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Cómo los ‘difusores silenciosos’ alimentan la pandemia de coronavirus

Uno de los mayores desafíos en el intento de contener el coronavirus es que un número desconocido de personas lo están propagando cuando ni siquiera ellos mismos parecen estar enfermos.

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Desde que un nuevo coronavirus dio a conocer su presencia en China, los funcionarios de salud pública de todo el mundo han tenido una ferviente esperanza: que las personas infectadas pero no enfermas transmitan el virus a otros únicamente en raras ocasiones. Eso le daría a estos difusores silenciosos apenas una fracción para extender un brote global.

Pero esa esperanza está en peligro de quedar muy atrás.

Antes de que el gobierno chino lanzara una barricada masiva alrededor de la provincia de Hubei para bloquear el escape del coronavirus, casi nueve de cada 10 infecciones fueron transmitidas por portadores que aún estaban sanos, según una nueva simulación de la propagación del virus.

En comparación con una persona que estaba lo suficientemente enferma como para confirmar su estado en los primeros días de la pandemia, alguien infectado con síntomas lo suficientemente leves como para escapar de la documentación oficial tenía aproximadamente la mitad de probabilidades de infectar a otro individuo, según el análisis.

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Pero dado que estos portadores no registrados superaban en número a aquellos cuyas infecciones habían sido confirmadas, su efecto fue mucho mayor, detectaron los investigadores que realizaron la simulación. Así, llegaron a la conclusión de que en los primeros días del brote, entre el 10 y el 23 de enero, quienes se encontraban lo suficientemente bien como para no estar en el hospital probablemente desempeñaron un papel clave en la propagación explosiva del coronavirus.

El nuevo esfuerzo para determinar el papel de las personas infectadas con pocos o ningún síntoma ofrece una idea de la rapidez con que el coronavirus se propagaría a través de una población a la que se da rienda suelta.

La “transmisión sigilosa” no sólo es real sino que es un “impulsor principal” de la epidemia, aseguró el investigador de condiciones infecciosas de la Universidad de Columbia Jeffrey Shaman, quien dirigió el estudio publicado el lunes en la revista Science. Su contribución a la propagación del virus “no se detecta sustancialmente y pasa desapercibida”.

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El Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, minimizó la perspectiva a fines de enero. Reconoció que si bien hubo evidencia de que aquellos sin síntomas visibles podían infectar a otros, dicha transmisión “nunca ha sido el conductor” de las epidemias.

La sospecha de que el nuevo coronavirus es una excepción a esa regla cobró importancia en los últimos días. Varias nuevas investigaciones sugieren que las personas asintomáticas o presintomáticas fueron fundamentales en la propagación de brotes locales.

En un estudio publicado el domingo en el sitio web medRxiv, los epidemiólogos que examinaron un grupo de 91 infecciones en Singapur descubrieron que el 48% de ellas probablemente se debieron a la transmisión por personas que no estaban muy enfermas o que aún no habían desarrollado síntomas. Y en un brote de 135 casos en la provincia china de Tianjin, concluyeron que el 62% probablemente se adquirió de infectados sin síntomas evidentes.

Los autores dijeron que sus hallazgos fueron preliminares porque no han sido ampliamente revisados por otros científicos. Aún así, remarcaron, sugieren que la transmisión invisible del nuevo coronavirus hará que sea mucho más difícil vencer que dos epidemias anteriores que involucran otros coronavirus. En los casos de síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS), la transmisión presintomática “no jugó un papel importante”, escribieron los investigadores.

La sospecha sobre la posibilidad de “transmisión sigilosa” crece desde mediados de febrero, cuando la Dra. Sandra Ciesek, directora del Instituto de Virología Médica de la Universidad de Frankfurt, informó en el New England Journal of Medicine que, en un laboratorio, había podido infectar células humanas con muestras de coronavirus tomadas de dos pasajeros de una aerolínea que regresaban a Alemania desde Wuhan, China. Si bien ambos habían dado positivo para el virus, uno de ellos no tuvo síntomas y el otro informó un leve dolor de garganta y erupción cutánea.

