Barry Jenkins compara su cinematografía con la cultura maya
MORELIA, México — Los Oscar de 2017 fueron igual de turbulentos sobre el escenario que como se vieron en pantalla cuando, tras una confusión histórica, “Moonlight” de Barry Jenkins resultó la ganadora del Premio de la Academia a mejor película.
Tras el galardón Jenkins buscaba un poco de claridad para la mente, por lo que decidió irse de vacaciones de su natal Miami, Florida, a Mérida, Yucatán, sin saber que encontraría pirámides antiguas de los mayas.
“Yo no tenía idea de que había pirámides a (un vuelo de) 90 minutos de los edificios de interés social en donde crecí. Fui a Uxmal y fue muy emotivo, porque los Oscar terminaron de una manera muy intensa”, dijo Jenkins en una charla reciente con periodistas en el Festival Internacional de Cine de Morelia, donde el cineasta estadounidense fue homenajeado con la proyección de una selección de sus filmes.
“Claro que me preguntaba qué había pasado y así fue como supe de Diego de Landa y la quema de los códices mayas. Cuando pienso en el trabajo que hago me gusta ponerlo en ese contexto, no quisiera estar en la situación en la que la vida que he vivido, o la vida de mis ancestros, se borre del registro cultural”, apuntó.
Agregó que se siente muy orgulloso de que en la última década de su vida ha tratado de contar “lo que se siente ser una persona negra en Estados Unidos, porque una vez que existen las imágenes, teóricamente, nadie puede borrarlas”.
Tras “Moonlight” Jenkins ha continuado su labor como agudo relator de la cultura negra estadounidense con filmes como “If Beale Street Could Talk” (“Si la colonia hablara”) y la serie nominada al Emmy “The Underground Railroad” (“El ferrocarril subterráneo”), todas ellas historias desgarradoras con un lenguaje fílmico rico, en las que se muestran personajes de color con todas sus complejidades.
“Cuando estaba haciendo ‘Moonlight’ y ‘Bale Street’, específicamente, se trataba de entrar en la conciencia de los personajes y encontrar la manera de usar sonidos e imágenes muy concretos para comunicar lo que se siente ser una persona negra que tiene pensamientos, que tiene un estado elevado de conciencia, como todos lo tenemos”, apuntó.
“A veces la política se trata de observar el hecho de que la gente negra sueña igual que todos los demás, tenemos pesadillas igual que todos los demás y el cine es el vehículo perfecto... para permitirnos sentir cómo es estar dentro de la conciencia de una persona negra en un estado de consciencia elevado”.
Jenkins reconoció que algunos lo han criticado por tener un estilo de narración pesado. “Así es la vida para una persona negra en Estados Unidos, incluso aunque quiero contar la verdad de lo que es esa experiencia, quiero dejar al público con un cierto grado de esperanza”, dijo.
También sabe que en las escuelas de cine algunos maestros critican sus guiones por estar escritos de manera elaborada. “Dicen que debes escribir en un guion sólo lo que puedes ver y lo que puedes escuchar, pero yo no le hago caso a eso, yo escribo muchos sentimientos en el guion”, señaló.
Al final de cuentas, sus guiones, elaborados o no, le han servido para comunicarse con equipos tan grandes como las 200 personas en el set de “The Underground Railroad” o sus colaboradores más frecuentes como el director de fotografía James Laxton y la editora Joi McMillon, a los que conoció cuando estudió en el Colegio de Arte Cinematográfico en la Universidad Estatal de Florida.
“Todos pueden ir al guion y no sólo ver el sonido y la imagen, sino entender cómo quisiera que se sintiera la imagen. Entonces esta comunicación ocurre”, apuntó. “Yo y James, el director de fotografía, sólo nos vemos y vemos la escena y más o menos ya sabemos cómo queremos filmarlo sin tener que hablar una palabra. A Joi hay momentos en los que le llegan las imágenes y ella empieza a interpretarlas, pero ella conoce tan bien nuestras voces que en vez de decirle qué hacer, quiero que ella vaya y explore porque ella completa el lenguaje que construimos”.
Jenkins ha puesto a prueba máxima todas las habilidades en su próximo proyecto, la película de Disney “Mufasa: The Lion King”, el proyecto en el que dice que más ha ejercitado sus músculos como director para las voces de los actores, los artistas del storyboard, los actores con trajes especiales para dar vida a los personajes animados por computadora y el equipo de animación virtual.
“Estoy dirigiendo en esta película más que lo que he dirigido en toda mi vida”, señaló.
El proceso le hizo recordar a su época de estudiante universitario en la que compartía clase con chicos que habían tenido una crianza mucho más privilegiada que la suya. “Me di cuenta de que todos comenzábamos con el mismo cuadro en blanco y no hay nada que diga que no puedo llenar ese cuadro con una imagen tan bella como la que otros pueden sólo porque ellos crecieron con cámaras y yo no”, apuntó. “De alguna manera hacer esta película (‘Mufasa’), sin poder tocar nada, es como cuando empecé”.
Además, se dijo entusiasmado ante el reto que le presenta la honestidad del público infantil que tendrá el filme: “la gente piensa que hacer Lion King es más fácil, pero es mucho más difícil porque los niños te dicen la verdad y no hacen como que les gusta algo porque el New York Times dice que te tiene que gustar”.
Tras comenzar su carrera en 2003, Jenkins, de 42 años, está a un paso de las dos décadas como cineasta profesional, pero se sigue sintiendo joven y quiere seguir siendo un amateur. Incluso se niega a la idea de una retrospectiva como lo que podría ser la selección presentada en Morelia, que también incluyó “Aftersun”, su más reciente filme como productor, y su proyecto audiovisual “The Gaze”.
“Trato de estar en el presente y no evaluar realmente lo que significa el trabajo o lo que significa ahora que ya está hecho”, apuntó. “De hecho le dije a Morelia que no se podía llamar retrospectiva, así que no es una retrospectiva, simplemente están presentando cosas. Creo que soy demasiado joven para tener una retrospectiva, pero es muy agradable estar aquí”.
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