La crisis del coronavirus eleva la tasa de desempleo de la nación al 14.7%
WASHINGTON — La economía de Estados Unidos sufrió el mes pasado su mayor conmoción registrada en el mercado laboral, ya que las cifras del gobierno publicadas el viernes mostraron que la pandemia de COVID-19 eliminó 20.5 millones de empleos y envió la tasa de desempleo de la nación al 14.7%, la más alta desde la década de 1940.
Recientemente, en febrero, Estados Unidos había tenido una expansión económica récord y el desempleo más bajo en medio siglo, 3.5%. No sólo se ha evaporado, sino que es casi seguro que haya más malas noticias en las próximas semanas y meses.
El nuevo lenguaje muestra que Trump parece ver a las personas como “daños colaterales en pos de salvar la economía”, reflexionó un experto en salud pública
“Es asombroso”, dijo Holly Wade, directora de investigación y análisis de políticas de la Federación Nacional de Negocios Independientes, refiriéndose al daño económico causado por la pandemia.
La tasa de desempleo fue de 4.4% en marzo y hubo 870.000 pérdidas de empleos ese mes, según cifras revisadas que reflejaron las primeras etapas de los cierres de negocios y despidos masivos.
Considerando algunas razones para tener esperanzas, los analistas señalaron que una gran mayoría de las pérdidas de empleos en la nómina de abril se clasifican como temporales, y algunos trabajadores suspendidos han sido retirados en los últimos días a medida que más estados comienzan a relajar los bloqueos y levantar las órdenes de quedarse en casa.
Aún así, muchos despidos no tienen una fecha de finalización definida, y más podrían convertirse en permanentes a medida que el impacto de la pandemia continúa extendiéndose.
Una gran cantidad de expertos médicos y funcionarios del gobierno esperan una segunda ola de infecciones a medida que los estados comienzan a relajar las reglas de distanciamiento social, aunque es probable que el nuevo aumento no aparezca en los datos hasta fines del verano o principios del otoño.
Todo eso hace que sea muy difícil predecir el alcance del daño económico y la forma de una recuperación. Pero la mayoría de los analistas prevén daños profundos y una recuperación muy lenta.
Incluso donde las empresas están reabriendo, muchas operan sólo parcialmente, con límites de capacidad y relativamente pocos trabajadores disponibles. La demanda del cliente sigue siendo desconocida y los gastos iniciales pueden desperdiciarse si se producen nuevos brotes, lo que obliga a otra ronda de despidos.
Del mismo modo, muchos empleados desconfían de regresar cuando su propia seguridad es incierta. Las encuestas sugieren que pueden pasar meses antes de que la mayoría de las personas se sientan cómodas para ir de compras a un centro comercial, abordar un avión o visitar restaurantes y hoteles y otros lugares públicos.
Y cuanto más tiempo los consumidores frenen el gasto, que representa el 70% de la actividad económica total de EE.UU, mayor será la posibilidad de que muchos empleadores tengan problemas de flujo de efectivo y decidan que no pueden continuar.
“Gran parte de la recuperación dependerá de que las empresas estén allí para volver a unir a la mano de obra desplazada”, dijo Nicholas Eberstadt, un economista político del American Enterprise Institute. “Y si los regimientos no están allí, los soldados no podrán regresar”.
J. Crew, el vendedor de ropa que el mes pasado despidió a 11.000 empleados, se convirtió en el primer minorista importante en solicitar protección por bancarrota durante la pandemia. Neiman Marcus, la exclusiva cadena de tiendas por departamento, hizo lo mismo más adelante en la semana. Hubo muchos otros casos más pequeños y menos visibles de compañías empujadas por el COVID-19.
Ezekiel Yu, de 23 años, de Plano, Texas, estaba laborando en dos trabajos de medio tiempo, en Angelika Film Center & Cafe y Barnes & Noble, antes de ser despedido de ambos en marzo. Señaló que los despidos fueron temporales, pero no ha tenido noticias de una fecha de regreso en Barnes & Noble, y aunque Angelika probablemente lo llamará en algún momento de julio, Yu dijo que no está seguro de estar listo para volver a trabajar.
“Hay más personas por todas partes, y ya sabes, pueden ser descuidadas. No lo sé. Sólo dudo en trabajar con tanta gente”, expuso Yu, quien se graduó de la Universidad de Texas hace dos años. “No estoy seguro de qué trabajo puedo hacer, si será seguro”.
Michael Bernick, ex director del Departamento de Desarrollo de Empleo de California, manifestó: “Cuando se reabre la economía, hay que hacerlo con confianza y sin muchas calificaciones... Y hasta que tengamos eso, creo que incluso una reapertura formal de la economía no va a traer tantos empleos”.
El sombrío informe de empleos del viernes se esperaba en gran medida, sin embargo, se sumará al debate en Washington sobre qué políticas adicionales, si es que se necesitan, frente a una economía en crisis.
En términos políticos, el repentino colapso económico ha trastornado la estrategia de reelección del presidente Trump que había contado con un desempeño sólido y positivo en el mercado laboral y la economía en general. Regularmente anunciaba que la economía pre-pandémica era la mejor en la historia de Estados Unidos. Es probable que tales afirmaciones suenen huecas en estados como Pensilvania, Michigan y Wisconsin, donde los márgenes finos como el papel fueron críticos para su victoria en el colegio electoral en 2016.
