Veterano deportado contrae nupcias frente al muro fronterizo
“No es una protesta, es un símbolo para decirles que aquí estamos todavía. Me traicionaron, pero aquí estoy todavía...”
Un veterano deportado contrajo nupcias este domingo frente al muro que divide a Tijuana (México) y San Diego (California), en reconocimiento al movimiento de excombatientes que hace tiempo diera inicio en esta frontera.
Francisco López-Moreno, ex integrante del ejército estadounidense, y Florinda Mercado, hicieron el viaje desde Ciudad Juárez, Chihuahua, pues estaban convencidos de que debían casarse en la ciudad que dicen, les cambió la vida.
“Aquí volví a nacer”, dijo el veterano de 74 años previo a la ceremonia religiosa celebrada en el lado mexicano del llamado Parque de la Amistad en Playas de Tijuana.
A Héctor Barajas, quien se convirtió en el rostro y la voz de los veteranos deportados después de su propia deportación, se le permitirá regresar al lugar que considera su hogar y convertirse en ciudadano estadounidense.
Hace unos años, cuando López-Moreno pensaba que “era el único veterano deportado en todo México”, escuchó sobre un refugio fundado en Tijuana en el que se atendía a excombatientes que también fueron deportados.
Fue entonces que viajó a esta ciudad para conocer al veterano —entonces-deportado, Héctor Barajas—, quien iniciara el movimiento en 2012. De este encuentro nació la inquietud de abrir un nuevo búnker en Ciudad Juárez, además que López-Moreno recibió el impulso anímico de otros veteranos en su misma situación.
Mercado, de 64 años, aceptó de inmediato la propuesta de tener una ceremonia religiosa en un sitio tan emblemático.
Después de una misión de 16 meses en Afganistán y feliz de regresar al país donde fue criado y que luchó por defender, Miguel Pérez Jr., un veterano del Ejército con tarjeta de residente permanente, fue condenado por drogas y deportado a México, un país donde no ha vivido desde que era niño.
“Lo mejor es estar aquí, en el muro. Para mí es muy significativo esto, no quiero fiesta, no quiero nada, solamente estar aquí con él y demostrar que, aunque no nos encontremos en Estados Unidos, estamos aquí cerquita”, comentó.
La pareja estuvo acompañada tanto por otros veteranos como por madres de familia que también están repatriadas debido a las leyes migratorias.
Para la ceremonia, Francisco volvió a portar su uniforme del Ejército luego de 50 años de no hacerlo, mientras que la novia optó por un vestido blanco que trajo desde Ciudad Juárez.
Sobre la boda, el veterano reiteró: “No es una protesta, es más bien un símbolo para decirles que aquí estamos todavía. Me traicionaron, pero aquí estoy todavía”.
En 1960, cuando López Moreno tenía 14 años, emigró junto a su madre de Torreón, Coahuila a Wichita Falls, Texas. Dado que no comprendía el idioma tuvo que abandonar sus estudios y buscó trabajo lavando platos y eventualmente en los campos de cultivo.
En 1967, fue reclutado por el Ejército de Estados Unidos para la guerra de Vietnam. Recuerda que sus superiores le hicieron creer que por el hecho de servir al país obtendría la ciudadanía estadounidense, pero no fue así.
En 1995, fue detenido por querer comprar droga y sentenciado a ocho años en una prisión federal, mencionó. A su salida fue deportado a Ciudad Juárez. De esta forma se vio obligado a empezar de cero.
Joaquín Avilés, un veterano deportado a quien se le permitió regresar a los Estados Unidos el jueves después de 19 años, es el primer veterano a quien se le revocó su deportación gracias al Proyecto de Servicios Legales para Veteranos Deportados del estado de California.
“Llegué derrotado”, narró.
Pintando casas, haciendo trabajo de jardinería o cualquier oficio que le permitiera rehacer su vida.
Fue hasta hace unos años cuando conoció a Héctor Barajas, que abrió el refugio en Ciudad Juárez en el cual brinda asesoría, techo y alimento tanto para excombatientes deportados como para inmigrantes que requieren ir a esta ciudad para hacer algún trámite en la embajada mexicana.
Previo a la apertura del búnker, conoció a su ahora esposa mientras ella esperaba su cita médica en el Seguro Social. Florinda se conmovió con el tema migrante y actualmente, ayuda a Francisco en el refugio. “Es mucha satisfacción”, reconoció.
Lo llaman el búnker.
Desde el exilio, López-Moreno logró hace un par de años que el gobierno de Estados Unidos le otorgara bajo un programa federal una compensación económica por su tiempo en la milicia.
Para ello, los excombatientes deben acudir a una clínica certificada por el Departamento de Asuntos para Veteranos (VA) en Tijuana y someterse a una evaluación.
De esta forma puede sostener el refugio y cubrir sus gastos.
López Moreno se enfoca ahora en el presente y sólo pide que se le otorguen los beneficios a los cuales tiene derecho por su tiempo de servicio.
Duda poder regresar a Estados Unidos, dado que para ello requeriría que el mismo presidente Donald Trump le otorgara un indulto.
No pierde la esperanza, pero es algo que ve muy difícil.
“Yo regresaría nada más a visitar la tumba de mi madre y a mis hijos que tengo como 16 años que no los veo”, dice, “Sí, también quisiera regresar por mis beneficios que bien merecidos los tengo”.
Un reporte publicado por la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) en 2017 contempla que el gobierno estadounidense pudo haber deportado ya a más de 230 veteranos de guerra. En 2016, se sabía de 300 mil excombatientes no nacidos en el país que vivían en Estados Unidos, de los cuales, 97 mil no tenían la ciudadanía.
Barajas, quién tras obtener un perdón por parte del gobernador de California regresó a Estados Unidos en abril de 2018, hizo el exhorto a no dejar de luchar.
“A quienes piensan que no tienen ningún arreglo yo les digo que no se den por vencidos, porque así empezamos a recibir beneficios, perdones y han regresado a personas que ni siquiera pensábamos que iban a llegar”, subrayó.
“Uno nunca sabe, puede cambiar una ley, o introducirse una nueva legislación. Cualquier cosa puede pasar”.
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