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Columna: Chase frenó una estafa por $60.000, pero luego le entregó al ladrón $19.000

A Chase bank location.
¿Cómo consiguió un estafador $19.000 de la cuenta de un hombre de SoCal? Fácil, el banco Chase se lo dio en forma de protección contra sobregiros.
(Getty Images)

Las tentativas de fraude que involucran cuentas de depósito superaron los $25 mil millones ese año. Ello significa que los bancos salvaguardaron con éxito casi $9 de cada $10 a los que apuntaban los estafadores. Aún así, se perdieron miles de millones de dólares por fraude.

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¿Qué diablos está pasando en el banco Chase?

Después de que escribí, la semana pasada, sobre un par de personas mayores de La Palma cuya cuenta de cheques del Chase fue drenada de $22.000 por un estafador -y cuyos titulares luego pasaron semanas tratando infructuosamente de recuperar su dinero, hasta la intervención de esta columna- me enteré de otro cliente de Chase con el mismo -e increíble- problema.

Neal Leviton descubrió hace un par de semanas que le habían bloqueado su cuenta corriente: una de las cuatro cuentas que tiene en el Chase a su nombre -dos que posee para asuntos personales, una para su negocio de arte y otra para su empresa inmobiliaria-.

El residente de Sherman Oaks se comunicó de inmediato con el banco. “No me decían nada”, recuerda Leviton, de 66 años. “Absolutamente nada. Simplemente dijeron que iban a cerrar mi cuenta”.

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Alarmado, corrió a su sucursal local y preguntó qué estaba pasando. Un empleado investigó y le informó que alguien había accedido a su cuenta y tratado de transferir $60.000 a otra parte.

Afortunadamente, Chase la reconoció como una transacción sospechosa y le puso un alto antes de que se escapara el dinero.

Leviton exigió saber cómo algo así había estado cerca de concretarse en su cuenta. Todo lo que el banco le dijo fue que iban a cerrar la cuenta y le devolverían los casi $70.000 que contenía.

Entonces las cosas se pusieron raras.

Unos días después, comentó Leviton, pasó por la sucursal del Chase para preguntar cuándo se liberarían sus fondos.

“Fue entonces cuando el representante me dijo que alguien acababa de transferir $19.000 de la cuenta”, comentó.

“Pregunté cómo era posible si la cuenta estaba congelada y ni yo podía acceder al dinero. El representante no supo qué responder”.

Espere, esto se pone peor.

Solo en el condado de Los Ángeles, el departamento del sheriff informó de un aumento del 400% en los robos de catalizadores de 2019 a 2020.

Leviton relató que el representante investigó un poco más y le dijo que parecía que un hombre de la costa este, presumiblemente el mismo que había intentado tomar los $60.000, había abierto una cuenta conjunta de Chase a nombre suyo y de Leviton.

El tipo al otro lado del país luego hizo una compra por $19.000, dinero que no estaba en la cuenta conjunta. Chase procedió a transferir ese monto desde la cuenta auténtica de Leviton a la apócrifa, para cubrir el sobregiro.

Leviton hizo varias llamadas a Chase y no pudo obtener más información que esta, sobre todo cómo lo que parecería ser un acto obvio de fraude podía haberse perpetrado a pesar de que su cuenta estaba congelada y en proceso de cierre.

“No me dejan tocar el dinero de mi cuenta”, remarcó. “¿Pero a este otro tipo le dieron $19.000? Incluso mi representante en el banco no podía creer que esto hubiese ocurrido”.

Chase, como queda claro, tuvo poco que decir sobre el asunto para esta columna.

La Asociación de Banqueros Estadounidenses, por su parte, enfatizó que los estafadores han estado especialmente activos desde el comienzo de la pandemia. “Han aumentado sus esfuerzos para recopilar información de los clientes que les permita piratear cuentas”, indicó Paul Benda, vicepresidente sénior de política de riesgos y cibernética de ese grupo de la industria.

