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OPINIÓN: El inevitable ataque de Trump a México

Los hombres que buscan asilo son detenidos
¿Cuánto tiempo vamos a tener en México a 21.000 agentes de la Guardia Nacional deteniendo migrantes mientras los problemas de seguridad pública, nos devoran?
(Robert Gauthier / Los Ángeles Times)
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Muchos pensamos que tarde o temprano, el presidente Trump escogerá a México como objetivo favorito de sus ataques durante sus mítines electorales. Los temas serán, al menos: inmigración, seguridad fronteriza, comercio y empleos que están en México y que, según él, deberían estar en Estados Unidos. El primer mandatario trae en su corazón esas cuestiones. No solamente considera que le son políticamente rentables, sino que realmente cree en sus posiciones antinmigrantes y nacionalistas; son los asuntos que le resultan más beneficiosos en la política y en torno a los cuales sus bases electorales muestran mayor cohesión.

Probablemente aborde otros temas como la economía, relaciones con otros países (Corea del Norte, Irán), sus cada vez más graves problemas personales y legales, y los pleitos con el congreso, pero siempre regresará a atacar a los inmigrantes mexicanos como causantes de todo lo que no funciona en Estados Unidos.

El último esfuerzo del presidente Trump para deshacer la ley de asilo de EE.UU prohíbe el refugio a los migrantes que atraviesan cualquier otro país antes de ingresar a Estados Unidos.

El presidente Trump es antiinmigrante. Basta revisar sus más recientes declaraciones en contra de cuatro legisladoras a las que exigió regresar a sus países. Poco importa que tres de esas legisladoras hayan nacido en Estados Unidos y una sea ciudadana naturalizada. Las cuatro, ante sus ojos, parecen migrantes. Su piel es más oscura y en su lógica no podrían ser estadounidenses. Increíble pero cierto, así pasó. Eso no es lo más grave, lo delicado es que en el mitin que siguió a esa expresión, la audiencia, sus bases, vociferaban a coro que esas legisladoras deberían regresar a sus países y él, a sonrisa plena, los escuchaba.

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El color de la piel del inmigrante mexicano encaja perfectamente en la descripción de lo que él, y sus bases, consideran que no debe de estar en Estados Unidos. A ello hay que agregar la percepción que esos inmigrantes quitan empleo a los estadounidenses y hacen las ciudades inseguras.

ICE puede arrestar y deportar más rápidamente a los inmigrantes indocumentados en cualquier parte de Estados Unidos - sin necesidad de ir ante un juez de inmigración - bajo una nueva política anunciada por la administración Trump.

Mas allá de que alguno de los funcionarios de Trump se tomen fotos sonrientes con sus contrapartes mexicanas, o que él diga que México esta haciendo muy buen trabajo deteniendo migrantes centroamericanos, el ataque a México y a los mexicanos en Estados Unidos llegará, regresará. Ante esta situación, ¿qué hará el gobierno mexicano?

Hasta ahora México ha escogido tres estrategias con respecto a Estados Unidos. La primera es la de no engancharse, es decir, no responder, diga lo que diga; recurrir al cada vez menos aplicable y creíble argumento de que se trata de asuntos internos de Estados Unidos y nosotros no nos metemos. La segunda es hacer lo que nos pidan para detener a los centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos, pretendiendo su beneplácito. La tercera es buscar a toda costa la aprobación del T-MEC. Las primeras dos están al alcance de México, la tercera no tanto.

El lunes había confusión entre los migrantes que se dirigían al norte en Tijuana, luego del último intento de la administración Trump de prohibir que prácticamente todos los extranjeros soliciten asilo en Estados Unidos.

No parece que esas tres estrategias sean la base de una relación bilateral de esta importancia y menos aún que aguanten un sexenio. ¿Cuánto tiempo vamos a tener en México a 21.000 agentes de la Guardia Nacional deteniendo migrantes mientras los problemas de seguridad pública, atribución de ese cuerpo policíaco, nos devoran? ¿Por cuánto tiempo vamos a creer que somos muy eficientes porque detenemos el flujo de migrantes centroamericanos, cuando en realidad lo único que estamos haciendo es orillarlos a que sigan rutas más riesgosas y se entreguen al crimen organizado?, ¿Cuántos insultos vamos a aguantar sin decir nada? ¿Hasta cuándo tendremos votaciones a mano alzada para no engancharnos, en auditorios donde a nadie le importan los mexicanos en Estados Unidos?

Lo peor es que si gana Trump en 2020 perdemos, porque ya nos tomó la medida y sabrá, el sí, cómo negociar con nosotros. Si pierde , también perdemos porque llegaríamos devaluados con los demócratas, como un país que acepta y cede a todo. Ojalá y me equivoque, pero este gobierno está hipotecando por mucho tiempo la relación con Estados Unidos, y todo por unas palmaditas en la espalda acompañadas de un good job (buen trabajo).

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