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México amenaza con acciones legales por la muerte de seis ciudadanos de ese país en la masacre de El Paso

Juarez, Mexico
Una mujer se sienta al lado de un cartel con un mensaje que dice: “¡No más armas! Haga el amor”, en Juárez, México, el sábado, donde la gente se reunió en una vigilia por los tres ciudadanos mexicanos que fueron asesinados en un tiroteo dentro de un centro comercial de El Paso.
(Christian Chavez / Associated Press)
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La parada de autobús cerca del puente Paso del Norte ofrece transporte diario a través de la frontera a varios sitios en El Paso, incluido el centro, el aeropuerto, la estación de autobuses y el centro comercial Cielo Vista.

Ese centro comercial ganó notoriedad nacional el sábado cuando un hombre armado, aparentemente motivado por el odio a los inmigrantes latinos, disparó matando a 20 personas en un Walmart al lado del centro comercial.

Entre los muertos había seis ciudadanos mexicanos, dijo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Y al menos otros siete ciudadanos mexicanos resultaron heridos.

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El canciller de México dijo que el país emprendería acciones legales contra Estados Unidos y exigió que proteja a los ciudadanos mexicanos en Estados Unidos.

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“México expresa su más profundo rechazo y condena hacia este acto bárbaro en el que inocentes mexicanos perdieron la vida”, dijo Marcelo Ebrard en un video publicado en Twitter. “Lo que sucedió es inadmisible, y anunciaré los primeros pasos legales que tomamos de conformidad con el derecho internacional”.

Algunos notaron con ironía que El Paso es visto generalmente como un refugio seguro de bajo crimen en comparación con su ciudad hermana mexicana, Ciudad Juárez, que ha estado plagada por las guerras de los cárteles, y se hizo notoria por lo infame con que se asesinaba a las mujeres, además, de las imágenes de los restos de víctimas de pandillas colgados en puentes. Muchos residentes de Juárez con medios económicos se mudaron a El Paso y compraron casas allí.

Pero tanto los residentes de El Paso como de Juárez entrevistados aquí parecían sugerir que la ‘carnicería’ del sábado no cambiaría sus rutinas de viaje.

Sin decir que Donald Trump dirigió el ataque, no será fácil disociar sus posiciones de los motivos del atacante en los lamentables sucesos de El Paso, Texas.

“Creo que fue algo inusual, una excepción, lo que sucedió en El Paso”, dijo María Jesús Félix, de 65 años, quien se encontraba entre el flujo constante de peatones y automovilistas que cruzaban el Puente Paso del Norte hacia El Paso. “Pero aún así, uno debe ser consciente de tomar precauciones... Sólo espero que no aumenten la seguridad ahora y dificulten el cruce”.

Cientos, a veces miles de personas de Juárez cruzan diariamente la frontera internacional para comprar, hacer mandados y encontrarse con amigos en El Paso, una tradición compartida en ciudades fronterizas desde el Pacífico hasta el Golfo de México. El movimiento de personas también fluye en sentido contrario.

Las ciudades fronterizas como El Paso-Juárez, hogar de unos 2 millones de personas, se ven mayormente como áreas metropolitanas individuales, que comparten poblaciones, culturas e idiomas comunes, principalmente el español.

Después del tiroteo de El Paso, los críticos del presidente Trump denunciaron su retórica sobre la raza y la inmigración. Los partidarios de Trump dicen que no lo deben culpar de nada.

Un boleto de autobús desde el puente internacional en Juárez al centro comercial Cielo Vista en El Paso cuesta $10. Es un viaje popular.

“No dejaré de ir a Walmart”, prometió Carmen Luna Pérez, de 63 años, quien llevaba una bolsa de tela de la tienda mientras esperaba para abordar un autobús a El Paso, a sólo media milla de distancia del puente. “Ahí es donde hago todas mis compras. Tiene las mejores ofertas”, agregó Luna Pérez, quien también levantó un paraguas púrpura con estampado de flores para protegerse del castigador sol del mediodía.

Muchos parecían inclinarse a culpar al presidente Trump por avivar las pasiones contra los inmigrantes y los mexicanos en particular. El mandatario estadounidense es recordado negativamente en México por dar inicio a su oferta presidencial denunciando a los inmigrantes mexicanos como delincuentes y “violadores”, y agregó que algunas “buenas personas” estaban entre ellos. Sus repetidas amenazas de cerrar la frontera han subrayado su imagen aquí como un atacante en serie contra México y los mexicanos.

“Mucha gente piensa que fue Trump quien incitó todo esto”, dijo Jesús Pérez, de 47 años, un hombre de mantenimiento en la parada de autobús. “Está diciendo todo esto para ganar votos, pero hace que algunas personas hagan locuras”.

Angel Carrillo, de 25 años, estuvo de acuerdo.

“Si su presidente dice que los inmigrantes son basura, por supuesto, algunas personas lo creerán”, aseguró Carrillo, quien trabaja en una de las muchas fábricas dedicadas a la exportación de esta ciudad, en su mayoría establecimientos de bajos salarios orientados al mercado de Estados Unidos; regresaba en ese momento de un viaje de compras en El Paso. “Actuarán según sus puntos de vista”, dijo.

Stefany Sánchez, una estudiante de preparatoria de El Paso quien vino a Juárez para una fiesta: “Fue un ataque racista contra los hispanos, sin duda, por personas que apoyan a Trump”.

Aún así, la vida parecía normal aquí en Ciudad Juárez un día después del tiroteo.

Las autoridades no habían nombrado oficialmente a los ciudadanos mexicanos asesinados, y algunos buscaban seres queridos desaparecidos en las publicaciones de las redes sociales.

Pero los miembros de la familia aquí identificaron a una víctima como residente de Juárez, Elsa Mendoza Márquez, de 57 años, maestra de escuela primaria y madre de dos hijos adultos. Ella había cruzado la frontera el sábado y entró a Walmart mientras los miembros de la familia permanecían fuera de la tienda, según las redes sociales e informes de la prensa.

“Me despedí de mi compañera, la mujer más maravillosa, una persona llena de luz que continuará iluminando nuestro camino por el resto de nuestras vidas”, dijo su esposo en una publicación de Facebook. “Te vamos a extrañar, amor”.

Acompañando la publicación había una foto de la pareja de mediana edad sonriendo a la cámara, con una copa de vino tinto en primer plano.

Nadie parecía estar en casa el domingo en la residencia familiar de un sólo piso a lo largo de una calle concurrida en un barrio de clase trabajadora. Barras de seguridad cubrían las ventanas de la casa, como es la norma aquí.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de México dijo que un padre y su hija, de 10 años, ambos de la norteña ciudad mexicana de Chihuahua, se encontraban entre los heridos en el ataque y permanecieron hospitalizados en El Paso.

El sábado por la noche, algunos residentes aquí, en su mayoría hombres y mujeres jóvenes, realizaron una vigilia improvisada a la luz de las velas a lo largo de la frontera, cerca del lugar donde el Papa Francisco celebró una misa al aire libre en 2016, aclamando el papel de los inmigrantes en la sociedad global.

Esta vez, una joven mujer sostenía un póster exigiendo, en inglés: “¡No más armas!”

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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