El qué y porque desde Washington: La edad estorba, lo demuestra la evidencia
WASHINGTON, D.C.- — La insistencia de los comentarios por los pasillos del capitolio saltó de repente a los periódicos y el efecto está siendo devastador. La capacidad mental de la muy respetada y muy poderosa senadora Dianne Feinstein, de California, está puesta en tela de juicio por la misma gente que día a día trabaja con ella.
Las acusaciones son graves, porque cuestionan su memoria, su raciocinio… su capacidad para continuar representando en el senado nacional al estado más importante de la Unión. Tres senadores demócratas también se unieron expresando su preocupación por la capacidad mental de la senadora, un republicano hizo lo mismo. No es la primera vez que, por su edad, su juicio y su capacidad mental son cuestionados. En noviembre del 2020 mientras Jack Dorsey, presidente de Twitter, testificaba ante el Comité de Asuntos Jurídicos, la senadora repitió palabra por palabra, las preguntas a las que Dorsey ya había respondido.
Este episodio causó tanta preocupación que Feinstein abandonó su posición como la senadora demócrata de más alto rango en el Comité de Asuntos Jurídicos.
Acusar de incapacidad mental a gente importante no es nada nuevo. Yo he visto otras acusaciones como las que hubo constantemente y por muchos años contra Strom Thurmond, senador republicano por Carolina del Sur, que como Feinstein enfrentó a quienes lo acusaban de... “Ya estar muy viejo para ser útil en el senado”.
Thurmond decía: “Todos los que me atacan no me atacan por mi carácter, no me atacan por los temas del día…Y entonces no les queda nada excepto que la edad para tratar de dañarme”.
Thurmond, ganó su primera elección al senado en 1954, a la mitad del primer mandato del presidente Eisenhower, y se fue después de cumplir 46 años de antigüedad en el Senado, a los casi 100 años.
Se retiró en enero del 2001, murió a los 101 años en junio del 2003.
“En el Congreso la antigüedad vale mucho”, decía Thurmond, … “Significa estatura, significa influencia” y agregaba: “Una persona nueva que entrara al Senado hoy necesitaría al menos 25 años probablemente para llegar a un punto en el que podría hacer las cosas que puedo hacer yo hoy”.
Déjeme contarle algo de lo que yo fui testigo y que viví en el senado en 1995. Esto ocurrió durante una audiencia del Comité de Asuntos Jurídicos del Senado, una mañana en la que el comité era presidido por, el entonces senador demócrata por Delaware, Joe Biden. Este Comité estaba compuesto en ese año por las estrellas del Congreso: Joe Biden, Orrin Hatch, Teddy Kennedy, Arlen Specter, y todos ellos estaban presentes en esta audiencia sobre inmigración.
De repente entro a la sala el senador Thurmond, que entonces presidía el Comité de Servicios Armados del senado. Entró y tomó su asiento en la tribuna con los senadores, mientras uno de los testigos respondía a una pregunta a la que el senador Biden interrumpió, para anunciar que el muy “Senior” senador por Carolina del Sur había entrado a la audiencia. Acto seguido Biden le dio la cortesía a Thurmond de que interrumpiera para hacer las preguntas que llevaba con él. Thurmond en los años que yo lo vi actuar de 1986 al 2001, nunca hacía preguntas espontáneas, sino que llevaba lo que el personal de su oficina le había preparado para leer y para que quedara asentado en los récords del congreso. Así el senador, una vez con el uso de la palabra, le hizo una pregunta al testigo presente, cuya cara se descompuso en una mueca que indicaba claramente que no tenía idea de lo que Thurmond preguntaba.
El testigo se acercó al micrófono y respondió, “Senador con todo respeto no puedo contestar a su pregunta”. Thurmond que nunca esperaba para saber si lo que le habían contestado tenía sentido o no, hizo la segunda pregunta… a lo que el testigo más mortificado respondió, “Senador yo quiero responder a lo que me pregunta pero no tengo idea de lo que me está diciendo”.
