamos confiar más en un momento como éste, pero la evidencia es clara: hay estafadores por doquier.

Seguramente usted está haciendo todo lo posible para mantenerse saludable. Su bienestar financiero no merece menos.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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