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L.A. Affairs: Adiós al estatus de relación en Facebook; sabré que es real cuando nos tomemos una ‘usie’

Nos estamos acercando, pero hay algo que aún no hemos hecho, algo que catapultará nuestra relación a...

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Conocí a alguien. Es inteligente, ingenioso, elocuente y, más importante, amable. Es una joya de hombre, un hallazgo raro en el mar de peces y tiburones genéricos que forman el grupo de citas de Los Ángeles. Es tan genial, que quiero gritarlo desde la cima de la montaña.

Pero todavía no somos ‘algo’. Hemos tenido cuatro encuentros en cuatro semanas, y nos enviamos mensajes de texto como adolescentes desenfrenados que no tienen nada más que hacer con su tiempo libre.

Fue la primera cita más cercana a lo perfecto en la que he estado. Y luego me desperté a la mañana siguiente...

Nos mandamos notas de “buenos días”, de “Estoy pensando en ti”; mensajes de “Me encantas”, de “Te cuento algo sobre mi día” y los que dicen “Este meme es divertido”.

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Nuestras citas son aventuras; cada una, épica por derecho propio. Una cena de cinco horas y media en Love & Salt, en Manhattan Beach, que terminó con los camareros observándonos mientras cerraban el lugar; una subida a las Culver City Stairs, que no son para los débiles, seguida de un brunch con mimosas y culminada con un paseo en automóvil por el pintoresco pero bullicioso centro de Culver City en su descapotable.
Después de nuestra segunda cita, me escribió: “Podría hablar contigo toda la noche”.

Me siento igual.

El espectáculo se prolongará hasta mediados de noviembre, si es que sabes dónde buscar...

Nos estamos acercando, pero hay algo que aún no hemos hecho, algo que catapultará nuestra relación al estado de “pareja”... No nos hemos tomado una ‘usie’, es decir, una selfie pero en versión de pareja. No hemos sacado los teléfonos celulares, ni apretado el botón frontal y sonreído ampliamente para la cámara, con nuestras mejillas unidas en la alegría del amor.

Hay muchos puntos fuertes en las relaciones tradicionales (primeros besos, almuerzos con los mejores amigos y cenas formales con los padres), pero la tecnología creó hitos adicionales que son más difíciles de navegar: la primera ‘usie’ y la primera publicación de pareja en Facebook/Instagram.

Sumada a esa primera imagen hay un aluvión de preguntas: ¿Qué tan pronto es ‘muy pronto’?
¿Cuándo es apropiado sacar el teléfono y acurrucarse para una foto conjunta? ¿Hay que pedir permiso primero? Y si la fotografía está autorizada, ¿se supone que la persona también está de acuerdo con su publicación en redes?

Las fotos conjuntas y los anuncios de las citas en las redes sociales pueden generar malentendidos y desconfianzas, hasta en las relaciones más fuertes.

La primera “pelea” que tuve con mi ex novio, J., fue sobre mi estado de Facebook. Él quería que le dejara claro al mundo que estábamos “en una relación” tan pronto como la hicimos oficial. Pero yo no lo hice. Así, herí sus sentimientos; tal vez pensó que él me avergonzaba.

No imaginé que una horrible enfermedad como el cáncer nos pondría en el mismo camino...

Pero no era así. Me avergonzaba cómo sería admitir a todos en Facebook que nos habríamos separado, ya sea seis, nueve o 10 meses más adelante. Usualmente pienso con 10 pasos de anticipación en todo, y la perspectiva de una ruptura posterior fue suficiente para que no quiera dar a conocer esa nueva relación al mundo, al menos no en ese momento.

También en mi mente estaba fresca la experiencia de la ruptura de mi buena amiga E. Ella había publicado el estado de su relación en Facebook después de conocer a su novio.

Entonces, una noche, mientras hacía sus rondas en el hospital, otra residente se inclinó y le susurró: “Lo siento mucho”. “¿Por qué?”, respondió E. igualmente silenciosa, sin saber a qué se refería su colega. “Terminaste la relación con tu novio”.

“¿Cómo lo sabes?”, le preguntó, atónita, E. “Cambiaste el estado de tu relación en Facebook”, argumentó su colega, incapaz o imposibilitada de ocultar su pena.

