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Médicos y expertos advierten de los riesgos de usar medicamentos contra la malaria para tratar el COVID-19

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La posibilidad de que un par de medicamentos contra la malaria se conviertan en opciones para el tratamiento de COVID-19 antes de haber sido probados rigurosamente desató nuevas advertencias de seguridad por parte de especialistas en temas cardíacos y otros médicos y expertos.

El presidente Trump habló de los medicamentos cloroquina e hidroxicloroquina como un “punto revolucionario” potencial para los enfermos por el nuevo coronavirus, y las autoridades federales solicitaron a los laboratorios que pongan a disposición las existencias de esos fármacos para su uso inmediato.

Pero a medida que las drogas comienzan a llegar a las farmacias de los hospitales y los médicos empiezan a recetarlas, sus posibles efectos secundarios generan alertas.

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Un artículo publicado en Mayo Clinic Proceedings advierte que ambos medicamentos podrían provocar arritmias cardíacas peligrosas y potencialmente mortales en los tres millones de personas en todo el mundo que padecen una afección cardíaca congénita llamada síndrome de QT largo, que puede hacer que el corazón lata de forma errática y derive en una muerte súbita.

Además, millones de personas en Estados Unidos toman medicinas que prolongan el “intervalo QT” del corazón, el lapso que le toma al sistema eléctrico del órgano recargarse entre latidos.

Esos individuos, incluidos los pacientes que toman antidepresivos y medicamentos antipsicóticos comunes o cualquiera de una amplia gama de antibióticos, probablemente también corren el riesgo de experimentar latidos cardíacos peligrosamente irregulares si toman uno de los medicamentos contra la malaria sin que un médico los controle de cerca, advirtieron los autores del artículo.

Después de dudar inicialmente, la mayoría de los líderes mundiales han decidido que no tienen más remedio que soportar el dolor económico. En ambas direcciones, los costos son enormes.

Aproximadamente el 13% de los estadounidenses mayores de 12 años consumen algún medicamento antidepresivo. No está claro cuántos más son “reactores QT”, personas cuyos corazones responden a ciertas drogas con cambios eléctricos que podrían desencadenar arritmias y muerte súbita cardíaca.

Si millones de potenciales pacientes toman cloroquina o hidroxicloroquina, la aparición inesperada de estos efectos secundarios en incluso un pequeño porcentaje de ellos podría significar un desastre, remarcó el Dr. Michael J. Ackerman, genetista de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, quien es coautor del nuevo reporte.

“Pagaremos el precio por este trágico efecto secundario, y debemos hacer todo lo posible para prevenir la muerte súbita relacionada con el tratamiento”, enfatizó Ackerman, quien trata y estudia a personas con afecciones cardíacas congénitas.

“Tenemos las herramientas y el conocimiento” para evitar decesos repentinos por enfermedad coronaria entre aquellos que son tratados con medicamentos contra la malaria, aseveró Ackerman.

Pero la comunidad médica deberá ser más consciente de ese efecto secundario.

El experto agregó que si estas drogas se van a usar de manera segura, los médicos deberán evaluar cuidadosamente a sus pacientes e idear un plan para controlar sus ritmos cardíacos después de enviarlos a casa.

Mientras tanto, un artículo publicado en MedPage Today, un blog y servicio de noticias de salud ampliamente leído por médicos, advirtió que la cloroquina puede causar anemia hemolítica si se administra a personas con una condición genética común llamada deficiencia de G6PD. La anemia hemolítica puede provocar dificultad para respirar, latidos cardíacos rápidos y, en casos graves, insuficiencia renal y muerte.

“La cloroquina no es un remedio inofensivo contra el COVID-19”, escribió el Dr. Dan J. Vick, un patólogo que enseña administración de la salud en la Universidad Central de Michigan. Su uso está específicamente desaconsejado en pacientes con deficiencia de G6PD.

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El problema es que muchas personas desconocen que tienen esa deficiencia de G6PD hasta que un nuevo medicamento o alguna peculiaridad de sus dietas desencadena una crisis que provoca que los glóbulos rojos colapsen más rápido de lo que se producen.

El trastorno afecta entre el 10% y el 14% de los hombres afroamericanos en EE.UU, y es común en personas de la región mediterránea, África y Asia. Casi todos los pacientes con G6PD son hombres (ya que está vinculado al cromosoma X).

En todo el mundo, unos 17 ensayos clínicos están probando la seguridad y eficacia de la cloroquina o la hidroxicloroquina contra el COVID-19. Dos ensayos clínicos en Estados Unidos tienen como objetivo evaluar si la hidroxicloroquina podría prevenir enfermedades en trabajadores de la salud que hayan estado expuestos a pacientes con COVID-19.

Uno de los mayores desafíos en el intento de contener el coronavirus es que un número desconocido de personas lo están propagando cuando ni siquiera ellos mismos parecen estar enfermos.

Cuando se prueba el uso de medicamentos para personas sanas que pueden enfermarse, los reguladores generalmente exigen un muy alto nivel de seguridad.

Una revisión reciente de la investigación sobre la cloroquina como tratamiento para el COVID-19 concluyó que “parece ser eficaz para limitar la replicación” del nuevo coronavirus en laboratorio.

Sin embargo, los ensayos clínicos en humanos y otros primates muestran esperanzas moderadas. Tanto la cloroquina como la hidroxicloroquina no pudieron ayudar a los pacientes infectados con el virus del dengue y el chikungunya, y tampoco protegerlos contra la gripe.

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Los médicos italianos autores del artículo en el Journal of Critical Care agregaron que “se necesitan con urgencia datos de seguridad y ensayos clínicos de alta calidad”.

Mientras tanto, los medicamentos, utilizados para tratar el lupus y la artritis reumatoidea, también están llegando a hospitales y farmacias de EE.UU y el mundo. Trump insistió en que hay “pruebas muy sólidas” para respaldar su confianza en las drogas contra la malaria como tratamiento para el COVID-19. “Siento confianza en esto”, declaró la semana pasada. “Eso es todo, sólo un sentimiento”.

El gigante farmacéutico Novartis prometió donar 130 millones de tabletas de hidroxicloroquina, y el fabricante genérico Teva anunció que donará 16 millones de comprimidos a hospitales en todo Estados Unidos.

Mylan retomará la producción de hidroxicloroquina en una sede de fabricación en West Virginia y adelantó que podría producir fácilmente 50 millones de tabletas.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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