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El mexicano que crea novedosos cubrebocas es odiado y amado

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En este momento, para algunas personas el diseñador Eruvey Tapia es el más odiado por algunos y el más querido por otros.

Este 2020 sería un año de viajes, eventos, charlas y popularidad para el diseñador inmigrante que radica en Palmdale. El emprendedor lanzaría una línea de prendas para las mujeres de todas las tallas, pero sin aviso la pandemia del coronavirus congeló al mundo entero, y ahí también se consumieron sus proyectos.

El oriundo de Nayarit confiesa que lloró al ver cómo el trabajo de planeación de meses se vino abajo, así como su negocio que confecciona vestidos para novias, quinceañeras y algunos artistas famosos.

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Sin embargo, el coronavirus le ha dado un motivo para seguir adelante.

“El 14 de marzo era el lanzamiento ‘online’ de mi proyecto. Yo estaba emocionado de ver mi trabajo florecer, pero cuando empecé a ver las noticias se me vino el mundo abajo”.

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“Anunciaban una enfermedad, empecé a ver lo grave que era y cómo la gente día me llamaba para cancelar sus pedidos. Primero era una prenda al día, luego cinco, 10, 20 y hasta 68 prendas canceladas por día”, agrega.

Con el negocio abajo día a día, Eruvey se preocupó por su futuro incierto, pero vio que él no era el único afectado por la economía y la salud.

Al verse sin empleo Eruvey se puso a diseñar cubrebocas para relajarse y los compartió a través de Instagram.

“Le dije a la gente que tal vez mis cubrebocas no eran como aquellos profesionales que se usan los doctores, pero sí podrían servirle a la comunidad para salir a la calle y estar protegidos”, dice.

En unas cuantas horas, su mensaje se hizo viral por el ‘look’ de sus diseños, mismos que reflejan su creatividad y personalidad; son de telas bordadas, con pedrería de fantasía, la bandera mexica, chaquiras y coloridas flores.

“Me vuelvo loco sin hace nada. Un acto para relajarme se convirtió en un acto de ayuda porque la gente me empezó a pedir cubrebocas”, dice.

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Hasta el momento, el diseñador ha donado a diferentes organizaciones como Coalition Translatin@, Taller Cora Huichol USA, Organización Fenayar-Usa, Angels Model Foundation, Empawering Kids with Cancer, Club de Oro Bendicione, Federación de Nayaritas en Estados Unidos, en una combinación de 2,000 cubrebocas.

Eruvey no cobra por los cubrebocas. Sin embargo, hay aquellos que ya tienen pedidos especiales, y quienes están donando uno, dos o cinco dólares para tener mascarillas hechas por el diseñador porque saben que no tiene ingresos en la actualidad.

“La pandemia me ha enseñado a que todos estamos en esto, y que todos podemos ayudarnos desde nuestra esquina de una u otra forma”, agrega.

Hay gente que ha criticado su trabajo diciéndole que este busca explotar el miedo de la gente para lucrarse, que sus mascarillas no protege y que ahora ha pasado de diseñador a mendigo.

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Por otra parte, otros le agradecen los cubrebocas que adquieren gratis o a través de donaciones voluntarias.

“No busqué esto. Tengo un talento que me dio Dios, y que puedo hacer inclusive debajo de una banqueta”, dice.

El día en que el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, dijo que la gente podría usar cualquier tipo de prenda para cubrir su boca y nariz, Aruvey dice haber sentido un alivio.

“Puedo hacer una mascarilla con la tela que tengo para la calma de otros, eso me da mucha paz y tranquilidad. Me hace vero que en los peores momentos siempre hay una luz en la oscuridad”, dice.

“Este es un momento de unión, de solidaridad. Dejemos atrás los pensamientos negativos y dejemos un legado bonito. Todos hemos pedido tiempo de alguna forma para hacer algo que queremos, porque no utilizar el momento”, agrega.

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