En cuanto a las tasas mínimas récord de desempleo reportadas para los afroamericanos y latinos antes de la pandemia, también son historia. Esos grupos y otros, incluidos los trabajadores con sólo diplomas de preparatoria, se han visto especialmente afectados, en parte debido a su mayor porcentaje en sectores perjudicados por la crisis de salud, como los servicios de alimentos, hoteles y otros negocios de ocio.
“En cualquier recesión económica, las personas más desfavorecidas son las que finalmente se lastiman más”, señaló Nick Bunker, director de investigación económica de Indeed Hiring Lab.
Los economistas de Stanford y la Universidad de Chicago, basándose en una encuesta de empresas y datos históricos, estimaron que el 42% de los despidos inducidos por una pandemia terminarán siendo permanentes. Con más de 33 millones de personas que han solicitado beneficios de desempleo en las últimas siete semanas, eso es alrededor de 14 millones que pueden tener que encontrar un nuevo trabajo.
Uno de los autores de ese informe, Steven Davis, de Chicago, señaló dos programas de ayuda federal que sólo podrían servir para retrasar la recuperación, en lugar de acelerarla: préstamos a pequeñas empresas que pueden recibir exenciones por retener o volver a contratar empleados, y pago complementario por la pandemia, eso agrega $600 por semana a los beneficiarios del seguro de desempleo hasta finales de julio.
Argumentó que el desempleo adicional pandémico ha incentivado a los trabajadores a no regresar a sus empleos porque muchos reciben más de lo que obtenían en sus cheques de pago, y los préstamos a compañías en problemas podrían empeorar las cosas.
“El peligro es que muchas de esas empresas no son viables en el mundo posterior a la pandemia, y es por eso que habrá pérdidas de empleo permanentes”, señaló Davis. “Y así, usar los fondos de los contribuyentes para retrasar lo inevitable no sólo es costoso, sino que en realidad ralentiza el ajuste de la economía”.
Los grupos de defensa de los trabajadores están presionando para que se extienda más allá de julio el complemento de $600 por semana a los beneficios por desempleo que aprobó el Congreso.
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Algunos economistas coinciden en que tal extensión está justificada. Señalan que muchos estados han recortado los beneficios de desempleo a lo largo de los años. Sin la ayuda federal adicional, los pagos estatales no reemplazarían ni siquiera la mitad del salario promedio perdido. El dinero extra en los bolsillos de los trabajadores ayudará a impulsar la demanda de bienes y servicios una vez que la economía vuelva a estar abierta, dijeron estos economistas.
Susan Houseman, directora de investigación del Instituto Upjohn para la Investigación del Empleo, comentó que una medida de alivio pandémico que podría ayudar con el empleo y que tiene apoyo bipartidista es el llamado trabajo compartido o desempleo de corta duración.
Bajo dicho programa, un empleador evita los despidos al reducir las horas de trabajo y los cheques de salario por igual para todos los trabajadores, cuyo pago perdido está cubierto temporalmente por la ayuda federal de desempleo.
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“Si las personas regresan a sus anteriores trabajos, la recuperación será más rápida”, señaló Houseman, y agregó que hay pocas desventajas para el empleador o el empleado.
A mediados de abril, sin embargo, el trabajo compartido ha tenido relativamente pocos participantes: sólo 88.447 de los 17.76 millones de estadounidenses que reciben pagos por desempleo participaban en acuerdos de trabajo compartido. Y grupos empresariales como la Federación Nacional de Negocios Independientes no han estado promoviendo los programas.
También existe un amplio apoyo entre los economistas y los encargados de formular políticas para que Washington brinde más apoyo a los gobiernos estatales y locales, que se esfuerzan financieramente a medida que responden a la crisis de salud y al aumento del desempleo.
Los presupuestos estatales se han reducido de ambos lados: el colapso económico ha disparado la demanda de servicios mientras ha aplastado la principal fuente de ingresos de muchos estados, el impuesto a las ventas.
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Jack Kleinhenz, economista jefe de la Federación Nacional de Minoristas, se consoló al saber que varias empresas, Amazon, Walmart, Dollar General, Lowe’s, por nombrar algunas, han contratado a cientos de miles de trabajadores en medio de la pandemia. Y la industria minorista tuvo una fuerte temporada de ventas navideñas, y estuvo bastante bien hasta febrero.
Lo que sucedió desde entonces, sin embargo, ha sido tan inédito que Kleinhenz se mostró reacio a pronosticar las perspectivas de empleo. Antes del brote, señaló, el 90% de las ventas minoristas se realizaron en tiendas físicas. Es probable que parte de eso se cambie a Internet, lo que significará más empleos en almacenes y transporte, pero no necesariamente en puntos de venta.
Luego está toda la cuestión de la recesión global y los sistemas de suministro y comercio interrumpidos. En este momento, los minoristas deberían hacer pedidos de mercancías para el regreso a la escuela. Pero nadie puede decir con certeza si los estudiantes regresarán a las escuelas este otoño.
“Estamos todos sentados aquí deseando que las cosas se vuelvan lo más normales posible”, manifestó Kleinhenz. “Pero no tenemos un manual que nos guíe para esto. No hay ningún modelo al que podamos recurrir. Sólo estamos enfrentando un desafío”.
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