En un correo electrónico, Ciesek remarcó que cree que las personas asintomáticas “pueden transmitir el virus”. Mientras eso sea así, agregó, “la contención es casi imposible”.

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El mes pasado se vio más evidencia de la propagación invisible del coronavirus en Massachusetts. En una reunión de Biogen Inc. en toda la compañía, se descubrió que tres empleados que no mostraban signos de enfermedad sembraron un brote de COVID-19 que a fines de la semana pasada ascendía a 72 personas.

En el estudio de Science, el equipo de Shaman construyó un panorama de transmisión simulada que representa 375 ciudades en China. Utilizaron los datos de las redes sociales chinas disponibles para representar los efectos de al menos 173 mil millones de “eventos de viaje” que ocurrieron entre estas ciudades entre el 10 y el 23 de enero. Ese es el período durante el cual el reconocimiento de la amenaza microbiana viral desconocida fue creciendo, pero justo antes de que las autoridades chinas impidieran los viajes desde la provincia de Hubei, el lugar donde se originó la epidemia en espiral.

A partir de los datos ya recopilados sobre el comportamiento del virus, el equipo que realizó el panorama adoptó ciertas suposiciones sobre la facilidad con que se propagaba de las personas infectadas que estaban enfermas. Luego, en una serie de pruebas informáticas, pusieron en movimiento a sus viajeros, verificando sus tasas de infección simuladas contra los recuentos oficiales.

El resultado permitió al equipo cuantificar la dimensión “invisible” de la epidemia y su propagación. Ahora estiman que, antes del 23 de enero, cuando China impuso restricciones de viaje generalizadas, el 86% de todas las infecciones no estaban registradas. Y su modelo sugiere que para algunos que están infectados y se enfermarán, hay un período de varios días en el que arrojan el virus a niveles suficientes para infectar a otros.

Cuanto más largo sea el período de eliminación viral silenciosa, más difícil será controlar el brote de una enfermedad infecciosa. “Estas personas son el principal impulsor” de la epidemia, remarcó Shaman. “Ellos fueron los que facilitaron la propagación”.

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Los investigadores advirtieron que al planificar estrategias de salud pública, los funcionarios harían bien en considerar que “una proporción sustancial de transmisión” podría estar pasando desapercibida de los recuentos oficiales y las iniciativas de seguimiento.

Los hallazgos también sugieren que controlar completamente la propagación del coronavirus requeriría “un aumento radical en la identificación y aislamiento de las infecciones actualmente no registradas”.

En resumen, las pruebas para detectar el virus tendrían que ser completamente comunes. Ese es un objetivo que casi no se ha alcanzado en Estados Unidos, donde la distribución de las pruebas de diagnóstico y su análisis no se realizó sin problemas.

Los autores del estudio también encontraron evidencia de que las medidas de salud pública como las cuarentenas y el “distanciamiento social” sí funcionan para amortiguar la transmisión del virus.

Cuando simularon su propagación entre el 24 de enero y el 8 de febrero, descubrieron que los difusores subrepticios disminuían por cinco a medida que aumentaban los esfuerzos de diagnóstico, y que las tasas de transmisión entre los pacientes registrados se redujeron al menos a la mitad.

Lo más importante es que el nivel de propagación visto después de la adopción de restricciones generalizadas fue igual o apenas superior al nivel requerido para que una epidemia mantenga su impulso.

En un panorama donde los transmisores invisibles son numerosos, además de difíciles de detectar y evitar, los investigadores advierten que medidas como examinar a gente que presenta fiebre o enfermedad en eventos públicos o en fronteras nacionales harán poco para frenar la propagación del virus. Si bien son más disruptivas para el público en general, las restricciones a los viajes y la interacción social tanto para personas sanas como enfermas tendrán más éxito, destacaron.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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