“Nunca más volveré a publicar el estado de una relación en Facebook”, me dijo E., semanas después de ese episodio. Y no volvió a hacerlo. No lo hizo cuando conoció al amor de su vida, ni cuando ambos se comprometieron.

Sólo publicó que estaba en una relación con su esposo cuando ambos regresaron de su luna de miel. Creo que a esa altura estaba convencida de que la relación duraría.

A la luz de esto, J. y yo comenzamos nuestra relación sin fanfarria en las redes sociales. Sin embargo, un mes después de que la hicimos oficial, mi amiga Christie nos tomó una foto en una fiesta de cumpleaños en la casa de un amigo mutuo, a sólo unas cuadras de la USC.

Es un estereotipo decir que todos los hombres de Los Ángeles son iguales...

Uno junto al otro, con nuestros perfiles bellamente ubicados en el centro del marco de la cámara. La imagen era cautivadora, tanto, que la convertí en mi foto de perfil en Facebook. J. estaba sorprendido y encantado.

Publicamos otras innumerables fotos; usies e imágenes espontáneas tomadas en reuniones familiares. Pero varios meses después, tal como temía, debí publicar el cambio en el estado de nuestra relación: “Ya no estoy destrozada por la ruptura. Me estoy liberando”.

Y luego eliminé todas nuestras fotos de Facebook, no porque él fuera la escoria máxima de la tierra (no lo es), y no porque lo odie (no es así), sino porque el amor no fue suficiente para salvar nuestras diferencias. No habría secuela de nuestra historia de amor de un año.

A pesar de la potencial ruptura pública en las redes sociales, aún quiero tomarme una foto con mi #próximochico. ¿Por qué?

Una ‘usie’ dice que ese momento compartido juntos es realmente importante; es algo que vale la pena documentar y recordar. También afirma que somos importantes. Es un recuerdo digital, o una prueba, de que realmente hay un ‘nosotros’.

Tal vez quiero una ‘usie’ porque para mí simboliza en silencio el cambio de estado de “soltera” a “en una relación”.

Tal vez el deseo subyacente sea el cese de esa incomodidad del comienzo de una relación; el inconveniente de no conocer a alguien muy bien y el deseo de aumentar la intimidad con esa persona.

Una radiografía confirmó que Jenna Evans se había tragado su anillo de diamantes y, por suerte, lo recuperó sin complicaciones graves.

Lo incomodo de saber que el otro tiene su espacio de baile y que tú tienes el tuyo, pero que realmente quieres invadir su espacio y acercarte. Bailar lento juntos. No sólo física sino emocionalmente, a pesar de que sabemos que desarrollar una verdadera intimidad requiere tiempo. Mucho, mucho tiempo.

Tiempo que debe atravesarse de una cita a la siguiente, de un mensaje de texto al otro, o de una sincera disculpa después de una nueva falla de comunicación.

Para ser honesta, lo que realmente quiero no es sólo una ‘usie’, sino que haya un “nosotros”. Deseo dejar de decir: “¿Qué quiero hacer este fin de semana?”, para en cambio pensar: “¿Qué queremos hacer este fin de semana?”.

Cuando nos tomemos nuestra primera foto juntos, brillaré como una colegiala desenfrenada. Pero no la publicaré. En lugar de eso, me deleitaré con el hecho de que hemos alcanzado ese hito. Además, tendré algo que mirar a mitad de semana, cuando espere ansiosamente nuestra próxima aventura.

La autora es una escritora y artista que vive en Los Ángeles. Crea contenidos humorísticos sobre su cabello al natural en @kinky_coily_comedy. Su sitio es yougochante.

Heterosexual, homosexual, bisexual, transgénero o no binario, L.A. Affairs narra la búsqueda de amor en Los Ángeles y sus alrededores, y queremos escuchar tu historia. Para ello, debes permitir que se publique tu nombre, y la narración debe ser verídica. Pagamos $300 por cada ensayo publicado. Envíanos un correo electrónico a LAAffairs@latimes.com. Para las pautas de presentación, ingresa aquí.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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