En ese, momento todos en la mesa de prensa ya estábamos preguntando si el tema de la audiencia había cambiado, porque Thurmond hablaba de cuestiones militares. A la tercera pregunta de Thurmond el testigo ya, seriamente preocupado, se dirigió a Biden que presidia la sesión, para indicarle que con todo respeto no tenía idea de qué le que le preguntaba Thurmond.
Detrás de los senadores había ya un revuelo intenso. Los abogados del comité, las secretarías, los enlaces legislativos todos cuchicheaban entre sí, y cuchicheaban a los oídos de los senadores en la tribuna… Biden preocupado buscaba una respuesta a qué diablos estaba ocurriendo.
El ambiente en la sala había subido de 20% de intensidad al 99%... hasta que uno de los abogados se acercó al oído de Biden, y le digo algo, mientras Biden asentía viendo a la gente en la audiencia, y mientras al mismo tiempo tapaba el micrófono frente a él. Biden por fin puso cara de haber entendido y se inclinó, para él mismo decirle algo al oído del senador Thurmond, que, sorprendido y brusco como era… vio a Biden y le dijo en voz alta… What… what!!
De repente, Thurmond se levantó de su silla y se salió bruscamente de la sala… Igual que como había entrado.
Biden con la sonrisa de complicidad que siempre pone se acercó al micrófono… y nos dijo a todos, con voz muy bajita en el micrófono como compartiendo un secreto… “Wrong hearing” dijo… “Se equivoco de audiencia”.
Puffff… la intensidad bajo… y la sala se tranquilizó. Y todos nos preguntamos, ¿cuántas veces le habría ocurrido eso mismo al senador? El que ya tenía entonces 93 años.
Dianne Feinstein en el 2022, tiene 88 años, y está ya registrada para buscar su reelección en el 2024; cuando se gana la reelección serviría por seis años más. Y lo que pregunto es, si la edad es en realidad un impedimento, un estorbo… o como decía Strom Thurmond, solamente un pretexto para atacar y descontar a alguien que se ha pasado 40 años sirviendo honorable y eficientemente a la gente de California y a la gente de todo el país.
Y es justo preguntar:
¿Vamos también a descontar: a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi que tiene 82 años; al senador Charles Grassley de Iowa, tiene 88 años, tóquelo y verá cómo la industria agrícola y los conservadores de Estados Unidos salen a defenderlo; Maxine Waters, congresista de California tiene 83 años, tóquela y verá como la comunidad afroamericana del país se interpone a los ataques; y qué tal el mismo Joe Biden que tiene 79 años, y Donald Trump que tiene 75?
La senadora Feinstein, se justificó el viernes, 15 de abril diciendo que el pasado año fue muy pesado para ella, viajando constantemente entre Washington y California, mientras cuidaba a su esposo que recientemente murió de cáncer.
En este mismo diario, en febrero del año pasado, el columnista Mark Barabak escribió “La Tragedia de Dianne Feinstein” en la que preguntaba si quienes, ya entonces atacaban a la senadora, querían solamente hacerla a un lado para dejar que alguien más joven, más fresco y sobre todo más liberal, ocupara ese puesto.
El año próximo veremos otra vez a las fuerzas de California alinearse, y en el estado sobra talento político: Kevin de León, Eric Garcetti, Sabrina Cervantes, Ted Lieu y otros. Lo que hay que preguntarse es, si toda esta presión convence a la senadora de retirarse antes de cumplir su término y dejar su muy envidiable puesto para que el término al 2024 lo ocupe alguien más. En ese caso el gobernador de California Gavin Newsom estaría en la muy distinguida posición de escoger por segunda vez a un reemplazo en el senado federal. La última vez puso a Alex Padilla, un latino, a ocupar la vacante que dejó la vicepresidente Kamala Harris. Esta vez podría ser una mujer y hay quienes apuestan por María Shriver. ¡Sí! la misma con pedigree estelar Kennedy.
Pero todo lo anterior es especulación. La realidad es que la senadora Feinstein quiere seguir en dónde está, eso nos dijo en su declaración emitida después de los ataques contra ella. En el último de los casos, pronto la última palabra la tendrá quien, desde en 1992, la envió al senado federal… la gente del estado de California.
* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.
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