Mi columna anterior sobre Donna y Michael Hansen lo atestigua. Ambos relataron cómo alguien secuestró su cuenta, hizo imprimir nuevos cheques con varios nombres y direcciones, y tomó $22.000.

Increíblemente, Chase no notó nada de esa actividad sospechosa. El banco no supo que algo andaba mal hasta que los Hansen preguntaron qué había pasado con su dinero.

La entidad dio vueltas durante aproximadamente un mes. Cuando me involucré, los $22.000 fueron reintegrados a la cuenta de los Hansen en pocos días.

Leviton me dijo que leyó esa columna y se compadeció de que personas mayores con ingresos fijos tuvieran que pasar por tales dificultades para recuperar su efectivo.

“Soy afortunado de tener dinero en todas mis cuentas”, comentó. “Me imagino que las cosas serían muy diferentes para mí si tuviera que confiar en la única cuenta que Chase congeló”.

Diga adiós a cualquier mención oficial de “asimilación” y hola a la “integración cívica”. Es hora de sustituir “extranjero” por “no ciudadano”. ¿Y “extranjero ilegal”, el dúo de sonidos que evoca imágenes de invasiones intergalácticas?

Por sobre todas las cosas, Leviton está frustrado por lo difícil que fue obtener respuestas directas del banco.

“Me trataron como si fuera un criminal”, aseguró. “No me decían nada”.

Un par de días después de que me comuniqué con Chase para indagar sobre lo sucedido, Leviton recibió una llamada de una ejecutiva de banco. Ella le dijo que la entidad le devolvería rápidamente todo su dinero, excepto los $19.000 perdidos.

En cuanto a eso, señaló, Chase no tenía ninguna explicación sobre lo sucedido o cuándo sería recuperado el monto -lo cual, presumiblemente, ocurrirá-.

Peter Kelley, un portavoz de Chase, no fue más comunicativo conmigo. Se negó a comentar sobre cómo el banco pudo haber transferido $19.000 dadas las circunstancias. “La Asociación de Banqueros Estadounidenses admitió que los bancos de todo el país han experimentado un mayor riesgo de fraude y están ayudando a los consumidores a protegerse mejor”, fue su único comentario al respecto.

Sin duda, los bancos son bastante buenos para detectar fraudes y proteger a los clientes. Un informe de enero del grupo de banqueros señaló que los bancos evitaron intentos de fraudes por $22.300 millones de dólares hasta 2018, el año más reciente para el cual hay datos disponibles.

Las tentativas de fraude que involucran cuentas de depósito superaron los $25 mil millones ese año, agregó el grupo. Ello significa que los bancos salvaguardaron con éxito casi $9 de cada $10 a los que apuntaban los estafadores. Aún así, se perdieron miles de millones de dólares por fraude.

Si sospecha de algo turbio, comuníquese con su banco lo antes posible. Cierre todas las cuentas que hayan sido manipuladas y póngase en contacto con al menos una de las principales agencias de crédito (Experian, Equifax, TransUnion) para ver si se debe colocar una alerta de fraude en su archivo.

La mayoría de los bancos le pedirán que presente un informe policial si ha ocurrido un fraude, aunque los arrestos y condenas por robo de identidad son raros. Menos del 5% de esos criminales son capturados por las autoridades. Solo alrededor del 1% son condenados.

Como ilustran los casos de Hansen y Leviton, puede ser un auténtico esfuerzo que su banco le informe sobre cómo se puede haber perpetrado el fraude o las medidas que están tomando para remediar la situación.

Sea persistente. Si no está satisfecho con la respuesta de su banco, no dude en pasar al nivel ejecutivo.

Muchas entidades tienen equipos separados de resolución de disputas, que dependen del presidente o director ejecutivo. Intente escribir al director de la empresa con detalles sobre su situación. A menudo (aunque no siempre) esto generará una respuesta más atenta.

Finalmente, esté dispuesto a mudar su cuenta a otra parte, si lo único que obtiene de su banco son evasivas. Eso es exactamente lo que está haciendo Leviton; está en proceso de trasladar todo su dinero a otro banco.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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